Así fue la batalla de San Miguelito

Actualizado
  • 20/12/2014 01:00
Creado
  • 20/12/2014 01:00
El coronel retirado mantuvo la resistencia hasta el último momento, el 20 de diciembre de 1989

‘No hubo nada fuera de lo normal ese día’, asegura Daniel Delgado Diamante sobre las horas previas a la invasión de Estados Unidos a Panamá el 20 de diciembre de 1989. Delgado Diamante pasó casi todo el día al lado de Manuel Antonio Noriega, a quien acompañó a la inauguración de unas nuevas instalaciones de las Fuerzas de Defensa en Colón.

‘Hubo una gran cantidad de llamadas telefónicas durante el día. No hubo ningún anuncio crítico ni nada por el estilo. Desde el punto de vista de inteligencia, por lo menos yo, no estaba atento a cualquier información que se estuviese produciendo algún tipo de maniobra’, asegura el coronel retirado, 25 años después.

Delgado Diamante estaba asignado a la zona militar de San Miguelito. Al caer la noche, se separó de Noriega y regresó a su cuartel. ‘Fue la última vez que lo vi’, comenta el también abogado, quien, explica, no había sospechas de que pudiese ocurrir algún tipo de ataque por parte de los Estados Unidos, porque, explica el militar, ‘durante dos años, todos los días, Estados Unidos ensayó lo que podría ser una acción en Panamá: Sobrevolaban los helicópteros sobre los cuarteles, movían tanquetas fueras de las áreas de coordinación militar, se declaraban perdidos en Panamá. Una gran movilidad durante dos años. Que un helicóptero sobrevolara era lo más normal para nosotros. Nunca hubo una caída en provocación ni hubo provocación por parte de nosotros’.

A pesar de esto, en las Fuerzas de Defensa estaban conscientes de que, quizás, en algún momento, Estados Unidos intentaría acabar con el general Noriega. Sin embargo, no se imaginaron que lo harían como sucedió hace 25 años, utilizando tal cantidad de fuerza y movilizando tantas tropas. ‘Por supuesto que la invasión fue innecesaria. El general Warner planteaba que no era necesaria una invasión a gran escala en Panamá. Es más, ni siquiera era necesario traer tropas de Estados Unidos. En Panamá había 15 mil tropas con todo el equipo necesario para capturar al general Noriega, o a quien fuese necesario, y destruir las instalaciones de las Fuerzas de Defensa’.

Delgado Diamante se cuestiona, 25 años después, que si el interés era sacar a Noriega del país, por qué, simplemente, no se lo llevaron: ‘¿Por qué no lo vinieron a buscar y se lo llevaron? Lo pudieron hacer. Esa era la hipótesis de guerra más posible. Todos los días. Nunca esperamos que trajeran todos esos aviones y todas esas armas para probarlas’.

El coronel retirado estaba en el cuartel cuando supo que Estados Unidos iba a atacar. A esa hora aún no comenzaban los bombardeos. A pesar de que estaban claros que las Fuerzas de Defensa no tenían posibilidad de victoria ante el ejército del Tío Sam, ordenó a sus unidades que se desplegaran. Si bien no iban a vencer, tampoco le quería dejar todo en bandeja de plata a los Estados Unidos: ‘Ordené la movilización de mi gente. Di el llamado a nuestra gente que estaba libre para que se reincorporara al cuartel. Todo el mundo sabía lo que tenía que hacer. Nuestra función era convertirnos en una fuerza defensiva con acciones ofensivas de tipo irregular en el área de San Miguelito. Para impedir la toma de las instalaciones del área de San Miguelito y convertir el distrito, y el país, en un área de combate de guerrilla, como un nuevo y pequeño Vietnam. Entendíamos el poder de fuego de Estados Unidos, que no lo teníamos nosotros. No les íbamos a ganar la guerra, pero debían vender cara sus acciones. La acción que esperábamos tomaran era una acción limitada, con el propósito de matar, capturar y tomar instalaciones críticas’.

‘Un nuevo y pequeño Vietnam’, en eso se tenía que convertir San Miguelito. Delgado Diamante asegura que él tenía muy clara la estrategia y cómo llevarla a cabo: ‘Cada uno tenía su misión. No necesitaba a nadie que me comandara ni que me dirigiera. Teníamos nuestro plan y nuestra misión, tratamos de llevarlo a cabo en la medida de nuestras posibilidades con una capacidad muy limitada’.

Este nivel de organización, asegura el también exministro, hizo que, en cuanto muchas unidades quedaron a la deriva y sin liderazgo, se acercaran a San Miguelito y se pusieran a disposición de Delgado Diamante y el resto de los oficiales de la zona. ‘San Miguelito fue el lugar donde se concentró el mayor número de oficiales del Estado Mayor y oficiales que quedaron sin cuartel. Se fueron a San Miguelito. Seguramente, porque San Miguelito era un área muy bien organizada y, dos, porque era un área que no fue bombardeada. Allá llegaron muchos oficiales. Algunos se quedaron, la mayoría se fue’. Lamenta el exmilitar que, a pesar de todo, no tenían la capacidad para utilizar a todos los combatientes que tenían: ‘Solo teníamos 800 fusiles. Era muy limitado lo que teníamos, pero distribuimos el armamento entre nuestros soldados, los que llegaron y los voluntarios del Batallón de la Dignidad. El cuartel se llenó de gente, era impresionante ver a la gran cantidad de gente que pedía armas para defender el país. El sentido patriótico de la gente’. Otro hecho relevante es que en San Miguelito había artillería de largo alcance, algo que no había en otros puntos. Desafortunadamente, el coronel comenta que, no sabe si por negligencia o por dolo, esta artillería no contaba con suficientes municiones. De haber tenido mayor equipo, asegura, las cosas hubiesen sido distintas. ‘Fue muy doloroso saber que después se encontraron miles de fusiles empaquetados en otras instalaciones y que nunca se utilizaron. Si lo hubiésemos tenido, hubiésemos tenido un combate mayor’.

El militar es parco al hablar, mas, a la hora de referirse a la lucha, se emociona: ‘El combate duró dos días y medio en San Miguelito. Por donde se movían, se les disparaba. Era una actuación de guerrilla: Pegar y retirarse, ir a las áreas por donde podían entrar. Al ver nuestras reacciones de combate, lo que hicieron fue utilizar a su fuerza aérea. Los helicópteros fueron determinantes, avasalladores. Eran como cientos de abejas que nos caían atacando donde estaban nuestros combatientes. Cada vez que una tanqueta se movía, la repelíamos. Hubo un periodo de combate importante.

En este punto, pareciera, Delgado Diamante vive un conflicto interno, aún 5 lustros después: No quiere juzgar a nadie ni mucho menos utilizar la palabra traición; no obstante, en sus palabras se siente un sabor amargo: ‘Todos daban a entender que se estaban organizando para la defensa. Lastimosamente, al final de cuenta nos enteramos que la mayoría se rindió sin que hubiese combates importantes’. A pesar de esto, rechaza lo que muchos comentan: Que Panamá no dio batalla. ‘Rechazo eso de que no hubo defensa y que todo el mundo salió huyendo. De haber sido así, como hubo 23 muertos de los estadounidenses y dañamos 44 helicópteros, de los cuales derribamos 4. ¿Quién les disparó? ¿Quién se enfrentó a ellos y les causó muertos? ¿Se suicidaron? ¡No! Fueron acciones de combate. Las principales en Panamá, Colón y San Miguelito, donde hubo incidencia combativa’. El coronel asegura que minimizar el valor de los panameños en aquella fecha ha sido algo que muchos han planteado de manera incorrecta y, de paso, minimiza su papel en aquella fecha: ‘Aquí se ha hecho mucha alaraca diciendo que todo el mundo salió huyendo. Eso no fue así. En mi caso, la gente dice que fui el único, pero eso no es cierto. A lo mejor soy el que las crónicas recogieron, porque mi imagen fue muy visible en la defensa, eso lo dirá la gente de San Miguelito’.

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