Un ganador en el tercer puesto

Actualizado
  • 13/02/2009 01:00
Creado
  • 13/02/2009 01:00
JERUSALÉN. “El proceso de paz se basa sobre en tres presunciones básicas falsas”, aseguró Avigdor Lieberman, líder del partido de extre...

JERUSALÉN. “El proceso de paz se basa sobre en tres presunciones básicas falsas”, aseguró Avigdor Lieberman, líder del partido de extrema derecha Israel Beiteinu (“Israel, nuestra casa”), que será decisivo en la formación y el curso político del próximo gobierno israelí. Esas premisas son “la afirmación de que el conflicto palestino-israelí es la causa principal de inestabilidad en Medio Oriente, que el conflicto es territorial y no ideológico y que el establecimiento de un Estado palestino partiendo de las fronteras de 1967 pondrá fin al conflicto”, sostuvo.

La política y la ideología de Lieberman desafían el derecho internacional, varias resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, a la base de todos los acuerdos de paz de Israel con los palestinos, a los israelíes moderados y al gobierno de EEUU. Israel Beiteinu resultó el gran ganador en las elecciones del martes, aunque quedó en tercer puesto, detrás del centrista partido Kadima, liderado por la canciller Tzipi Livni, que obtuvo 28 escaños de los 120 de la Knesset, y del derechista Likud, dirigido por el ex primer ministro Benjamin Netanyahu, que logró 27. Este jueves terminó el recuento de unos 100.000 votos de ausentes, muchos de ellos soldados. El resultado también favoreció a Livni. Siempre se esperó que Likud y Kadima fueran los principales contrincantes en la carrera por encabezar el próximo gobierno israelí, dado que el Partido Laborista, liderado por el ex primer ministro y actual ministro de Defensa Ehud Barak, continuó debilitándose y quedó en cuarto lugar.

ÁNIMO COMBATIVO

El meteórico ascenso de Israel Beiteinu y su creciente popularidad reflejan el ánimo combativo reinante en Israel. Los votantes viran cada vez más hacia la derecha, especialmente tras la reciente y sangrienta incursión en Gaza.

Aunque Lieberman obtuvo 15 escaños, menos de los 20 pronosticados por los expertos en opinión pública en vísperas de las elecciones, su buen desempeño electoral le permitirá ejercer una fuerte influencia en la determinación del próximo primer ministro. En las próximas semanas, Kadima y Likud intentarán obtener apoyo para encabezar un gobierno de coalición a fin de garantizarse la necesaria mayoría parlamentaria de 61 escaños. El presidente Shimon Peres apostará luego por el partido que crea con más probabilidades de lograr la mayoría y elegirá a su líder como próximo primer ministro, que luego tendrá que formar efectivamente el gobierno.

Tanto Livni como Netanyahu cortejan a Lieberman, y aunque él dijo que está abierto a los dos partidos también declaró preferir un fuerte gobierno de extrema derecha. En otras palabras, el Likud de Netanyahu.

En el caso improbable de que Israel Beiteinu acceda a formar un gobierno de coalición con Kadima, Livni todavía necesitará reforzar el apoyo con el concurso del Partido Laborista o del ultraortodoxo Shas, así como de los partidos más pequeños. Las diferencias ideológicas y políticas entre Kadima y el laborismo no son insuperables, sino más bien una cuestión de enfrentamientos de personalidad entre sus respectivos líderes.

FUTURO SOMBRÍO

No hay certeza sobre los próximos pasos del laborismo, y parece que Netanyahu surgirá como el próximo primer ministro. Esto no es un buen augurio para el futuro del proceso de paz.

Netanyahu se ha propuesto públicamente aplastar al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), que domina el territorio palestino de Gaza, si vuelve a ser primer ministro, puesto que ocupó entre 1996 y 1999. El ex jefe del gobierno se niega a admitir la abundante evidencia y a la creciente convicción en las arenas internacional, regional e incluso nacional de que no habrá solución militar al conflicto palestino-israelí, y que Hamás no debe ser ignorado y marginado de ninguna ecuación política. Netanyahu también ha dicho que continuará apoyando la expansión y el establecimiento de nuevos asentamientos israelíes en Cisjordania.

Éste último es un importante foco de discordia con la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que controla Cisjordania y es socia de Israel en el proceso de paz. Lieberman, él mismo colono en Cisjordania, es aún más extremista que Netanyahu, y socorrerá políticamente a un gobierno de extrema derecha.

EL EXTREMISTA MÁS POPULAR

Además de ser un extremista, Lieberman, hoy en el centro de una investigación policial por fraude, también es acusado de racismo. Los periodistas árabes tuvieron el acceso prohibido a la campaña electoral de Israel Beiteinu, que facilitó la cobertura de la prensa israelí y extranjera.

Lieberman, inmigrante en Israel desde su Moldova natal y ex guardia de seguridad en un club nocturno, se propone transferir a las poblaciones de varios poblados árabes del norte de Israel a un futuro Estado palestino, a menos que “demuestren su lealtad”. También anunció que presentará un proyecto de ley que requeriría jurar lealtad al Estado judío a todos los árabes israelíes, quienes, de no acceder, perderían la ciudadanía. El líder de Israel Beiteinu considera un acto de deslealtad la oposición a la guerra en Gaza mostrada por árabes con ciudadanía israelí. En la operación murieron unos 1.300 palestinos y unos 5.300 quedaron heridos.

El legislador árabe israelí Ahmad Tibi acusó a Lieberman de ser un inmigrante racista que lucha contra la población originaria de Israel, los árabes israelíes o palestinos con pasaportes israelíes. El político izquierdista israelí Yossi Sarid preguntó: “¿Cuál es la diferencia entre su partido y los partidos fascistas de Europa? Es el mismo mensaje y la misma técnica: sacar provecho de los mismos temores”.

LA ANP FAVORECE A LIVNI

La ANP, presidida por Mahmoud Abbas, dijo estar dispuesta a negociar con cualquier nuevo gobierno israelí si éste se comprometía con la paz. Sin embargo, funcionarios de la ANP declararon extraoficialmente que esperaban que en última instancia triunfara Livni, luego del escrutinio final de los votos.

Pero el problema es que al líder de Israel Beiteinu no le entusiasma la idea de una resolución de dos estados para el prolongado conflicto palestino-israelí. “Israel necesita explicar que el reclamo de un Estado palestino y el derecho de los refugiados a regresar es la fachada de un intento del Islam de destruir al estado de Israel”, dijo Lieberman.

Toda esperanza de un acuerdo con Hamás tras la operación militar en Gaza parece aun más remota, dado que Lieberman descartó cualquier cese del fuego con el movimiento islámico y, en cambio, se pronunció a favor de su destrucción. Mientras, en las calles palestinas la indiferencia ante cualquier nuevo gobierno israelí resulta evidente. Los palestinos han visto crecer los asentamientos y la continua expropiación de sus tierras y otros recursos bajo todos los gobiernos israelíes.

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