B3W: un nuevo ciclo de décadas perdidas en América Latina

Actualizado
  • 01/10/2021 00:00
Creado
  • 01/10/2021 00:00
Build Back Better World es una iniciativa liderada por Estados Unidos. 'Es una nueva versión de un viejo modelo de desarrollo. Al igual que la teoría de la modernización de los 50 y el paradigma neoliberal de los 90'
La propuesta e stadounidense 'Build Back Better World' ha sido también impulsada por los países del Grupo de los 7 (G7).

“Reconstruir un mundo mejor” o B3W (por sus siglas en inglés Build Back a Better World) es una iniciativa del G7 liderada por EE.UU. cuyo propósito expreso es contrarrestar la influencia estratégica de las inversiones chinas a nivel mundial a través del proyecto geopolítico insignia de Xi Jinping denominado la Nueva Ruta de la Seda o BRI (por sus siglas en inglés Belt and Road Initiative).

El anuncio formal del proyecto B3W por el presidente Joe Biden ocurrió en la cumbre del G7 en Cornwall, Inglaterra, el pasado mes de junio. El gobierno de Joe Biden, de la mano de Daleep Singh, negoció con los países del G7 para comprometer recursos financieros y modelos de inversión público-privada para el desarrollo de economías emergentes. Se estima que las economías emergentes requerirán de alrededor de $40 trillones en inversiones en infraestructura de aquí a 2035 para lograr cumplir las metas de sostenibilidad económica.

Dos meses y medio después del anuncio de la iniciativa del grupo de las siete democracias industrializadas más grandes del mundo, el equipo del gobierno de Biden aún se encuentra en la fase exploratoria de su propia propuesta y las demás seis potencias económicas que suscribieron el proyecto no han vuelto a mencionar la consigna de “Reconstruir un mundo mejor”. El 27 de septiembre Daleep Singh, asesor adjunto de Seguridad Nacional de Joe Biden, empezó una gira diplomática por Colombia, Ecuador y Panamá. Estos tres países del Pacífico latinoamericano fueron escogidos por la administración Biden para ser los países pilotos de B3W.

La delegación de altos funcionarios de EE.UU. se reunió con los presidentes Iván Duque de Colombia, Guillermo Lasso de Ecuador y Laurentino Cortizo de Panamá, al igual que con los líderes de gremios empresariales de cada país a lo largo de una semana. El propósito de las reuniones fue mapear prioridades de desarrollo de las naciones latinoamericanas que estén a su vez alineadas con el modelo discursivo de B3W y los intereses de los tomadores de decisiones en los respectivos países latinoamericanos.

A pesar de su inflada retórica, el concepto de B3W sufrió una modificación notable desde su anuncio en junio. Durante la semana de reuniones en Colombia, Ecuador y Panamá, la defensa a la democracia no figuró en ninguno de los comunicados oficiales, ruedas de prensa ni siquiera en las redes sociales de los dignatarios o las embajadas de EE.UU.

Si B3W es la respuesta geopolítica a los avances hegemónicos de China a través de su BRI, la primera y más sobresaliente característica de su puesta en marcha es la ambivalencia del proyecto estadounidense hacia los principios y valores democráticos. Por primera vez en 76 años los discursos políticos en pro de la libertad del individuo y la representación de la voluntad popular en la toma de decisiones del gobierno ni siquiera pretendieron determinar el curso de las conversaciones. La democracia simplemente no estuvo presente en las reuniones, y eso no es una casualidad.

Un viejo 'nuevo modelo de desarrollo'

B3W es una nueva versión de un viejo modelo de desarrollo. Al igual que la teoría de la modernización de los años 50 y el paradigma neoliberal de los 90, B3W propone inversiones en áreas específicas bajo estándares impositivos de ejecución y seguimiento con la finalidad de revolucionar el desarrollo humano y potenciar el crecimiento económico.

En los 50, el enfoque estuvo en grandes carreteras, puentes, plantas hidroeléctricas, etc..., los cimientos de una economía industrializada. B3W enfocará sus inversiones en economías verdes y energías renovables (para cumplir con los objetivos mundiales en materia climática), salud y seguridad sanitaria, tecnología digital y equidad e igualdad de género.

La agenda de B3W constata las prioridades de los países del G7: un mundo resiliente y sostenible ante una crisis climática, equipado para enfrentar futuras amenazas epidemiológicas, y que rectifique las causas principales de la desigualdad social en el siglo XXI (la inclusión digital y la equidad de género). El objetivo del modelo de desarrollo incorporado en el proyecto B3W es producir un nuevo paradigma económico que garantice la estabilidad social y política en países emergentes, y mantenga tasas de crecimiento económico sostenible que alimenten la hegemonía de aquellos que promueven el modelo económico.

En otras palabras, B3W es un modelo de desarrollo cuyo objetivo principal es la estabilidad de los sistemas sociales frente a nuevos desafíos transnacionales, como el cambio climático, la sostenibilidad económica, y la desigualdad social.

La visita de la delegación de EE.UU. también vaticinó un Modus operandi para desplegar B3W en América Latina. David Marchick, jefe de operaciones de la Corporación Financiera de Desarrollo de EE.UU. (DFC por sus siglas en inglés Development Finance Corporation), fue el segundo de tres dignatarios que conformaron la visita a Colombia, Ecuador y Panamá. DFC ya sentó un precedente de intervención en América Latina con el propósito explícito de lograr un desacoplamiento económico de un país de la región con China.

En enero de 2021, la DFC llegó a un acuerdo con el Gobierno de Ecuador para extenderle una línea de crédito de $3,5 mil millones. El crédito será utilizado para el servicio de la deuda de Ecuador con China que sobrepasa los $8 mil millones. Los términos de la deuda de Ecuador con China tienen un costo financiero para el país de cerca de 8%, mientras que los términos de la línea de crédito de la DFC ofrece intereses de 2,4% a 8 años con un año de gracia. Por supuesto que la línea de crédito pactada con la DFC tiene condiciones, la principal fue que el Gobierno de Ecuador se adhiriese al pacto Clean Network y excluya a compañías chinas del desarrollo de las telecomunicaciones en el país (en particular 5G).

La línea de crédito al mismo tiempo será financiada por inversiones privadas, dirigidas por la DFC, que se enfocará en la compra de infraestructura crítica en Ecuador.

El precedente de la DFC en Ecuador demostró que EE.UU. probablemente ofrecerá el refinanciamiento de deudas que tiene la región con China, con tasas de interés significativamente más bajas. Esta semana la DFC además anunció un préstamo de $150 millones del Banco de la Producción, S.A. para el financiamiento de Pymes (en su mayoría emprendimientos de mujeres) en Ecuador. A pesar del aparente éxito estratégico de EE.UU. en Ecuador, el presupuesto de $60 mil millones la DFC no se compara al trillón de dólares que destinó BRI en el mundo. Y si bien el Banco de Desarrollo de China (CDB) y el Banco de Exportación e Importación de China no realizaron por primera vez en 15 años ningún préstamo multimillonario a la región durante 2020, el capital “privado” chino sumó más de $7 mil millones en fusiones y adquisiciones de compañías en América Latina en el último año calendario. En su mayoría las inversiones buscaron el control mayoritario de utilidades.

El caso más sobresaliente fue la compra de la participación de Naturgy en la Compañía General Eléctrica de Chile por un monto mayor a los $3 mil millones. Fusiones y adquisiciones similares ocurrieron en Perú y Brasil. El alcance de B3W en América Latina es significativamente limitado, por lo que su despliegue será estratégico y clínico. Vacío de un componente ideológico, la iniciativa corre el riesgo de ser indiferenciable a las actividades del Partido Comunista Chino en la región.

Un cálculo de estabilidad internacional

Según el mismo Daleep Singh, la “posición mundial [de EE.UU.] y mejorar la prosperidad económica de nuestros aliados es tan importante como nuestro poderío militar”. El comentario que pretende inspirar confianza y compromiso enmarca la iniciativa de B3W en un objetivo único: mantener y asegurar la posición de EE.UU. en el sistema internacional. La preselección de Colombia, Ecuador y Panamá como países piloto de la iniciativa B3W son una sub-acción del plan estratégico de EE.UU. en Indo-Pacífico para contener a China. No es casualidad que los tres países son los únicos en el Pacífico sudamericano con gobiernos allegados a Washington, ni tampoco es casualidad que los tres son el corredor principal de migrantes provenientes de Sudamérica que se dirigen a Norteamérica.

El tercer miembro de la delegación de EE.UU. que visitó Colombia, Ecuador y Panamá también dejó al desnudo la segunda prioridad fundamental de la gira. El subsecretario adjunto principal de Estado de Estados Unidos para Asuntos del Hemisferio Occidental, Ricardo Zúñiga, es el enviado especial del gobierno de Joe Biden para el Triángulo Norte. Según la misma página del Departamento de Estado, el hondureño Zúñiga está encargado de los “esfuerzos del gobierno para frenar la migración irregular hacia Estados Unidos e implementar los fondos para... erradicar las causas de la migración en América Central”. Su participación en las reuniones responde al interés de EE.UU. de solucionar la crisis migratoria en el continente y encontrar sinergias entre B3W y la prioridad estratégica de defensa de EE.UU. para controlar su frontera sur.

B3W es un cálculo estratégico que busca la estabilidad internacional sin consideraciones democráticas, con recursos y alcance limitado y que recicla un modelo de desarrollo económico que garantiza la dependencia tecnológica/económica de los países “beneficiarios”. Sin consideraciones democráticas el resultado de B3W es predecible: un nuevo ciclo de décadas perdidas y gobiernos clientes cuyo único logró será neutralizar a América Latina en la balanza de poder del nuevo orden mundial.

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