Renuncia el primer ministro peruano en medio de una profunda crisis de seguridad y descontento social

  • 14/05/2025 10:50
La caída de Adrianzén se precipitó después de que negara públicamente el secuestro de 13 trabajadores de la mina Poderosa, en la provincia de Pataz (La Libertad), pese a los testimonios de sus familias

A pocas horas de enfrentar una interpelación en el Congreso y en la antesala de una nueva huelga nacional por el incremento de la delincuencia, el primer ministro de Perú, Gustavo Adrianzén, presentó su renuncia este martes a la Presidencia del Consejo de Ministros. La dimisión ocurrió tras una jornada marcada por presiones desde múltiples bancadas legislativas que reclamaban su salida inmediata. Adrianzén, quien asumió el cargo hace apenas 14 meses, se convirtió en el tercer jefe de gabinete durante la gestión de Dina Boluarte, que suma dos años y medio en el poder.

El exministro de Justicia durante el gobierno de Ollanta Humala no logró revertir la crisis de credibilidad que afecta al Ejecutivo. Sucedió a Alberto Otárola, quien dimitió tras una denuncia de acoso sexual, y mantuvo una actitud confrontativa frente a los medios, con una defensa incondicional de la presidenta Boluarte como uno de sus sellos.

La caída de Adrianzén se precipitó después de que negara públicamente el secuestro de 13 trabajadores de la mina Poderosa, en la provincia de Pataz (La Libertad), pese a los testimonios de sus familias. El hallazgo posterior de los cuerpos, asesinados por una organización criminal, generó indignación generalizada. La oposición impulsó entonces hasta cuatro mociones de censura en su contra, señalándolo por su inacción ante la ola de criminalidad y su falta de liderazgo en materia de seguridad.

Pataz había sido declarada en emergencia por el Gobierno más de un año atrás, sin embargo, los residentes afirman que los operativos policiales no se realizan en las zonas donde operan los grupos armados ilegales.

En un breve mensaje televisado desde Palacio de Gobierno, Adrianzén defendió su paso por la jefatura del gabinete: “Ejercí el cargo con responsabilidad y compromiso, siempre fiel al juramento de servir al país sin incurrir en actos de corrupción”, aseguró. En lugar de reconocer errores, el saliente primer ministro pidió reconocimiento a su gestión. “Estoy convencido de que la historia hará justicia con quienes se atrevieron a gobernar en tiempos difíciles. Más temprano que tarde, se valorará nuestro esfuerzo”, agregó.

Tras la renuncia, la presidenta Boluarte reconfiguró su gabinete. Nombró a Raúl Pérez-Reyes —hasta entonces ministro de Transportes y Comunicaciones— como nuevo titular de Economía y Finanzas, en reemplazo de José Salardi. El general en retiro Carlos Malaver Odias asumió el Ministerio del Interior, mientras que César Sandoval quedó al frente de Transportes y Comunicaciones.

La administración de Boluarte continúa inmersa en una crisis de gobernabilidad. Según la encuestadora Ipsos, la presidenta no cuenta con apoyo alguno en la región norte del país, y su nivel de desaprobación ha superado el 90% en todas las regiones del territorio nacional.

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