La fuga de la Catedral: una cárcel de "máxima comodidad"

Actualizado
  • 22/07/2022 16:09
Creado
  • 22/07/2022 16:09
Hoy se cumplen 30 años desde la fuga de Pablo Escobar de La Catedral, una prisión de lujos que él mismo mandó a construir

Pablo Escobar, uno de los narcotraficantes más buscados del mundo, y el más temido en la historia colombiana, se entregó a la justicia de su país el 19 de junio de 1991. Exactamente hace 30 años, el 22 de julio de 1992, logró escapar de la prisión que él mismo llegó a construir, ubicada en Envigado, Antioquia, limitando con el municipio de Medellín.

El reconocido narcotraficante se entregó a la justicia después de lograr un acuerdo con el gobierno del presidente en aquel momento, Cesar Gaviria, a cambio de no ser extraditado a los Estados Unidos y bajo la condición de ingresar en la cárcel que fue construida por hombres de su confianza y cercanos a su organización criminal, el Cartel de Medellín, conocida como La Catedral. Para lograr todo esto, Escobar ordenó el asesinato del exministro de justicia, Enrique Low Murtra, y a su vez, varios secuestros de personalidades de la vida pública.

La Catedral, antes utilizada como un centro de rehabilitación para drogadictos, fue ocupada por Escobar y sus más cercanos cómplices, entre los cuales se encontraban: Otoniel González "Otto"; Carlos Aguilar "Mugre"; John Jairo Velásquez "Popeye", Valentín de J. "Taborda"; Roberto Escobar "Osito"; Gustavo González "Tavo", Jorge Eduardo Avendaño "Tato", Johnny Rivera "El Palomo", José Fernando Ospina "El mago", John Jairo Betancur "Icopor", Carlos Díaz "La Garra" y Alfonso León Puerta "El Angelito".

Llevando casi un año detenido en la prisión, el terrorista y narcotraficante entra en polémica al darse a conocer que diferentes personalidades lo estaban visitando. Después de esto, se dio a conocer las comodidades que presentaba el establecimiento, como habitaciones cómodas, salas de billar y pool, bar, canchas de fútbol, vista de los contornos de la prisión, cuadros y a su vez muebles importados, etc. 

En La Catedral se celebraban también orgías y fiestas para amigos y sicarios. Esto causó que los medios cambien el apodo que una vez le habían dado a La Catedral: de "Cárcel de Máxima Seguridad" a "Cárcel de Máxima Comodidad".

Además de tener todas las comodidades deseadas dentro de La Catedral, se dio a conocer que el estar privado de libertad no era un impedimento para que Escobar siga manejando su cartel. 

El narcotraficante aumentó a $500,000 la cuota semanal que demandaba a sus cómplices Fernando Galeano y Gerardo Moncada, quienes se negaron a pagarla. Entonces, cómplices de Escobar entraron a una casa caleta propiedad de los Moncada y Galeano, donde robaron $23 millones. Después de esto, se pactó una reunión en la prisión con el narcotraficante para llegar a un acuerdo donde Escobar se adelantó a los hechos y decidió asesinarlos estando dentro de la cárcel. Este incidente se catalogaría como el punto clave conocido como “el comienzo del fin de Pablo Escobar”.

El gobierno de Cesar Gaviria, al enterarse de lo sucedido, decide presionar al gobernante y este ordena el traslado de Escobar a una "verdadera prisión", la cual en su momento era una base militar. Escobar, sintiéndose traicionado por el gobierno y temiendo su extradición y asesinato, se resiste al traslado y toma de rehenes a dos funcionarios mientras planea su fuga de la cárcel.

El 22 de julio de 1992, Escobar y sus cómplices logran huir de la prisión al patear uno de los muros de la parte trasera de la estructura, la cual estaba hecha de yeso. El narcotraficante huye con su equipo de manera tranquila, aprovechado la neblina que cubría la zona y el apagón conocido como la Hora Gaviria.

Al momento en que la fuerza pública se dirigía a La Catedral para el traslado de Escobar, se les informa de la fuga, rescatando a los funcionarios que tenían de rehenes. 

Posteriormente, el bloque de búsqueda se reactivó con la tarea de localizar al temido narcotraficante, a quien se le daría de baja en Medellín el 2 de diciembre de 1993 en el tejado de una casa.

El día de hoy se cumplen 30 años desde el primer paso que dio comienzo a un efecto dominó que llevó al fracaso de Pablo Escobar. También en julio se publicará el libro "El Chino: La vida del fotógrafo personal de Pablo Escobar", un reportaje y álbum de fotos sobre la vida de Edgar Jiménez -escrito por Alfonso Buitrago-, quien conoció al futuro capo desde muy temprana edad y capturó con su cámara los momentos más íntimos del poderoso capo del cartel de Medellín.

Jiménez, apodado "El Chino", habló recientemente con el programa BBC World Service Outlook sobre esos primeros años de amistad en la adolescencia y cómo, de adulto, él se reconectó con Escobar, quien lo contrató para administrar su espectacular rancho y zoológico y para fotografiar eventos al igual que los aspectos personales y familiares de su vida.

Pese a que acompañó durante varios años a uno de los hombres más buscados por la justicia, y de haber sido parte de su círculo interno, de compartir tragos con sus despiadados sicarios y de conocer las barbaridades que habían cometido, Jiménez no tiene reparos por su cercanía con Escobar. "El narcotraficante no era yo", dijo a la BBC. "Yo estaba haciendo una actividad legal que era la fotografía".

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