La ONU aplaza la conferencia de Libia entre riesgos de una crisis humanitaria

Actualizado
  • 09/04/2019 16:35
Creado
  • 09/04/2019 16:35
Las milicias del el mariscal jalifa Hafter, anunció una ofensiva sobre Trípoli, ciudad que buscaba al bergar la conferencia de la ONU

La misión de la ONU (UNSMIL) pospuso hoy la Conferencia Nacional para la reconciliación en Libia prevista para el próximo domingo debido a la dureza de los combates por el control de Trípoli, que amenazan con desencadenar una nueva tragedia humanitaria en el país.

En un comunicado oficial, el jefe de la misión, Ghassam Saleme, admitió que no se dan las condiciones de seguridad necesarias para la cita pero prometió seguir adelante con el trabajo para volver a convocarla "los antes posible".

"Ha sido una dolorosa decepción escuchar una vez más los tambores de la guerra y presenciar el lanzamiento de una ofensiva que ensombrece el proceso político y la esperanza del avance y que socava la confianza requerida para lanzar un diálogo significativo", afirmó.

"Reitero que estoy más decidido que nunca a celebrar la Conferencia Nacional lo antes posible, ya que no podemos permitir que la oportunidad histórica que se presenta se pierda", subrayó el político libanés.

Pero "tampoco podemos pedir a los libios que asistan a una conferencia en el contexto de los bombardeos de artillería y los ataques aéreos, ya que debemos asegurarnos de que todos aquellos que expresaron su voluntad de responder a este evento histórico puedan asistir y puedan expresar sus opiniones libremente" afirmó.

Al hilo de este argumento, Salame insistió: "trabajaré, en la medida de lo posible, para permitir que la Conferencia Nacional de Libia se celebre lo antes posible, una vez que se restablezcan las condiciones para que pueda celebrarse".

"Trabajaré día y noche para poner fin a la escalada militar actual, garantizar que la razón y el interés nacional una vez más sustituyan a la fuerza y remienden las diferencias externas para permitir la resolución de la crisis en Libia", apostilló.

Trípoli es escenario de cruentos combates desde que el pasado jueves el mariscal jalifa Hafter, hombre fuerte del país, lanzara una ofensiva para la conquista de la capital con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, trabajando por el diálogo en la misma ciudad, en lo que constituye un claro mensaje a la comunidad internacional.

Desde entonces, sus tropas han avanzado a través de los barrios meridionales y ha ganado una serie de posiciones estratégicas, pero no ha sido capaz aún de quebrar la resistencia en torno al antiguo aeropuerto internacional de la ciudad, esencial en la estrategia militar.

El lunes, aviones de la Fuerza Aérea controlada por Hafter, procedentes de Emiratos Árabes Unidos, bombardearon diversas posiciones, tanto en el citado aeródromo como en la base militar de Maitiga, único aeropuerto en funcionamiento de la ciudad.

Los combates se libraron este martes en torno al aeropuerto internacional de la capital, en desuso desde hace años, sin que ninguna de las dos partes en conflicto lograra avances o retrocesos significativos tras la cruenta jornada de ayer.

La aminoración de los combates permitió que más familias de los barrios del sur de la ciudad lograran escapar en dirección a los distritos del norte y que aumentara el número de los que tratan de escapar a través de la frontera con Túnez.

Según la oficina de coordinación humanitaria de Naciones Unidas en el país, más de 3.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares y a convertirse en desplazados internos desde que hace cinco días estallaran los combates.

Grupos como Médicos Sin Fronteras y la Organización Internacional de la Migraciones (IOM), esta última dependiente de la ONU, han advertido, por su parte, del peligro en que se hayan los miles de migrantes irregulares que se encuentran en los centros de detención de la ciudad.

Otras ONG y organizaciones de defensa de los derechos humanos han advertido, por su parte, del riesgo de que estalle una nueva crisis humanitaria, y recordaron los abusos que cometieron las tropas de Hafter durante el asedio y conquista de las ciudad de Bengasi, que se prolongó cuatro años.

De conquistar la capital, el controvertido mariscal se haría prácticamente con el control de toda Libia, a excepción de la ciudad-estado de Misrata, principal puerto comercial del país, que ha enviado a sus tropas en auxilio del gobierno impuesto por la ONU en Trípoli.

Libia es un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera a la victoria de los diversos grupos rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi.

En la actualidad tiene dos focos de poder: un gobierno impuesto por la ONU y sostenido por la Unión Europea en Trípoli, y otro establecido en la ciudad oriental de Tobruk bajo la tutela de Hafter.

Del caos se benefician decenas de milicias y grupos mafiosos dedicados al contrabando de armas, personas y combustible que se han convertido en el verdadero motor de un estado con una economía destruida.

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