Entendiendo la guerra entre Rusia y Ucrania, y sus impactos

Actualizado
  • 16/03/2022 00:00
Creado
  • 16/03/2022 00:00
Vladimir Putin ordenó el pasado 24 de febrero atacar la región de Donbás. Las tropas rusas han atacado desde ese día varias regiones ucranianas. Putin está intensificando su bombardeo en lugar de dar un paso atrás. Aquí un análisis del conflicto bélico.
Una mujer es evacuada de un edificio de apartamentos en llamas, en Kiev, el 15 de marzo de 2022, después de que los ataques en áreas residenciales mataran al menos a dos personas, dijeron los servicios de emergencia de Ucrania.
Una vista interior de una casa dañada por los bombardeos en el distrito de Osokorky, en el sureste de Kiev.
Una mujer sostiene a su bebé de dos meses en un refugio temporal ubicado en un gimnasio de una escuela secundaria en Przemysl, cerca de la frontera entre Ucrania y Polonia.
Una mujer sostiene una pancarta mientras participa en una manifestación en Trafalgar Square, en el centro de Londres, el 5 de marzo de 2022.

En un mundo donde cada país posee su soberanía y donde no hay un gobierno mundial, existen dos ideologías para mantener la paz. Por un lado, los países pueden optar por el orden liberal internacional o el llamado “orden basado en reglas internacionales” y resolver sus problemas a través de instituciones globales como la ONU. Por el otro, pueden optar por tener una fuerza militar igual que la de su vecino que contrarreste cualquier amenaza a su soberanía (esta es la llamada ideología realista). Hoy los países utilizan una mezcla de ambas, cambiando su posición de acuerdo con los cambios de sus vecinos.

Durante la última ola de globalización que comenzó desde el año 2000, se disminuyeron las barreras al comercio, se impulsó la educación, y la tecnología ayudó a multiplicar los impactos en el bienestar de las personas. Por el lado del orden mundial, la caída de la Unión Soviética, aminoró los ejes del poder de una versión bipolar, liderada por EE.UU. y Rusia, hacia una versión mono-polar, liderada por EE.UU. y basada en el orden liberal, la cual se expandió a través de una extensión de los mercados comerciales y del sistema financiero.

Esta globalización amplió las expectativas de paz en el mundo y marcó indirectamente el triunfo del neoliberalismo económico que fue impulsado por Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Muchos países redujeron sus presupuestos militares y empezaron a tomar causas globales, como la reducción de la pobreza y el cambio climático, entre otras. Para Rusia, la globalización significó su entrada al mercado internacional, pero con una devaluación severa del rublo que afectó negativamente a toda su población.

La disolución de la Unión Soviética redujo también la importancia de Rusia en los podios mundiales. Enfocada en resolver sus problemas internos, Rusia queda excluida en la toma de decisiones, pero retoma su relevancia cuando se necesita coordinar esfuerzos para controlar las armas existentes en países exmiembros de la URSS.

En este tiempo Rusia crece su economía y busca encontrar su nueva identidad nacional, la cual no solo ha sido empañada por la disolución de la URSS, sino también por la alta corrupción que existe en el país, ligada a grupos oligarcas que toman el control de sectores y mantienen influencias sobre la justicia. Este espacio social le permitió a Putin consolidar su poder y encaminar la proyección internacional rusa.

Hacia 2001 China entra en la Organización Mundial del Comercio logrando sacar a millones de sus ciudadanos de la pobreza, pero manteniendo un coeficiente de desigualdad de ingresos relativamente estable, indicando que el flujo de esas riquezas pasaron grandemente a su sociedad. Así, el mundo se enfocó en el comercio global como el impulsor de la paz a través del orden liberal internacional. Pero aparecen crisis que llevan al cuestionamiento del sistema.

En 2001 ocurre el ataque a las torres gemelas, lo que cambia el paradigma tradicional de guerras convencionales, hacia guerras contra el terrorismo. y coloca al Medio Oriente como eje de los conflictos internacionales. Esto cambia el enfoque armamentista de uno enfocado en una guerra entre naciones hacia otro de una guerra urbana, lo cual impulsa también a la industria armamentista.

En 2008 aparece la crisis hipotecaria. En esta crisis, basada puramente en corrupción, muchas personas en EE.UU. pierden sus ahorros. El desenlace conlleva al cuestionamiento del sistema financiero al ver que se pierden millones de empleos y de ahorros, pero se rescata a las empresas y ninguno de los actores principales queda en la cárcel.

De estos eventos parten criticismos ideológicos que comienzan a borrar los lineamientos de las ideologías tradicionales de izquierda y derecha. Los de extrema izquierda acusan a los ricos y a las grandes corporaciones por sus males; los de la extrema derecha culpan a la falta de regulación y a que los gobiernos no incorporan la importancia de sus ciudades cuando toman las decisiones de liberar los mercados. Estos cuestionamientos van acompañados por una explosión en cambios sociales y culturales con agendas de inclusión que afectan directamente el pensamiento tradicional de las naciones en áreas como el aborto, la definición de familia y hasta la definición de matrimonio y al de los países, que comienzan a desconfiar de sus vecinos.

La Unión Europea se mantuvo trabajando por la globalización, pero hacia 2010, con la crisis soberana de Europa y las crisis migratorias, aumentó el descontento en la región con el sistema organizacional lo que se marcó con el Bréxit.

En los últimos años, el mundo ha visto un retorno de las inseguridades internacionales, apoyadas por la emergente rivalidad entre China y EE.UU., y una Rusia que no se quiere quedar atrás económicamente. Todas estas emociones culminan con la elección de personas como Donald Trump, Jair Bolsonaro y Recep Erdogan, entre otros, y en un aumento en la actividad de grupos extremistas en todo el mundo, particularmente en Europa.

Durante este tiempo, expertos geopolíticos como Henry Kissinger, George Keenan, George Freeman, y grupos académicos aconsejaron no expandir la OTAN, cuya misión principal era contrarrestar la amenaza de la URSS, pues esta amenaza deja de existir con su disolución. Es más, los expertos postularon que una expansión de la OTAN impulsaría a Rusia hacia una posición realista en sus relaciones internacionales limitando el progreso hacia la paz.

La guerra

Luego de 15 años de anuncios diplomáticos por parte de Rusia y de recientes anuncios sobre la posible inclusión de Ucrania en la OTAN, el presidente Putin decide usar la fuerza para ajustar el orden internacional y con ello fortalecer la nueva identidad rusa y negociar un acuerdo fronterizo desde una posición de poder.

No es desconocido que ambas potencias tienen planes de confrontación desde hace más de 50 años, y que hay un lenguaje diplomático entre ellas. Pero a diferencia de otras guerras, esta no incluye solo la parte militar, sino también la parte financiera, la mediática y la cibernética.

Por la parte financiera, la integración global ha permitido al mundo responder de una manera rápida y efectiva en contra de Rusia. Esto fortalece el sistema de reglas de orden internacional.

Por la parte mediática, al igual que durante la covid-19, han salido desinformadores y no-expertos alimentados por reportes sesgados que, sin tiempo para análisis, se transforman en noticias persuasivas en vez de informativas, devaluando la objetividad de las mismas. A estas filas se añaden los ciudadanos que pasan a ser reporteros y transforman una foto o un tuit en un análisis objetivo de la situación. En estos momentos es difícil creerle a cualquiera de las dos partes.

En la parte cibernética, a pesar de que no hay mucha información, los hackeos y ataques de ambas partes continúan exponiendo las vulnerabilidades del sistema. No obstante, esto también es parte del gran reseteo mundial que está causando cambios importantes a nivel global.

Lo triste de todo esto es que evidenciamos la naturaleza humana en acción indicando que a pesar de tantos años, la violencia parece estar enraizada en nuestros genes.

Los intereses

Cuando personalizamos y simplificamos las guerras entre bandos, perdemos la perspectiva de que existen otros intereses. Pero estos se desvelan una vez empezada la guerra. Cada país no se debe ver como un ente monolítico, sino como la victoria de distintos intereses políticos y económicos ante la proyección de su imagen a nivel internacional. En este sentido, la guerra es una oportunidad para impulsar cambios a través del caos.

En EE.UU. el presidente Biden, cuya aprobación en febrero de 2022 de 41% vs. Trump (39%), tiene elecciones para el congreso en octubre. Para él, la guerra le da una oportunidad para proyectar su imagen y fortalecer a los demócratas en estas elecciones. Adicionalmente, la guerra trae consigo contratos, exportaciones de energía, armas, planillas para soldados privados, e inversión en bases militares, lo que le ayuda expandir su economía. Especialmente si hay sanciones totales o parciales a la energía y de granos de Rusia, lo cual le permite a EE.UU. expandir su exportación de petróleo, gas y de granos.

Para la Unión Europea, la guerra ha sido una renovación del espíritu de unidad. Bruselas estaba experimentando una gran oposición de sus miembros, pero ahora, puede expandir sus espacios para añadir nuevas regulaciones, especialmente en la parte ambiental y migratoria. También se pueden observar otros intereses en juego, como los de Francia, con la parte nuclear, y los de Alemania, con la parte del presupuesto de defensa nacional. El Reino Unido, un actor importante del evento, se beneficia junto con EE.UU. de fortalecer sus vínculos financieros y comerciales con Europa, que se han debilitado como resultado del Bréxit. A esto le podemos añadir aquellos políticos que están fortaleciendo su imagen, como la de Macron en Francia y la de Erdogan en Turquía.

Para China, que ha mantenido una política de no intervención a través de la historia, la guerra le permite balancear los intereses internos y externos acerca de qué posición debe tomar. China, un actor importante en el teatro global, tiene problemas con su sector de bienes raíces y ha estado aumentando la regulación de sus mercados que va desde la regulación de las horas que los niños pueden jugar videojuegos, hasta los negocios que pueden tener las empresas tecnológicas. China también está impulsando el uso de su criptomoneda para reemplazar al dólar y también puede reemplazar a las multinacionales que salgan de Rusia con sus empresas. Al mismo tiempo, muchos de los sectores de extrema maoístas dentro del partido están viendo la guerra como una forma de aumentar las iniciativas internas y mejorar la equidad salarial –esta es una presión grande para el partido y el presidente Xi. Por esta razón, se puede decir que China está moviéndose estratégicamente. Por un lado, no condena a Putin porque puede afectarle por la parte de Taiwán, por el otro, China puede al final congratularse con el resto del mundo al cambiarse de bando en el último momento como le hizo Stalin a Mao y también puede trabajar como un gestor entre las potencias.

Por estas razones se puede esperar que de esta guerra saldrán nuevas elites, políticos, ricos y oligarcas que han impulsado sus intereses. Y, como siempre, serán los países emergentes los que sufren en estos conflictos.

Escenarios e impactos

Las guerras incluyen a muchos agentes y es de esperar que habrá un ajuste en la geopolítica global. Estos ajustes dependerán del grado de negociación entre las potencias, y el resultado final todavía está por verse. Sin embargo, está claro el pronosticar que ocurrirán aumentos en los precios de la energía, de los granos y de los fertilizantes, y de todos los derivados de los mismos. Estos aumentos fortalecerán la creciente inflación que ya se está sintiendo por todo el mundo e impactará a las canastas básicas mundiales.

Entre los posibles escenarios tenemos:

*Putin establece un gobierno títere en Ucrania.

*Ucrania retorna, pero la OTAN da garantías de no expansión y establece medio de monitorizar la situación.

*Putin se retira, pero se mueve el conflicto a nivel de terrorismo urbano con inestabilidad.

Impactos de alta probabilidad:

*Pérdida de bienestar para Rusia, incluyendo el cierre de algunas multinacionales y empresas locales.

*Pérdida de bienestar para el mundo en cuanto a impacto de la inflación producto de aumentos en costos de energía, granos y de fertilizantes.

*Desaceleración en la economía europea. Fortalecimiento del dólar y del sistema financiero basado en el mismo.

*Fortalecimiento de la Unión Europea como proyecto de integración.

*Fortalecimiento de la economía de EE.UU.

*Renovación de la ideología realista.

*Fortalecimiento del sistema de pagos chino y del uso de las criptomonedas.

*Mayor miedo en el mundo.

*Mayor tendencia a ceder derechos en pro de la seguridad nacional.

Impactos al comercio internacional

El conflicto militar y las sanciones económicas tendrán un impacto disruptivo en las cadenas de suministro, lo que se transforma en alzas de precio en los productos, la falta de disponibilidad de buques y contenedores en los lugares y momentos en que debían haber estado disponibles. Las cadenas ya están congestionadas y la guerra empeorará la situación.

Las sanciones tendrán su impacto directo en relación a los mercados importantes de EE.UU. y Europa, sin embargo, también afectarán los mercados latinoamericanos, africanos y de Asia. En este mundo interconectado por cadenas de valor, un impacto negativo en un nodo importante se replica a través de todas las cadenas. Las sanciones no solo afectarán la producción y las exportaciones de esos países, sino también la operación de muchas empresas rusas que también apoyan la región de Asia Central. Esto repercutirá también en el turismo regional disminuyendo esos ingresos para muchos países.

El comercio marítimo

Las sanciones afectarán al comercio marítimo en distintas áreas.

Como Rusia no es un país con tanta relevancia en el comercio mundial (0.64% según la Unctad), su impacto no es tan grande en el área de contenedores. Algunas navieras como Maersk han indicado que limitarán los servicios a puertos rusos, pero el país tiene ferrocarriles y carreteras que le permiten sacar carga por otras modalidades.

Las exportaciones de granos, que son significativas, y los embargos comerciales van a tener impacto en el segmento de los buques graneleros, que tendrán que reorganizar sus fuentes para abastecer al mercado europeo. El tema alimentario se complica también debido a que las exportaciones de fertilizantes de Ucrania, un proveedor importante, tendrán que ser reemplazadas por otras fuentes más caras. Cabe mencionar que hoy no hay fuente que pueda compensar los volúmenes de producción de granos ni de fertilizantes perdidos de la región Ucrania-Rusia.

El impacto negativo sobre el comercio energético ruso impulsará las exportaciones de gas natural licuado y de petróleo y derivados de EE.UU. hacia Europa, especialmente aquellos que están en el mercado spot. Esto pondrá presión en ese segmento sobre aquellas exportaciones hacia Asia –lo que podrá afectar algunos tránsitos del mercado spot por el Canal de Panamá– pues el mercado ruso no es relevante para el Canal.

Un papel importante estará jugando la ruta de la seda china. Esta iniciativa le permitirá a Rusia impulsar su comercio con China y Europa a través de los ferrocarriles y los camiones. La falta de monitorización impedirá una evaluación de ese comercio. Posibles acuerdos entre EE.UU. y el Gobierno de Venezuela indican que EE.UU. está dispuesto a trabajar con Venezuela a pesar de sus diferencias y, por otro lado, que no permitirá la triangulación del petróleo ruso desde Asia.

Para Panamá, la guerra aumentará directamente los costos energéticos e indirectamente la producción agrícola local, lo cual, aunado a los altos fletes marítimos y el uso del dólar, afectará la competitividad del país. El impacto también se verá en el alza del costo de los alimentos y licores (como cerveza) por escasez de granos, y en jabones y detergentes que tienen insumos petroquímicos. Panamá debe trabajar coordinadamente para impulsar políticas que usen su ventaja competitiva (logística) para tratar de mitigar el impacto de los precios.

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