Como en 1991

Actualizado
  • 18/05/2009 02:00
Creado
  • 18/05/2009 02:00
WASHINGTON. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se reunirá hoy con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en medi...

WASHINGTON. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se reunirá hoy con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en medio de especulaciones de que las dos gobiernos podrían entrar en la peor confrontación de su historia desde 1991.

En 1991, como hoy, la administración estadounidense estaba determinada a involucrar al gobierno israelí en conversaciones de paz con los árabes sobre la base de acuerdos de “tierra por paz” en Cisjordania y otras zonas ocupadas. Entonces, como ahora, Israel era gobernado por el derechista Partido Likud fuertemente opuesto a ceder cualquier poder a los palestinos. Entonces, como ahora, funcionarios de Washington y de Israel estaban preocupados por otra amenaza fuera de los territorios en pugna. En 1991 era Irak, y hoy es Irán.

Hay, por supuesto, diferencias entre las situaciones de 1991 y hoy. Pero lo ocurrido entonces ofrece lecciones de lo que podríamos esperar en los meses o semanas siguientes.

ADVERTENCIAS MUTUAS

Ya, en vísperas de la reunión de este lunes, ambos gobiernos se han hecho algunas advertencias entre sí. Netanyahu afirmó que no podría aceptar un acuerdo con los palestinos hasta que esté seguro de que Washington tiene un infalible plan para tratar con Irán. Hasta ahora, el primer ministro israelí se ha negado a expresar su apoyo a la “solución de los dos estados”, uno palestino y otro israelí coexistiendo pacíficamente, fijada como meta por Obama, al igual que por su predecesor, George W. Bush (2001-2009).

Por su parte, Obama ha señalado claramente que Estados Unidos tiene su propio interés en procurar una paz entre palestinos e israelíes. Esto implica que esta vez, a diferencia de los pasados 16 años, Washington no permitirá a Israel dictar la agenda de las negociaciones. Obama y sus funcionarios también han señalado que un Estado palestino debe ser creado en Cisjordania y Gaza. Por su parte, Israel tiene que cumplir sus promesas —reiteradas varias veces, la última de ellas en la conferencia de paz de Annapolis en noviembre de 2007— de congelar la construcción de nuevas colonias judías.

Los asentamientos siguen creciendo, y hasta ahora ni el presidente estadounidense ni el Congreso legislativo han establecido ningún condicionamiento fuerte a la extremadamente generosa ayuda que da Washington en varias formas a Israel a cambio de que cumpla sus promesas. También, aunque Obama actuó rápido para nombrar, tras asumir el cargo, al ex líder de la mayoría del Senado George Mitchell como su enviado especial para el proceso de paz árabe-israelí, hasta ahora nadie ha anunciado ningún plan concreto para restaurar las conversaciones.

HACE 18 AÑOS..

En el verano boreal de 1991, la situación era muy similar. El entonces presidente George Bush padre (1989-1993) también trabajó duro para tratar de que Israel detuviera la construcción de asentamientos, y el entonces primer ministro Isaac Shamir (1983-1984 y 1986-1992) se resistió enconadamente.

En ese punto, Bush y su secretario de Estado, James A. Baker, decidieron intensificar las acciones. Baker fue al Congreso a explicar por qué una exitosa negociación de paz estaba entre los intereses de Washington y por qué el congelamiento de los asentamientos era esencial para ello. Baker logró un acuerdo para vincular las garantías de préstamos a Israel a los gastos en la construcción de colonias judías en territorios palestinos. En Israel, creció la percepción de que Shamir era un obstáculo para las buenas relaciones con Washington. En las elecciones de 1992, el Partido Likud de Shamir fue derrotado por el Partido Laborista, más favorable al proceso de paz. Bush también perdió elecciones en 1992. Diferentes actores en Washington dieron diversas explicaciones a su derrota.

La mayoría de los votantes recuerdan que Bill Clinton (1993-2001) obtuvo el triunfo al enfocarse en temas económicos. La frase “La economía, estúpido”, fue una suerte de lema no oficial durante su campaña, indicando el punto débil del gobierno de Bush. Pero influyentes personalidades en Washington convencieron a los gobiernos subsiguientes de que la insistencia de Bush padre a jugar duro con Israel había contribuido a su derrota, lo cual los disuadió de tomar la misma actitud.

OBAMA, A ROMPER PRECEDENTES

Obama claramente ha roto con los precedentes de sus antecesores inmediatos y parece haber adoptado una política más exigente con Israel. Tiene varias razones para hacerlo.

La más importante es el envío de 140.000 soldados a Iraq. Esas tropas estadounidenses dependen en gran medida de largas líneas de suministro, muchas de las cuales atraviesan otros países árabes. La erupción de otra crisis palestino-israelí, así como un eventual ataque israelí a Irán, podría poner sus vidas en riesgo. Además, después de haber estado en Iraq seis años, Estados Unidos tiene un mucho más vívido y profundo entendimiento de la práctica de “ocupación militar” que en 1991. Funcionarios han visto que tal ocupación no puede ser mantenida en forma indefinida, y que para terminarla se necesita involucrar a árabes e israelíes.

Por otra parte, las actitudes hacia Israel de parte del público en general y entre los judíos-estadounidenses han evolucionado significativamente desde 1991. Durante las elecciones del año pasado, algunos grupos partidarios del Likud hicieron campaña contra Obama. No obstante, el ahora presidente obtuvo dentro de la comunidad judía una mayoría aun más grande que en el electorado total.

Dentro de la colectividad, el Comité de Asuntos Públicos Estadounidenses e Israelíes (AIPAC), que apoya las prioridades del gobierno israelí de turno, por muchos años ha dominado la agenda del lobby judío. AIPAC sigue siendo fuerte, pero varias organizaciones judío-estadounidenses están desafiando, y con creciente efectividad, su monopolio Dentro del Congreso, el republicano William Delahunt, antes un fuerte representante de AIPAC, ahora tiene el respaldo de 103 auspiciantes diferentes para una resolución que expresa el apoyo a la tarea de Mitchell y a la solución de los dos estados.

En las dos semanas siguientes a su reunión con Netanyahu, Obama recibirá al presiente egipcio Hosni Mubarak y al palestino Mahmoud Abbas. También viajará a Egipto el 4 de junio para hacer su tan esperado discurso al “mundo musulmán”. Entonces, o poco después, Obama tendrá que revelar exactamente cuáles son sus planes para lograr la paz entre israelíes y palestinos.

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