¿Cómo es ser relojero hoy?

Actualizado
  • 11/05/2014 02:00
Creado
  • 11/05/2014 02:00
Yo vivo de esto, mi taller es mejor que el de Nat Méndez y el de Mercurio– asegura Laumerino Serra

Yo vivo de esto, mi taller es mejor que el de Nat Méndez y el de Mercurio– asegura Laumerino Serra cuando se le pregunta cómo es el oficio de relojero en el presente–. Yo soy de los mejores de Panamá, por eso vivo de esto. Los demás hacen otras cosas: venden artefactos, joyas, platería. Yo no, yo solo me dedico a la reparación.

Y no se le puede negar al brasileño que la gente lo busca para reparaciones. En 35 a 40 minutos de conversación, la plática se ve constantemente interrumpida por la llegada de clientes que le vienen a entregar aparatos dañados o que, por el contrario, ya van a retirar sus objetos. Eso sin contar aquellos que llegan de un momento a otro y cuyos trabajos son tan sencillos que ni siquiera se van porque el trabajo no demora cinco minutos en llevarse a cabo. De esos sobran bastantes.

Asegura el relojero que a su pequeño negocio no acuden figuras pudientes o famosas, porque, ‘siempre envían sus relojes con alguno de sus empleados. Pero eso sí, en Panamá no hay nadie que no me conozca, todo el mundo sabe de mí’.

A pesar de lo reducido del espacio de trabajo, él tiene todo sumamente ordenado y organizado. Su sistema de clasificación consiste en separar los relojes en sobres amarillos que, a su vez, agrupa en bolsas plásticas– de esas que llaman ‘Ziploc’, en referencia a la marca que las produce– en donde apunta la fecha en que los recibió. Luego, esos paquetes son guardados en cajas de herramientas que oculta dentro del carro para evitar que se puedan ubicar fácilmente por alguien más y se los roben.

–La gente, gracias a Dios, sabe que estoy aquí y viene y me busca; sin embargo, las cosas están más difíciles en la actualidad– lamenta Serra–. Hoy en día se producen, miles, no, millones de relojes por día – se corrige a sí mismo–. Los chinos, japoneses producen aparatos en masa. Los hacen personas que no tienen ningún conocimiento certificado sobre esto, solo ponen, ensamblan piezas. El verdadero relojero, el verdaderamente formado, debe ser astuto y eficaz, muy sagaz y destallista– opina Laumerino. Y no se refiere a los nuevos relojes digitales que comercializan marcas que son conocidas por producir aparatos electrónicos. De esos, ni siquiera habla.

El ‘Instituto Brasileiro de Relojoería’ certificó a Serra como ‘relojoeiro’ en 1957. Hoy en día, cuenta el extranjero, la profesión ya no se aprende en las escuelas técnicas, sino de manera empírica, algo que para él no es correcto; porque, asegura, los relojeros de hoy no comprenden la profesión realmente.

Justamente su carrera técnica es un orgullo para él, cuando entrega su tarjeta, se puede observar que la imagen de fondo del documento donde apunta sus datos es una copia de su diploma de graduación.

‘Si comparamos los relojes que se venden hoy con los de ayer, los antiguos siempre serán mejores’, indica Laumerino, quien añade: ‘Mis marca favorita es Rolex. Trabajé con ellos en São Paulo y también en Panamá’.

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