Brasil y dos mujeres

Actualizado
  • 31/08/2014 02:00
Creado
  • 31/08/2014 02:00
"Los datos negativos económicos favorecen a la oposición"

Brasil ha vivido una semana de intensos debates electorales entre los siete candidatos a las presidenciales del próximo 5 de octubre. En el centro de las discusiones estuvo el anuncio de que la economía de Brasil (la primera en América Latina y la séptima en el mundo) entraba técnicamente en recesión. Los datos negativos económicos favorecen a la oposición, y se conocen solamente cinco semanas antes de las próximas elecciones donde la presidenta Dilma Rousseff busca la reelección.

En medio de la turbulencia económica y política dos mujeres acaparan la atención. Son ellas la candidata del Partido de los Trabajadores y actual presidenta del ‘gigante latinoamericano’, Dilma Rousseff, y Marina Silva, heredera política del fallecido candidato presidencial Eduardo Campos, quien, tras el fatal accidente de aviación que sufrió en plena campaña, dejó como legado una especie de aura ganadora sobre el Partido Socialista Brasileño (PSB). La tragedia generó inmediatas reacciones emocionales entre la población que, aunado a los profundos problemas sociales y la incertidumbre económica, catapultó a Marina Silva, una rival evangélica en una sociedad cada vez menos católica.

Aún es temprano para hacer pronósticos. Pero está claro que no será el fantasma de Campos el que podría derrotar a la experimentada Dilma Rousseff sino la desaceleración de la economía brasileña. El Producto Interno Bruto (PIB) de Brasil registró entre abril y julio de 2014 su segunda caída trimestral consecutiva, lo que indica una ‘recesión técnica’, la primera desde la crisis financiera de 2008.

Se atribuye la actual crisis al impacto del crecimiento negativo del sector industrial y la baja comercial. Por lo pronto, el FMI revisará a la baja el crecimiento de América Latina tras los datos negativos de Brasil. El que gane las elecciones tendrá que asumir los graves problemas de un modelo agotado, que no ha resuelto las extremas desigualdades sociales en salud, educación y transporte público, problemas que estuvieron presente durante la fiebre mundialista que ya pasó. Como terminó también el ‘boom económico’ de la década de Lula da Silva. La inconformidad es la realidad y dos mujeres canalizan las energías de los indignados brasileños.

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