Rios Montt, el genocida formado en la Zona del Canal

Actualizado
  • 08/04/2018 02:00
Creado
  • 08/04/2018 02:00
Uno de los más brutales dictadores de Guatemala en los años 80's, Efraín Rios Montt, recibió entrenamiento en Panamá, como uno de los más ‘celebres alumnos' de La Escuela de las Américas

La muerte y la impunidad, caminan de la mano en Guatemala. Así lo hicieron saber cientos de víctimas del dictador guatemalteco, Efraín Ríos Montt, tras conocerse la noticia de su fallecimiento el pasado 1 de abril.

Mandatario de facto entre los años 1982 a 1983, llegó a la presidencia de Guatemala con un golpe de Estado. Militar y líder protestante fundamentalista, hizo del poder su púlpito personal ofreciendo sermones dominicales televisados, desde donde afirmaba que los buenos cristianos van con ‘la Biblia y la metralleta'.

Rios Montt fue responsable de campañas de genocidio contra comunidades indígenas en Guatemala, destacando el caso del pueblo Ixil, donde fueron asesinados más de 1,700 personas, hubo desplazamientos forzosos y abusos sexuales masivos, bajo la excusa de que estos pueblos ‘colaboraban' con las guerrillas durante la larga guerra civil (1960-1996) que azotó el país centroamericano.

No sería hasta el año 2012, que Ríos Montt comparecería ante un tribunal luego de llevar libremente una vida política como diputado (1995) y presidente del Congreso (2000), luego como candidato a la presidencia (2003) y líder de uno de los principales partidos políticos del país durante años.

Fue hasta el 2013, que por primera vez se escucharon en un tribunal guatemalteco los testimonios de las víctimas. El diario Prensa Libre , informó parte de las historias narradas de abusos que incluían a niñas, adolecentes y ancianas.

‘Me agarraron las manos y los pies y me abrieron, no sólo a mi sino a mi mamá también. Eramos bastantes mujeres, esto me lo hicieron en el destacamento (militar), vi cómo le mordían los pechos a mi mamá, luego me violaron a mí', narró una mujer ixil en el juicio entre lágrimas.

‘La Escuela de las Américas estaba guiada por un principio intervencionista y de dominio militar de los EE.UU. sobre los ejércitos latinoamericanos durante la Guerra Fría'

LUIS NAVAS PÁJARO,

CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE PANAMÁ

Denunciado mucho antes por organismos de derechos humanos, en el estrado se evidenció un secreto a voces en Guatemala, la violación sistemática de los derechos humanos tanto de las fuerzas armadas como de paramilitares al amparo del Estado. Desde violencia sexual, destrucción de pertenencias, robo de niños, hasta desapariciones forzadas.

Rios Montt no sería el único con cuentas pendientes ante la justicia, cientos de uniformados y decenas altos mandos se encuentran enfrentando procesos por crímenes de lesa humanidad.

En febrero de 2018, casi un mes antes de la muerte Rios Montt, militares testigos de los crímenes confirmaron en un juicio, que las violaciones masivas eran un mecanismo de tortura organizada.

De acuerdo a cables de la agencia Efe , que han cubierto los procesos, señalan que los testigos admitieron que la inteligencia militar ‘investigaba a las comunidades antes de realizar una masacre' y que existían un ‘canal de inteligencia en el Ejército', las cuales todas funcionaban ‘bajo la cadena de mando'.

‘ESCUELA DE ASESINOS'

La responsabilidad de tanta crueldad podría atribuirseles solamente a los uniformados guatemaltecos. Sin embargo, investigaciones independientes apuntan hacia responsabilidades compartidas, entre los que se encuentra, el Comando Sur de los EE.UU..

Rios Montt y otros altos mandos del ejército guatemalteco, se formaron en la llamada Escuela de las Américas (SOA por sus siglas en inglés), que operó en Panamá entre 1946 a 1984 en la antigua Zona del Canal.

Ubicada entonces en la provincia de Colón, por sus aulas pasaron al menos unos 70,000 militares y policías latinoamericanos de más de 20 países, recibiendo una formación variada, y entre las cuales se encontraban técnicas de combate táctico, inteligencia y contrainsurgencia.

Sin embargo, la SOA sería realmente famosa por las obras de sus egresados.

De acuerdo a datos de la oenegé estadounidense SOA Watch, entre sus alumnos se encuentran Emilio Massera y Jorge Videla militares responsables de miles de desaparecidos durante la dictadura Argentina (1976-1985); el capitán Roberto D'Aubuisson, comandante de grupos paralimitares en El Salvador y señalado como responsable del asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero; Juan Manuel Contreras, jefe de inteligencia durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990); Vladimiro Lenin Montesinos, exasesor presidencial del autócrata peruano Alberto Fujimori; y el ‘hombre fuerte' de Panamá entre 1983 a 1989, Manuel Antonio Noriega.

La larga lista de graduados llevó a los críticos de la SOA calificarla como la ‘Escuela de Asesinos'.

Para Luis Navas Pájaro, historiador y catedrático de relaciones internacionales de la Universidad de Panamá, para entender el rol que jugó la SOA en la región, hay que verlo desde el contexto que surgió, la Guerra Fría.

‘La Escuela de las Américas estaba guiada por un principio intervencionista y de dominio militar de los EE.UU. sobre los ejércitos latinoamericanos durante la Guerra Fría (...) formaba parte de un gran aparato de vigilancia y cooptación de oficiales que luego seguirían la línea del Pentágono', señala Navas.

Para el profesor universitario, Washington tenía como prioridad dominar las fuerzas armadas en América Latina al ser estas en muchos casos, su principal soporte para garantizar la explotación de las corporaciones estadounidenses, esto en alianza con las elites latinoamericanas. En Centroamérica, eran las grandes compañías bananeras mientras en el sur del continente se enfocaba en recursos estratégicos como el petróleo.

Navas apunta además, que la SOA funcionaba como una ‘pantalla' donde se dictaban cursos militares tradicionales pero de manera compartimentada, de tal modo que no todos los estudiantes tenían conocimiento de los ‘cursos ocultos' -que era la mayoría-, con excepción de aquellos alumnos que demostraban ‘aptitudes', los cuales eran reclutados.

Pese a que la SOA funcionó durante casi toda la segunda mitad del siglo pasado, y acumulaba cientos de denuncias en diferentes países de la región sobre las matanzas cometidas por sus exalumnos, el escándalo no llegaría a estallar en la opinión pública estadounidense hasta mediados de los años 90', con la publicación de un artículo del Washington Post en 1996 de la periodista Dana Priest titulado ‘EE.UU. instruye a latinos en ejecuciones, tortura'.

Priest señala la existencia de ‘manuales' en la SOA, con los cual se instruía a los uniformados en ejecuciones, tortura, chantaje y otras forma de coacción contra la población, amparados en la guerra contra las guerrillas.

Tras las publicaciones y bajo una fuerte presión, el gobierno estadounidense aceptó desclasificar parcialmente los manuales.

Escritos en inglés y español, los documentos elaborados por la CIA precisaban métodos de interrogación, extorsión y abusos considerados delito por las leyes de EE.UU. y una violación a las convenciones internacionales de derechos humanos.

Más adelante sería conocido un reporte de una investigación interna en 1992 del entonces secretario de defensa Dick Cheney, durante el gobierno de George Bush padre.

Nombrado como ‘Material inadecuado en idioma español-manuales para entrenamiento de inteligencia', el informe concluía que cinco de los siete manuales, contenían ‘lenguaje y declaraciones violatorias de la ley'.

El reporte, aunque admite los ‘errores' en los manuales y que deben ser corregidos, indica que ‘no había evidencia' de que estos fueran ‘deliberados'.

Los escándalos sobre violaciones a derechos elementales en operaciones del Pentágono reaparecería en 2004, al conocerse los casos de tortura en la prisión de Abu Ghraib en Irak tras la invasión al país árabe en 2003. El propio Cheney, nuevamente titular de defensa pero esta vez para George Bush hijo, defendió la tortura como método ‘legítimo' para ‘luchar' contra el terrorismo, posición defendida hoy por la Administración Trump.

MEMORIA HISTÓRICA

En 1984 la Escuela de las Américas saldría de Panamá y se mudaría a Fort Benning (EE.UU., Georgia), bajo fuertes movilizaciones de la sociedad panameña y como parte de las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter. Irónicamente sería uno de sus egresados, Omar Torrijos que viabilizaría la clausura de la SOA en el país.

Hoy casi no queda vestigio alguno de la SOA en las instalaciones donde operó en Panamá, convertida en un hotel administrado por la cadena Meliá.

Ante esto, en opinión de Navas existe una deuda histórica sobre la impunidad y el desconocimiento de lo que ocurrió en la SOA, mismo que considera, no es fortuito.

‘Por supuesto que no hay interés de que se sepa lo que sucedido allí (...) el olvido tiene que ver con quienes impulsaron políticas intervencionistas (...) ni las oligarquías latinoamericanas ni los Estados Unidos tienen ningún deseo de que esa historia sea conocida', subraya el académico.

Actualmente la SOA continúa operando, aunque bajo el nombre de Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad (WHINSEC, por sus siglas en inglés) y según sus directores, bajo ‘otra doctrina'.

En el caso panameño es una tarea pendiente conocer hoy cuantos miembros de las fuerzas de seguridad siguen tomando cursos en esta nueva versión de la SOA.

‘Es necesario que la sociedad panameña esté al tanto de si los estamentos de seguridad del país como el SENFRONT o el SENAN, se han estado preparando allá (en el WHINSEC), hay que exigir que se conozcan los cursos verdaderos que han recibido en ese instituto', acotó Navas.

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