'Apartheid' de vacunas, la desigualdad que lastra la lucha contra las nuevas cepas

Actualizado
  • 24/12/2021 00:00
Creado
  • 24/12/2021 00:00
El segundo año de pandemia cierra sin cambios en la brecha de acceso a las dosis contra la covid-19. Solo la mitad del mundo logró la meta propuesta de la OMS para 2021, con un 40% de vacunados.

Ni los países ricos ni las farmacéuticas han cambiado sus estrategias sobre las vacunas y los problemas de acceso en relación a los países pobres. A pocos días de que se cumpla el segundo año desde que se conociera por primera vez de la covid-19, las naciones de la periferia del mundo continúan a la cola de la crisis.

A la fecha solo la mitad de los países ha logrado el 40% de su población inmunizada, una meta mínima propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como medida para superar la emergencia. No se consiguió, lo que dejó en evidencia otra vez la falta de interés por atender el problema de la vacunación desigual, una situación que la comunidad científica considera como de riesgo para la proliferación de nuevas cepas.

Mientras en EE.UU., Canadá, Australia y Europa occidental disponen de millones de vacunas que permanecen almacenadas, también aumentan las disputas de sectores en esos países que rechazan las vacunas; y en regiones de África o el Medio Oriente todavía hay médicos de primera línea que no han recibido ni una sola dosis.

“Es difícil de entender cómo es posible que, un año después de que las primeras vacunas contra la covid-19 se desarrollaran, tres de cada cuatro trabajadores sanitarios en África estén todavía sin vacunar”, denunció este miércoles Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS.

El jefe del organismo precisó que con las 8 mil millones de dosis que se han suministrado hasta el momento, todos los países habrían alcanzado al menos el 40% de inmunización, particularmente los grupos vulnerables, como personas mayores e inmunosuprimidas, además de trabajadores prioritarios (policías, sanitarios, obreros de puertos, etc.).

Datos de la OMS muestran que para inicios de diciembre, el 80% de las inmunizaciones correspondía a los países miembros del G20 –más ricos e industrializados–. Una situación que se suma a un mal ya conocido, el acaparamiento de las dosis.

El organismo había pedido a mediados de este año que se retrasara la aplicación de la dosis de refuerzo por parte de los países ricos, pero el ruego fue desoído. La aparición de la variante delta y ahora la ómicron, desnudan una inequidad estructural que deja a los países pobres en peores condiciones, dado que las nuevas evidencias apuntan a que la mayoría de los ingresos en salas de intensivos son de personas no vacunadas.

Los principales fabricantes de vacunas anticovid, fundamentalmente capitales estadounidenses y europeos, que han monopolizado la producción, todavía se niegan a liberar las patentes pese a haber obtenido miles de millones dólares en dinero público para el desarrollo de estas.

Al cierre de septiembre, compañías como Pfizer, BioNTech y Moderna alcanzaron ganancias combinadas de $65 mil por minuto, de acuerdo con estimaciones de Peoples Vaccine Alliance.

Estimaciones de Amnistía Internacional (AI), en su informe 'Dosis doble de desigualdad', revelan que tan solo estas tres farmacéuticas tuvieron ingresos estimados en $130 mil millones entre 2021 y 2022.

“Vacunar a todo el mundo es el único camino para salir de esta crisis (...) en vez de ello, para su vergüenza y nuestra tristeza colectiva, el bloqueo deliberado por parte de las grandes farmacéuticas de la transferencia de conocimientos y los tratos poco claros que hicieron en beneficio de los Estados ricos han gestado una escasez de vacunas totalmente previsible”, reclamó Agnès Callamad, secretaria general de AI.

Otros países productores de vacunas como Rusia y China han hecho un llamado para frenar el acaparamiento de vacunas, aunque al final igual han priorizado a su población.

A esto se suman las trabas de los gobiernos occidentales, y en particular de Washington, sobre la distribución de viales de estos países a Estados más pobres. Una expresión de la nueva guerra fría que avanza entre las tres potencias.

En medio de las críticas y el temor por las cifras disparadas tras la variante ómicron, el presidente estadounidense, Joe Biden, confirmó que donará 11 millones de dosis a varios países, 9 millones de estas para África. Mientras el Gobierno chino anunció que enviará mil millones, también para el continente africano.

América sigue siendo el continente más golpeado en términos de número de contagios y fallecidos, con más de 100 millones de casos confirmados y 2.3 millones de muertos. En América Latina preocupa el comportamiento de ómicron, más contagiosa que las anteriores y que ya se encuentra en Brasil, Panamá y México.

Por medio del mecanismo Covax –plataforma internacional de acceso a vacunas– varios Estados han recibido dosis, pero aún sigue siendo insuficiente. La Organización Panamericana de la Salud estimó que algunas naciones latinoamericanas podrían alcanzar este año el 40% de vacunados; pero muchas otras seguirán atrasadas, especialmente en el Caribe.

Con excepción de Cuba, único país de la región con producción propia de vacunas, y Chile, en Latinoamérica la tasas de vacunación están por debajo del 75%.

La OMS destaca que, de acuerdo con los análisis sobre el suministro de viales, para el primer trimestre de 2020 será posible inmunizar a toda la población global, al menos en papel. Un desafío que sigue en cuestión de no atender el apartheid de vacunas.

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