‘No respetan ni a los muertos’

Actualizado
  • 20/01/2013 01:00
Creado
  • 20/01/2013 01:00
Los lunes son los días de más trabajo en las morgues. A las afueras, entre los estudiantes de medicina, alguien habla de un mercado negr...

Los lunes son los días de más trabajo en las morgues. A las afueras, entre los estudiantes de medicina, alguien habla de un mercado negro de cadáveres, pero nadie lo conoce. Comerciar con cadáveres es delito.

Por si acaso, existe una Ley que impone a los médicos la obligación de evitar cualquier tipo de relación comercial con los negocios de la salud, incluidas las farmacias y las funerarias. En el caso de las universidades, la ley les permite retirar los cadáveres de personas no reclamadas después de tres días. La Universidad Latina, por ejemplo, emplea tres por curso, ‘siempre bajo el paraguas de la bioética’, explican desde el rectorado. No es la única ley. Hace 65 años se creó una Ley de Trasplantes, que permitía la extracción de córneas de cadáveres no reclamados por sus familiares.

Pero Ricardo, quien trabaja en otra de las funerarias que rodean el Santo Tomás, recuerda cómo hace cinco años los saqueos en los cementerios eran frecuentes durante las exhumaciones en los cementerios.

Julio Bermúdez lleva más de 60 años merodeando el cementerio de Amador, en El Chorrillo. Hoy entierran a un muerto y está esperando en la entrada a que llegue la carroza. Él ayuda en el cementerio, guía a los turistas entre las tumbas de los expresidentes y otras personalidades de la nación y atiende las tumbas descuidadas. ‘Sigue delante, no me gusta que nadie vaya detrás de mí’, dice mientras nos indica el camino, siempre atento a que los muertos no le persigan. Su padre construyó una de las barracas de enfrente, desde donde supervisa todo cuando no camina entre las lápidas.

Cobra $100 por cada exhumación, pero no es un trabajo agradable. Desde los seis años camina pisando losas. A los 18 vio su primer cadáver y ahora exhuma tumbas sin prestar atención a los restos semidescompuestos que brotan del suelo. Nada. Ni una pizca de miedo. ‘¿Por qué iba a tenerles miedo? Miedo hay que tener a los vivos’, insiste. ‘Y si yo contara... a veces salen más frescos que tu y que yo. Enteritos. Y después... Hay que descuartizarlos’, explica haciendo con la mano derecha el gesto de un machete cortando el aire. Una y otra vez repite el gesto, para aclarar.

La industria de la muerte encuentra en este sentimiento uno de sus mejores aliados, y Halloween se convierte en su mayor festín. El 31 de octubre se puede conseguir una carroza fúnebre por unos $75 la hora.

Como dice Julio: ‘Ya no respetan ni a los muertos’.

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