Haití entra en la fase de “milagro”

Actualizado
  • 19/01/2010 01:00
Creado
  • 19/01/2010 01:00
PUERTO PRÍNCIPE. Hoy es el octavo día y las esperanzas de rescatar sobrevivientes entre las ruinas son escasas. Los méd...

PUERTO PRÍNCIPE. Hoy es el octavo día y las esperanzas de rescatar sobrevivientes entre las ruinas son escasas. Los médicos dicen que tras una semana, la deshidratación es mortal. Entramos en la fase del milagro.

Ayer, los rescatistas trabajaban contrarreloj en los derrumbes más importantes. El Hotel Montana, en las afueras de la ciudad sobre las colinas de Peton Ville, parece una foto corrida, una instantánea desfigurada de lo que fue el mejor hotel de la ciudad. La vista que era paradisiaca ahora sólo muestra las faldas de las colinas donde quedan las marcas de los deslizamientos y abajo, las montañas de escombros. El domingo aquí rescataron a cuatro personas entre los que estaban la dueña del hotel y la recepcionista.

En la ciudad, en un supermercado, socorristas de Estados Unidos lograron encontrar a 60 personas que estaban atrapadas en un gran salón, cuyas columnas resistieron la embestida, aunque quedaron sepultados bajo tres capas de losas. Son éstas quizás las últimas noticias de este tipo.

Los medios internacionales cada vez más insisten en la inseguridad y el caos que reina en la ciudad, generando entre los socorristas una sensación extraña: se sienten amenazados por la gente que vinieron a ayudar. A falta de policías y con los cascos azules confinados en las bases, los únicos extranjeros que dan la cara en la ciudad son los rescatistas. La gente los identifica como el rostro de la ayuda internacional. Cada día que pasa se puede sentir el incremento de la necesidad en los rostros de la multitud que deambula cargando cosas, removiendo escombros para ver qué pueden hallar. Gritan “ Dlo, dlo, dlo ”, como se dice agua en creole.

“Si la ayuda no se ve rápido en las calles, vamos a tener que salir con los cascos azules porque esto sólo va a empeorar”, analiza un rescatista. El aeropuerto y los campamentos donde se asientan las organizaciones internacionales cada día amanecen con más gente haciendo cola en la puerta esperando por la ayuda. Pero nadie logra explicar porqué EEUU, la ONU y la UE, no logran ponerse de acuerdo para repartirla de una vez por todas.

El domingo finalmente las bolsas de ayuda que envió el gobierno panameño fueron entregadas a los haitianos.

La tenían allí desde el jueves y sentían que ya era demasiado tiempo. Eligieron llevarlas a un pequeño campamento cerca de la base para evitar la aglomeración que seguro se formaría en otros refugios más grandes, como en los parques alrededor del palacio de gobierno o en el aeropuerto. Salieron escoltados por policías haitianos y fueron recibidos con algarabía. Los primeros 10 minutos fueron tranquilos, se formó una fila y en calma cada quien se llevaba su bolsa. Pero en cuestión de segundos, como si fuera una emboscada preparada, la gente comenzó a llegar de todos lados para rescatar algo. Se trepaban al camión, rompían las bolsas en el aire, rescataban lo que podían, incluso los frijoles que se desparramaron por el piso.

Dos uniformados que intentaron detenerlos recibieron una golpiza.

Ayer lunes, los hombres del Sinaproc continuaron con las tareas de rescate, esta vez en un banco en una megaoperación coordinada en conjunto a franceses y dominicanos.

Lo cierto es que los haitianos no respetan a su policía. Si alguien puede poner orden aquí son los cascos azules. O los marines. Pero no salen. Por esta razón las donaciones no llegan a la gente.

Ayer, dos voluntarios de República Dominicana se separaron de su grupo, fueron asaltados y heridos de bala. De inmediato fueron trasladados a Santo Domingo. Los rescatistas amenazaron con suspender las misiones fuera de las bases si no eran escoltados por la ONU. No recibieron respuestas, pero hoy salieron igual y un grupo de franceses logró rescatar a una niña de un banco.

Las teorías conspirativas están a la orden del día. Que el gobierno de Preval y sus aliados ricos quieren esperar para después hacer un gran negocio comercializando la ayuda. De hecho en algunas esquinas este cronista pudo ver cómo se vendían las bolsitas de agua que antes había visto amontonadas en las bases. Toda crisis es una oportunidad de negocios y Haití nunca fue la excepción.

Preval ha dicho que está solo, que su Gabinete colapsó y pidió el socorro de la ONU. El gobierno haitiano parece no tener el esqueleto en su cuerpo, lloran sus muertos, no tienen sede, no hay teléfono ni luz y es imposible una respuesta.

En el aeropuerto hace algunos días hubo severas discusiones entre militares franceses y norteamericanos, que fueron los primeros en llegar. Se apropiaron del manejo del aeropuerto, pero ahora ya puede decirse que a los reflejos militares le faltaron el acompañamiento de los reflejos políticos. Los soldados de EEUU no se ven en las calles y dejaron pasar sin acción estas importantes horas dramáticas. Quizá para cambiar esa sensación, Obama decidió agilizar la estrategia con el envío de 10 mil soldados. En la madrugada de ayer cada dos minutos aterrizó un avión militar durante horas. En los campamentos cercanos fue difícil dormir.

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