¡A volar, ‘Mariamulata’!

Hace ya casi dos años, la elección de Judith Pinedo como alcaldesa de Cartagena fue celebrada como un triunfo histórico sobre la politiq...

Hace ya casi dos años, la elección de Judith Pinedo como alcaldesa de Cartagena fue celebrada como un triunfo histórico sobre la politiquería y la corrupción que tanto han carcomido a una hermosa ciudad que todos los colombianos valoramos como propia. La refrescante victoria de ‘Mariamulata’ despertó toda suerte de ilusiones. Demasiadas, por lo visto.

El fuerte bajonazo de su favorabilidad en la reciente encuesta de ‘Cartagena, cómo vamos’ (cayó 28 puntos) demuestra que su administración sufre del mal de las grandes expectativas. Sumado a un problema de gestión y gerencia.

La alcaldesa tiene carisma, su línea prioritaria es social y se entiende que esté empeñada en combatir la pobreza extrema en una ciudad donde el 65 por ciento de la gente pertenece a los estratos 1 y 2. Pero se le fue la mano en promesas (15,000 viviendas, por ejemplo, y va en 145), sin tener herramientas, equipo, ni recursos necesarios para cumplirlas. Esto se paga luego, cuando el pueblo ve que las cosas no cambian como esperaba. Y, sobre todo, cuando se lo cobran sin compasión los políticos desplazados del botín burocrático —de concejales a senadores—, hoy dedicados a socavar el mandato de ‘Mariamulata’.

Ella los ha mantenido a raya — ya no hay los escándalos de antes— y purificar la alcaldía ha sido hasta ahora su mayor logro. Pero necesita avanzar. Urgen más obras y más acciones tangibles en muchos campos, además del prioritario social: en descongestión y ampliación de vías, descontaminación de playas y bahías, control de construcciones, calidad del agua, saneamiento ambiental en general. Y algo hay que hacer para reducir trancones de fin de año, inundaciones en el centro, coliformes (bacterias) en la Ciénaga de la Virgen..

Soy viejo amante y visitante asiduo de Cartagena, y capto una petición generalizada de mayor presencia de la alcaldesa al frente de decisiones políticas de peso y proyectos de alto impacto. Como el mercado de Bazurto, el Cerro de la Popa, el aún enigmático Túnel de Crespo o el propio TransCaribe, la “obra de obras”, que ya lleva cuatro años y aún no se sabe (pese a que ha avanzado más en esta administración) cómo ni cuándo quedará listo.

Menos socialbacanería y más eficiencia administrativa reclaman sus críticos. Progresos en educación o salud no se miden a corto plazo ni dan dividendos políticos inmediatos, responden sus defensores.

Lo cierto es que a la mandataria cartagenera le convendría mostrarse más en ciertos frentes de trabajo y hay obras que deben comenzar a verse. El tiempo apremia y las expectativas siguen siendo altas.

Existe la sensación de que la máquina de la administración es lenta y los procesos muy demorados y hay un excesivo celo por no equivocarse. Judith Pinedo se la jugó con un equipo de gente joven, en algunos casos inexperta, y el costo del aprendizaje ha sido alto.

Cartagena tiene al frente a una persona honesta, que no anda repartiendo contratos a “gatas” ni “turcos”, ni a los concejales y congresistas de siempre. Mantiene la credibilidad para recuperar confianza. Lo clave es que meta el acelerador y no se estrelle.

No es fácil moverse sin tropiezos entre el primer y el cuarto mundo. Entre las exigencias del turismo de cinco estrellas y las necesidades de la pobreza extrema. O entre los sabotajes de los políticos que alejó y las cercanías de los empresarios que la apoyaron.

Pero ese es el reto que se echó sobre sus hombros Judith Pinedo. El de fortalecer el atractivo internacional de la ciudad más bella del Caribe y combatir la inequidad que cunde más allá de sus murallas.

Si alguien puede, en los dos años y medio que le restan, es ‘Mariamulata’. A volar se dijo.

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