El índice de Confianza del Consumidor Panameño (ICCP) se situó en 70 puntos en junio pasado, con una caída de 22 unidades respecto a enero de este año,...
- 16/08/2010 02:00
osé de Acosta (1539-1600) fue un antropólogo y jesuita español que desempeñó importantes misiones en América desde que en 1571 viajase al Perú. Debe, sobre todo, fama a su Historia natural y moral de las Indias, Sevilla, 1590. En dicho manuscrito, observa las costumbres, ritos, creencias, etc. de los indios de México y Perú y se mencionan pasajes sobre Panamá, como lo cita el historiador panameño Rodrigo Miró en su semblanza trazada bajo el título Diccionario del nuevo mundo, miscelánea de noticia.
Allí dijo: ‘En su rica Historia natural y moral de las Indias … el padre Acosta, entre las muchas observaciones que nos dejó, dice sobre las perlas: ‘Sácanse las perlas en diversas partes de Indias; de donde más abundancia hay es en el mar del Sur, cerca de Panamá, donde están las islas que por esta causa llaman de las Perlas. Pero en más cantidad y mejores se sacan en la mar del Norte, cerca del Río que llaman de el hacha. Allí supe como se hacía esta granjería, que es con harta costa y trabajo de los pobres buzos, los cuales bajan seis y nueve, y aún doce brazas en hondo, a buscar los ostiones que de ordinario están asidas a las peñas y escollos de la mar. El frío del agua allá dentro del mar es grande, y mucho mayor el trabajo de tener el aliento estando en cuarto de hora a las veces, y aún media, en hacer la pesca.
Para que puedan tener el aliento, hácenles a los pobres buzos que coman poco manjar muy seco, y que sean continentes, de manera que también la codicia tiene sus abstinentes y continentes, aunque sea a su pesar’ pág. 264. De las aves propias de las Indias: ‘Las guacamayas son aves mayores que los papagayos, y tienen algo de ellos; son preciados por la diversa color de sus plumas, que de su fineza no se halla en Europa, como se puede ver por las imágenes de pluma que de allá se traen, las cuales con mucha razón son estimadas y causa admiración que de plumas de pájaros se pueda labrar obra tan delicada y tan igual que no parece sino de colores pintados, y lo que no puede hacer el pincel y los colores de tinte, tienen unos visos miradas un poco de soslayo tan lindos y tan alegres y vivos, que deleitan admirablemente.
Algunos indios, buenos maestros, retratan con perfección de lupa lo que ven de pincel, que ninguna ventaja les hacen los pintores de España. Al príncipe de España, D. Felipe, dio su maestro tres estampas pequeñitas, como para registros de diurno, hechas de pluma y su alteza las mostró al Rey D. Felipe nuestro Señor, su padre y mirándolas su Majestad dijo que no había visto en figuras tan pequeñas cosas de mayor primor’. Lo anterior describe el camino istmeño hacia el periodo Barroco. Durante este siglo XVII, ‘triunfa en España un movimiento cultural que empezó a apuntar durante los últimos lustros del siglo XVI y que se denomina Barroco’, término éste que procede del francés baroque ‘extravagante’. ¿Por qué resulta importante mencionar esto? Debido a que tres de los más grandes representantes de este siglo, en la literatura española, mencionan a Panamá. Este esplendor de la literatura puede ser descrito así: ‘Cuando aún vive Cervantes, escriben Lope de Vega, Góngora y Quevedo’. Son precisamente estos tres, quienes se refirieron al Istmo. Lo veremos en las entregas que siguen. Pero antes amerita un punto de contexto. Un investigador extranjero ha dicho que, por entonces, en Panamá existió una generación barroca panameña. Valioso aporte para aproximarnos a la historia de la Ciudad de Panamá en el siglo XVII fue la publicación de ‘El Llanto de Panamá’. Rescatado por Antonio Serrano de Haro en 1984, se trata de un libro publicado en 1642, lamentando la muerte del gobernador de Panamá, don Enrique Enríquez de Sotomayor. No dejan de ser interesantes los comentarios en la obra de Haro, cuando se habla de una ‘clara conciencia de ciudad que tenían sus moradores’. Pero, además, ‘confirma’ la ‘existencia de una república de las letras’. De Haro va más lejos al decir que ‘los retazos biográficos’ que hilvanó, junto con el examen del ‘Llanto de Panamá’ le ‘permiten afirmar la existencia de una generación intelectual panameña’. El habla de una ‘generación barroca panameña de 1638’.