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¿El Salvador quería seguir a la izquierda o girar a la derecha?
- 23/03/2014 01:02
Uno de los elementos básicos de la democracia es que los mandatarios son escogidos por el voto de la mayoría. En teoría, los grupos minoritarios, al verse superados, aceptan su derrota y, aunque ejercen su poder de fuerza opositora, son conscientes de que una mayoría eligió otra oferta política.
Pero, ¿qué sucede en un caso como el de El Salvador donde, utilizando lenguaje hípico, Salvador Sánchez Cerén venció en un final de fotografía? La apretada victoria del candidato oficialista del “Frente Farabundo Martí Por la Liberación Nacional” (FMLN) en las elecciones del pasado 9 de marzo, se logró con el 50.11% de los votos válidos, según el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Su contrincante, el alcalde de San Salvador, representante de la Alianza Nacionalista Republicana (ARENA), Norman Quijano, logró el 49.89% de preferencia. Es decir, entre uno y otro hay apenas 0.22% de diferencia.
A diferencia de la primera ronda, según el Código Electoral salvadoreño, en e l artículo 261, presidente electo será el que gane no importa por cuanto de diferencia: “El ganador de la segunda elección será el partido político o coalición que haya obtenido el mayor número de votos de acuerdo al escrutinio practicado”.
En números 50.11%, 40.89%, 0.22%; ¿Qué representan estos pequeños porcentajes si no se conocen las cifras? Al ver los números, estas pequeñas diferencias se tornan aún más importantes.
Sánchez Cerén venció a Quijano solo porque hubo 6 mil 364 personas que preferían la propuesta del exguerrillero. Quizás una diferencia tan mínima no sería significativa si el nivel de abstencionismo hubiese sido alto; pero, por el contrario, la participación fue alta. Para la segunda vuelta electoral de El Salvador, votó el 61% de la población habilitada. Eso significa: 3 millones 16 mil 958 adultos. El Banco Mundial indica que hay 6 millones, 297 mil salvadoreños. Esto quiere decir que el 47% del país acudió a las urnas.
Tan nimia es la diferencia entre un aspirante a la presidencia y el otro, que la cantidad de votos en blanco es mayor que los votos por los que el exguerrillero supera al alcalde de San Salvador: 8915 personas no marcaron su papeleta; es decir, que el abstencionismo superó en 2 mil 551 personas al grupo que le dio la victoria a un candidato por sobre el otro.
Un ejemplo adicional de la poca magnitud entre un candidato y otro: Sánchez Cerén ganó por 6 mil 364 votantes a su favor. Los votos nulos triplican esa cantidad. En total, hubo 19 mil 579 votos considerados como no validos.
Pero si se ven los votos impugnados, todo se complica aún más. La diferencia entre la nómina de derecha y la de izquierda es tan reducida que los votos en discusión son casa la mitad de esa diferencia: la segunda vuelta arrojó 3 mil 198 papeletas puestas en duda. Eso es equivalente a la mitad de los votos que le dan la victoria a Sánchez Cerén.
De resolverse estas 3 mil 198 impugnaciones (y en un panorama perfecto), hay dos opciones: o la ventaja entre el exparamilitar y Norman Quijano sube a 0.33%; o el alcalde de derecha reduce las preferencias al 0.11%. Sí, es cierto, ARENA no podía revertir la situación con los votos en discusión; sin embargo, en una situación idílica en donde todas las impugnaciones fueran a su favor, se dejaba más claro aún lo cerrado de la contienda y lo segmentado que está el país.
¿Presidente espurio? Ante un resultado tan cerrado, el candidato perdedor, Norman Quijano interpuso toda una serie de recursos ante el TSE, seis en total, los cuales fueron todos rechazados. Además, llevaron un recurso a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
Las solicitudes negadas iban desde revisar “voto por voto”, hasta a la anulación del proceso.
El pedido de revisión de cada una de las papeletas, no fue aceptado porque, indicó a varios medios el presidente del TSE, Eugenio Chicas, “está prohibido por la ley”. La anulación del proceso, también rechazada, fue calificada por Mauricio Funes, actual presidente, electo también por el FMLN, como un pedido “ a todo punto de vista es ilógico, irracional, anticonstitucional”.
ARENA también acusó a Sánchez Cerén y a sus copartidarios de que el día de las elecciones presos fueron llevados a votar. El viernes 21, la agencia Prensa Latina publicó que el vicepresidente de ideología de ARENA, Ernesto Muyshondt declaró que, según sus investigaciones, 10 mil reos pudieron votar.
Horas después, reportó la misma agencia, el director de Centro Penales, Rodil Hernández, desmintió las acusaciones, quien mencionó que no se descarta demandar a Muyshondt.
Apoyo de afuera Como si fuera un intento para terminar de acallar los reclamos de la derecha que tildó a Sánchez Cerén de ganador “fraudulento” e “ilegítimo”, la OEA declaró el pasado viernes 14, a varias agencias internacionales que las votaciones del 9 de marzo fueron “transparentes”, indicó AFP.
Ese mismo viernes 14, a pesar de que el TSE oficializó al exguerrillero como presidente electo dos días después, el 16 de marzo, varios presidentes latinoamericanos de corte izquierdista procedieron a enviar sus congratulaciones a Sánchez Cerén. Entre estos Daniel Ortega de Nicaragua, Evo Morales de Bolivia, Rafael Correa de Ecuador, Nicolás Maduro de Venezuela y Raúl Castro de Cuba, por mencionar a algunos.
Caso opuesto fue el del gobierno de Estados Unidos. Varios diarios salvadoreños, entre ellos el periódico digital La Página, reportaron que la embajadora de EEUU en El Salvador, Mari Carmen Aponte, al ser cuestionada si reconocían a Salvador Sánchez Cerén como el próximo presidente, dijo: “Trabajaremos con el gobierno que sea elegido”. El medio en linea también registra que, tras estas declaraciones, la diplomática añadió: “hay procesos que no han terminado (...) y es importante que la ley y los procesos de ley de El Salvador se sigan, hay otras acciones que están pendientes”.