Según el comunicado de la ANA, los billetes y monedas encontrados corresponden a denominaciones de los países de Brasil, Cuba, Turquía, entre otros.

- 20/08/2025 00:46
La administración del presidente Donald Trump envió al Caribe tres de sus más modernos destructores —el USS Gravely, el USS Jason Dunham y el USS Sampson— acompañados de 4.000 soldados, en lo que constituye el despliegue naval más contundente en la región en los últimos años.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, confirmó el 19 de agosto que la decisión busca frenar el “flujo de drogas” hacia Estados Unidos, reforzar la seguridad marítima y enviar un mensaje directo al régimen venezolano. “El régimen de [Nicolás] Maduro no es el gobierno legítimo de Venezuela. Es un cartel del narcotráfico”, declaró ante periodistas, subrayando que el líder venezolano está acusado por Washington de tráfico de drogas y señalado como cabecilla del llamado Cartel de los Soles.
De acuerdo con la agencia Reuters, el grupo naval que arribó en las últimas 36 horas forma parte del Iwo Jima Amphibious Ready Group, especializado en despliegues rápidos y operaciones combinadas. El Pentágono ya había anticipado este movimiento días atrás, y lo justificó como parte de la estrategia de Estados Unidos para “contrarrestar amenazas contra la seguridad nacional provenientes de organizaciones narcoterroristas en la región”.
La reacción de Caracas fue inmediata. El presidente Nicolás Maduro apareció en cadena nacional para anunciar el despliegue de 4.5 millones de milicianos en todo el país, con el objetivo de defender lo que denominó la soberanía venezolana.
“Nuestros mares, cielos y tierras los defendemos nosotros. Ningún imperio del mundo va a venir a tocar suelo venezolano”, afirmó el mandatario, quien además calificó la presencia naval estadounidense como una “humillación” para Sudamérica.
La tensión entre Washington y Caracas se intensifica en un contexto marcado por sanciones económicas y confiscaciones de activos. Apenas la semana pasada, la administración Trump informó la incautación de más de 700 millones de dólares en propiedades supuestamente vinculadas a Maduro, entre ellas mansiones en Florida y República Dominicana, aviones, una granja de caballos y joyas de alto valor.
Los tres destructores enviados al Caribe pertenecen a la clase Arleigh Burke, considerados entre los buques más versátiles y poderosos de la Armada de Estados Unidos.
USS Gravely: equipado con misiles Tomahawk, sistemas de defensa aérea SM-2, SM-3 y SM-6, y el sistema Phalanx CIWS. Su diseño incluye un hangar para helicópteros y su nombre honra al vicealmirante Samuel L. Gravely Jr., primer afroamericano en comandar un buque de guerra en la marina estadounidense.
USS Jason Dunham: también de la serie Flight IIA, rinde homenaje al cabo de Infantería de Marina Jason Dunham, héroe de la Guerra de Irak que recibió póstumamente la Medalla de Honor.
USS Sampson: lleva el nombre del contraalmirante William T. Sampson, protagonista de la Guerra hispano-estadounidense. Es el tercer buque de la historia naval de EE.UU. en llevar ese título.
Cada uno de ellos está equipado con el sistema de combate Aegis, capaz de detectar y neutralizar amenazas múltiples, lo que refuerza el mensaje político-militar de la Casa Blanca en la región.
El despliegue estadounidense se da en un momento en que Venezuela enfrenta una profunda crisis política, económica y social. Maduro, desconocido por gran parte de la comunidad internacional, sostiene su permanencia en el poder gracias al apoyo de sectores militares, la represión a la oposición y el respaldo diplomático de aliados como Rusia, Irán y China.
Washington, en cambio, ha liderado la presión internacional contra su gobierno, imponiendo sanciones, desconociendo su legitimidad y ofreciendo una recompensa de 50 millones de dólares por información que lleve a su captura.
La llegada de los destructores también busca fortalecer la cooperación de Estados Unidos con países vecinos como Colombia, Guyana y las islas del Caribe, que han denunciado la expansión del narcotráfico en la región.
Aunque el Pentágono insiste en que la operación forma parte de la estrategia contra el narcotráfico, analistas advierten que la presencia militar estadounidense cerca de las costas venezolanas eleva el riesgo de incidentes diplomáticos o incluso enfrentamientos en el mar.
Para algunos expertos, el despliegue constituye una demostración de fuerza que combina la lucha antidrogas con un claro mensaje político de no reconocimiento al régimen de Maduro. Otros advierten que la medida podría escalar tensiones y ser utilizada por Caracas como argumento para reforzar su discurso antiimperialista.
En cualquier caso, la presencia de los USS Gravely, Jason Dunham y Sampson a pocos kilómetros de Venezuela marca un nuevo capítulo en la confrontación entre Washington y Caracas, que mezcla geopolítica, seguridad regional y la lucha por el control de rutas estratégicas en el Caribe.
Con tres destructores de última generación en el Caribe y millones de milicianos activados en Venezuela, la región entra en un periodo de máxima tensión, donde cada movimiento será interpretado como un gesto de poder y resistencia.