El arduo caminar de Benítez hacia la cima

Actualizado
  • 05/09/2012 02:00
Creado
  • 05/09/2012 02:00
Corrían los días siguientes a la firma de los Tratados Torrijos-Carter cuando se produjo una apertura para que trabajadores panameños in...

Corrían los días siguientes a la firma de los Tratados Torrijos-Carter cuando se produjo una apertura para que trabajadores panameños ingresaran a la entonces Panama Canal Company. Manuel Benítez, un estudiante de la Universidad Tecnológica de Panamá, quería trabajar en aquella gran empresa que era vista por los nacionales como algo difícil de alcanzar. Aprovechó la oportunidad y llenó una larga y compleja solicitud de trabajo para ingresar al Canal. Y su sueño se hizo realidad. Fue seleccionado como aprendiz. Recuerda que el primer día de trabajo (5 de julio de 1978) el director de la Escuela de Aprendices, William Dunning, le dio a cada uno una escoba y los puso a barrer el área industrial del centro de capacitación. ‘‘¡Barran!’’, les dijo. Algunos de sus compañeros se resistieron a la tarea porque, alegaron, ellos eran ingenieros. Pero Manuel, junto con otros, barrió todo el día, al punto que les salieron vejigas y posteriormente callos en las manos. Nunca olvida la anécdota. Está convencido de que fue una gran lección de vida, en el sentido de haberle enseñado que no hay labor denigrante. Lo dice quien ha sido designado subadministrador de la ACP. El Departamento de Operaciones que dirigió hasta ayer concentra el 80% de la fuerza laboral canalera. A lo largo de su carrera ha sido testigo de cambios medulares en la historia del Canal de Panamá.

¿CUÁL FUE SU REACCIÓN ANTE LA APERTURA PARA TRABAJAR EN EL CANAL COMO RESULTADO DE LOS TRATADOS DEL 77?

Nosotros, la mayoría de los que ingresamos en el año 1978, estábamos en la universidad estudiando diferentes carreras, principalmente ingeniería. Efectivamente, después de aprobados los Tratados, hubo una gran apertura para que panameños entráramos a trabajar. En ese tiempo se hablaba mucho de la generación del 2000 y nosotros éramos parte de esa generación que íbamos a entrar a la empresa canalera y, eventualmente, hacernos cargo de la operación. Definitivamente, fue mi gran oportunidad de entrar al Canal... hice las gestiones del caso y lo conseguí.

EL 2000 YA ES PARTE DE LA HISTORIA... ¿QUÉ SE SIENTE SABIÉNDOSE PARTE DE AQUELLO?

Bueno, uno se siente muy a gusto, especialmente cuando escucha de parte de los propios estadounidenses que están muy orgullosos de la labor que hemos hecho los panameños en el Canal. Uno se siente muy bien, porque existe ese reconocimiento de que hemos cumplido con el país, con los que estuvieron aquí antes y con la empresa. Es una sensación muy agradable.

ENTONCES ERAN USTEDES LOS QUE RECIBÍAN LOS CONOCIMIENTOS. AHORA, NUEVAS GENERACIONES SE APRESTAN A ELLO. ¿QUÉ REPRESENTA ESTE PROCESO PARA USTED?

El Canal es un ente vivo que, por lo tanto, hace historia; su historia. Y cada historia tiene su propia dinámica, sus propios ciclos biológicos. Ahora nos toca a nosotros formar a los hombres y mujeres que van a estar al frente de la operación, el mantenimiento y la administración del Canal del futuro.

USTED INGRESÓ AL CANAL EL 5 DE JULIO DE 1978. ¿PUEDE DESCRIBIR CÓMO FUE SU PRIMER DÍA?

Barrí, barrí mucho... todo el día. Creo que producto de tanto barrer, quedé más flaco de lo que estaba en aquel entonces.

¿CONOCEN SUS HIJAS LA ANÉCDOTA DE AQUÉL PRIMER DÍA EN EL CANAL?

Se la he contado, y varias veces. También les cuento que continué mis estudios en la universidad. Vivía en La Gloria (Bethania). Me paraba todos los días muy temprano y tenía que caminar, para luego tomar un bus a las cinco de la mañana que me llevaba hasta Calle M, donde me subía a otro vehículo que me transportaba hasta la planta de Miraflores. Después, cuando salía de mi trabajo, iba a la universidad a terminar mi carrera.

Y en la Escuela de Aprendices también tenía que estudiar, así que la lección para ellas es que en esta vida nada es gratis. Uno tiene que esforzarse para lograr lo que quiere. Todos aportan lo suyo cuando se trata de lograr una meta en equipo. Hasta barrer es importante y uno tiene que sentirse a gusto con lo que hace, independientemente del oficio que sea. El ingeniero Alemán (exadministrador de la ACP) nos recuerda siempre la anécdota del encargado de una tarea menor en la NASA al que le preguntaron qué hacía en una organización tan importante. ‘Yo —respondió— estoy trabajando para llevar a un hombre a la Luna’. Así es el trabajo en equipo: no hay uno más importante que el otro. Todos son importantes.

¿EN QUÉ MEDIDA EL CAMINO QUE RECORRE ALGUIEN COMO USTED SIRVE PARA CONOCER A LA GENTE?

Yo tuve la fortuna de hacer carrera empezando desde abajo. A veces uno tiende a ponderar las cosas desde su punto de vista, desde su perspectiva. En ocasiones no valora el trabajo de los otros. Yo tuve la suerte de hacer toda la carrera, y de poder, en cada etapa, en cada punto, apreciar lo que hacían los demás. Comprendí que los demás tenían mucho que ver con el éxito de lo que yo hacía. Sólo cuando aceptamos que no somos islas, comprendemos a plenitud el significado del concepto ‘en equipo’.

¿ALGUNA VEZ USTED DUDÓ DE QUE EL CANAL PASARÍA A MANOS PANAMEÑAS?

¡Nunca! Siempre estuve convencido de que seríamos dueños del Canal y de que lo manejaríamos aún mejor. Los administradores estadounidenses cumplieron bien su compromiso y estuvieron interesados en capacitar a los panameños para que manejaran el Canal. Pienso que los panameños hemos estado a la altura del compromiso.

¿CUÁL HA SIDO EL MOMENTO MÁS IMPORTANTE VIVIDO POR USTED EN LA ORGANIZACIÓN?

Precisamente, lo ocurrido el 31 de diciembre 1999 a las 12 mediodía. Ese momento es el más grande que he vivido durante mi estadía en el Canal. Ese día, justamente a esa hora, el Canal pasó a ser panameño. ¡Qué experiencia! Lo primero que se me vino a la mente fue la lucha de los Mártires del 9 de enero. Y pensé: ‘gracias a ellos estamos aquí’... Me dije en ese momento: ‘¡qué responsabilidad tenemos los panameños de hoy en adelante!’... ese día lloré.Tomado del boletín El Faro.

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