Covid-19: ¿Cómo va la carrera por la vacuna?

Actualizado
  • 17/07/2020 00:00
Creado
  • 17/07/2020 00:00
Para inicios de julio había al menos 160 ensayos de vacunas, según la OMS. Aún no está claro el grado de acceso que tendrán los países del tercer mundo a los tratamientos

La pandemia de la covid-19 ha puesto en cuestión el orden establecido, modificando desde el intercambio comercial transnacional y las dinámicas geopolíticas, hasta las relaciones interpersonales más básicas.

Hasta el momento se registran unos 13,3 millones de contagiados en el mundo y más de medio millón de fallecidos de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Unas cifras que avanzan con fuerza, especialmente en el continente americano.

Frente a esto, el desarrollo de una vacuna se ha convertido en carrera contra el tiempo. Siendo un trabajo que normalmente tomaría años de pruebas e investigaciones, la crisis provocada ha acelerado ese proceso.

Tanto instituciones públicas como privadas se han involucrado en el desarrollo de tratamientos. Tan solo para inicios de julio, había al menos unos 160 ensayos de vacunas, según la OMS.

Pese a la urgencia de una vacuna, su producción debe pasar un proceso técnico-científico que garantice su efectividad y su uso seguro. Dividido en fases, la primera etapa de producción implica hacer pruebas sobre un número reducido de voluntarios sanos, para evaluar posibles efectos secundarios y su seguridad.

En la segunda fase, la vacuna se aplica a un número mayor de personas, por encima de 100. Aquí se observa si su sistema inmunitario responde al tratamiento. Ya en la tercera etapa, las pruebas se realizan con miles de pacientes; se revisan no solo los datos de las fases anteriores, sino también cómo actúa la vacuna y su efectividad en proteger a las personas expuestas al virus.

Las alternativas

Entre las opciones más prometedoras está la llevada por la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca. Esta ya se encuentra en fase tres, teniendo ensayos clínicos en el Reino Unido, Brasil y Sudáfrica.

AstraZeneca, de capital británico, mantiene un acuerdo con el Gobierno de Estados Unidos para realizar pruebas con pacientes de ese país; esto como parte de la 'Operation Warp Speed', con participación de empresas privadas, organismos federales de salud y el Departamento de Defensa.

Esta iniciativa de la Casa Blanca plantea, entre otras cosas, inversiones millonarias para empresas en el desarrollo de tratamientos cuyos resultados tendrán, en un inicio, un uso prioritario en suelo estadounidense.

La administración del presidente Donald Trump respalda también otros proyectos, como el impulsado por la firma Moderna y la empresa Johnson & Johnson, ambas también en ensayos de fase tres para agosto y septiembre.

Otros proyectos importantes tienen lugar en China, con la empresa CanSino Biologics, que trabaja en conjunto con la Academia de Ciencias Militares de ese país. De igual forma se encuentra en la tercera etapa de desarrollo y a la espera de la autorización para iniciar pruebas entre los efectivos militares chinos. Al mismo tiempo, Pekín ya adelanta conversaciones con Arabia Saudita, Brasil y Rusia para la realización de ensayos.

AstraZeneca, de capital británico, mantiene un acuerdo con el Gobierno de Estados Unidos.

También en la tercera etapa en China se encuentran los trabajos de la compañía privada Sinopharm y la empresa pública Sinovac Biotech, esta última con acuerdos de pruebas en centros de investigación en Brasil.

Otras de las propuestas, aunque en fase uno y dos, son los ensayos que lleva el Imperial College de Londres. En las mismas etapas de ensayos está la alianza de las empresas Fosun Pharma, BioNTech y Pfizer; de origen alemán y estadounidense. En fase uno destacan CureVac (Alemania) e Inovio (EE.UU.), ambas con respaldo de la Fundación Bill y Melinda Gates.

En Rusia también se estarían adelantando investigaciones por el Ministerio de Defensa ruso y el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaley; este todavía en fase uno.

Acceso para todos

En medio de esta carrera por una vacuna, las discusiones éticas sobre el acceso futuro a los tratamientos es una de las principales preocupaciones de una parte de la comunidad científica.

Al respecto, la epidemióloga e investigadora de la Universidad de Sevilla, Concepción Cruz Rojo, apunta: “Una vacuna que debe tener esas tres premisas fundamentales (...) (que sea) segura, eficaz (inmunógena) y disponible para toda la población, al menos a precios muy asequibles y según las posibilidades de compra de los gobiernos correspondientes”.

Las mismas discusiones éticas están sobre los métodos que se utilizan para su desarrollo, principalmente cuando se exigen resultados rápidos. “Investigar de forma ética implica que la metodología sea adecuada y respetuosa con seres humanos, animales y naturaleza”, subraya Cruz.

Aunque varios ensayos clínicos se han empezado a realizar en países en desarrollo, por el momento ningún gobierno de regiones periféricas ha podido garantizar el futuro acceso seguro a una vacuna.

Una preocupación latente que recuerda lo ocurrido con la pandemia del VIH/sida que apareció a mediados de los años 80. Entonces, pese a encontrarse un tratamiento retroviral desde 1996, este no llegó efectivamente a países del tercer mundo sino casi ocho años después.

Ante esto, la Asamblea General de Naciones Unidas pidió en abril pasado un acceso universal” y “rápido” a la vacuna, evitando la especulación en la producción de medicamentos.

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