El agua, un recurso vital que se reduce en Panamá

Actualizado
  • 22/03/2014 01:04
Creado
  • 22/03/2014 01:04
Un proceso de potabilización que se encarece con los años. Un despilfarro que se ha vuelto parte de la cultura.

Cómo es posible que aún se utilicen los sanitarios chinos con bombas que despilfarran gran cantidad de agua, se pregunta el abogado y ambientalista del Centro de Incidencia Ambiental (CIAM), Rodrigo Noriega.

Noriega agregó que, en Panamá, los carros se lavan con agua potable, las regaderas se dejan abiertas durante toda la ducha, las plantas se riegan en cualquier momento del día y época del año y los grifos se dejan abiertos mientras se cepillan los dientes o se friega.

A las personas que incurren en estos vicios no les importa que hoy se celebre el Día Mundial del Agua, comentó el abogado, que aseguró que Panamá tiene pocos motivos para celebrar.

El ambientalista habló de la amenaza de la calidad del líquido por la contaminación de los ríos por los grandes proyectos de construcción, por la falta de alcantarillados, por las nuevas barriadas, por las cementeras y por la devastación de bosques y manglares.

Aunque el Gobierno invierta en megaproyectos —como el de saneamiento de la bahía de Panamá, que busca reducir la contaminación de los ríos de la ciudad—, la degradación del ambiente continúa aumentando a gran velocidad.

CONSUMO Y MOROSIDAD

El especialista relató que Panamá registra un desmesurado consumo de agua y que la entidad que administra la potabilización y distribución del líquido (el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales IDAAN) no realiza su trabajo de manera eficiente.

Esta abundancia del líquido no es para todos los dos millones de habitantes de la capital. Se estima que un cuarto de millón de capitalinos no tiene acceso todos los días al recurso. El IDAAN reparte el líquido en camiones cisterna tres días a la semana.

El último informe elaborado por la Fundación Panameña para el Desarrollo Económico (Fudespa), publicado por La Estrella de Panamá , revela que cerca del 40% del agua distribuida se pierde o no se contabiliza, debido a fugas y deficiencias administrativas. Solo se factura 60% del agua y muchas cuentas se quedan sin cobrar. A finales de enero de 2014, la deuda de los clientes con el IDAAN ascendía a $221 millones.

Fudespa aseguró que la institución no cumple con la responsabilidad que le confiere la ley de atender a toda la población y solo abastece al 72%.

El documento explicaba que el consumo de agua potable por persona al día es de unos 370. 5 litros. La cantidad supera el doble del promedio de consumo internacional, que es de unos 145 litros, y al que registra la Organización Mundial de la Salud sobre consumo mínimo de agua, por persona al día; es decir, 50 litros.

La conclusión del informe es dramática: de no comenzar a racionar el consumo del agua se necesitará 233% más líquido para 2020 y 485% para 2030. ‘Hace 10 años, al agua del río Chagres solo había que enviarla por una tubería y se podía consumir, ahora tenemos que mezclarla con una gran cantidad de cloro, lo que eleva cada vez más el costo de la potabilización’, dijo.

La semana pasada, un grupo de moradores de Boquete, Chiriquí, viajó hasta la capital a denunciar que el agua que ingieren tiene 55% de coliformes fecales. Aseguraron que han pasado por vómitos y diarreas. El líquido para consumo humano debería estar libre de estos agentes.

Noriega afirmó que los desechos humanos no son los únicos contaminantes en estas zonas. ‘Las autoridades no se preocupan por la cantidad de sustancias que vierten los productores agrícolas cerca de estas fuentes de agua y de los residuos que tiran los moradores, que luego tienen que consumir este líquido’.

El ambientalista agregó que el IDAAN no cumple con el buen manejo de estos acueductos y el problema se agudiza para quienes se abastecen de los pozos.

RECHAZO A REPRESAS

Mientras en la capital hay escasez y mal uso del agua, en la comarca Ngäbe Buglé luchan contra una represa hidroeléctrica.

Los moradores aseguran que los daños del proyecto de Barro Blanco afectarán a 500 familias que deberán abandonar sus tierras porque quedarán sepultadas por el embalse.

Los indígenas plantean que tienen derecho a estas tierras y a las aguas del río Tabasará porque allí han vivido durante décadas.

En una lucha similar están los campesinos de las comunidades de Soná y Santa Fe, en la provincia de Veraguas, que rechazan los proyectos hidroeléctricos que se construyen en el río San Pablo.

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