Yo Ricardo, el Berlusconi panameño

Actualizado
  • 29/01/2018 01:00
Creado
  • 29/01/2018 01:00
El exmandatario panameño, Ricardo Martinelli, estableció un lazo fuerte con el exprimerministro de Italia, Silvio Berlusconi, de quien aprendió que para ser exitoso debía tener mucho dinero y ser dueño de medios

Una noche en el Palacio de Las Garzas, Ricardo Martinelli tomó un trago. Estaba con su camisa celeste que decía Presidencia de la República. Se le acercó Alfredo Prieto, su vocero presidencial. Entre las muchas cosas que hablaron, un tema fue clave para el desenvolvimiento de los acontecimientos: ¡Que Cambio Democrático no podía ceder la cabeza en las elecciones de 2014! Si un partido se precia de ser partido y quiere dejar un legado, no cede la cabeza, le dijo Prieto.

Martinelli había llegado al poder en unas elecciones que ganó ampliamente y luego de la alianza con el Partido Panameñista de Juan Carlos Varela, a quien hizo su vicepresidente.

Desde que se hicieron aliados, eran amigos inseparables, pero dentro de Cambio Democrático no gustaba mucho esa mancuerna, sobre todo que ‘Ricardo le prometió a Juan Carlos la presidencia en las elecciones de 2014'.

Un plan empezó a tejerse entre el círculo cero de Martinelli y fue llevar a CD a convertirse en el partido más fuerte y grande de la historia.

El primer paso fue engullir al partido Unión Patriótica y siguió con el Molirena. Este último partido sobrevivió a la embestida de CD en una votación interna. ‘¡De a maleta nos escapamos!', recuerda un miembro fundador, pero el ‘pendejo del Kikiriquí Ruiz, para allá iba', espetó, refiriéndose a Sergio González Ruiz, ex director de la Lotería en tiempos de Martinelli.

Con el PRD, Martinelli fue claro: ‘¡Los voy a acabar!'. Un mediodía en su despacho en la Presidencia, Martinelli se jactó frente a unos periodistas. Giró su sillón y detrás estaba una computadora. ‘Mira cuánta plata movió hoy Waked… y Motta'. Era la pantalla del ordenador de la Unidad de Análisis Financiero (UAF).

A estos ‘empresaurios que no pagan impuestos, los voy a obligar'. Aquí hay que acabar con estos maleantes que tienen secuestrado el país. Martinelli volteó la silla y por allí mismo agarró el teléfono y marcó: ‘Oydén, ¿cuándo vas a reabrir el caso CEMIS?...'.

El gobierno de Martinelli empezó con una popularidad muy grande, pero luego fue cayendo por los excesos y los malos consejos, recuerda un ex ministro. ‘A todos nos tenía vigilados. A veces llegábamos al Gabinete y nos daba unos sobres con fajos de billetes. ¡Y mejor que no lo rechazaras, porque era declararle la guerra!'.

En Italia, el primer ministro era Silvio Berlusconi. Martinelli estableció un lazo muy fuerte con él. Aprendió que para ser exitoso en la cima del poder había que tener dos cosas: Mucho, mucho dinero y ser dueño de medios de comunicación social.

Martinelli emprendió su tarea y ‘mordió' cuanto negocio. ‘Llamaba al empresario, le pedía el 50 por ciento de la empresa y si se le resistían, Cucalón se encargaba', destapa ahora a la distancia un ex funcionario que lo vio en acción.

El ex funcionario se refería a Luis Cucalón, quien ejercía de jefe de la Dirección General de Ingresos, que pasó a ser la Autoridad Nacional de Ingresos, que luego desmanteló Varela.

Dice que Martinelli se prometió llegar a ser más rico que Abdul Waked y Stanley Motta. Mientras los ‘apretaba' en sus empresas con cualquier disposición gubernamental o trabas burocráticas, él conquistaba nuevos negocios.

Una vez le dijo a Stanley que le diera una participación accionaria en COPA y como no lo logró, le metió un nuevo impuesto aéreo que al final recayó en los pasajes de vuelo.

En una conversación con varias personas llegó a decir: ‘A Stanley y Abdul, los tengo engarzados'. Mostraba el brazo extendido con todos los dedos cerrados de la mano, salvo el del centro que lo dejó en forma de garfio y giraba la mano de derecha a izquierda y se reía...

Las publicaciones sobre develaciones del caso Odebrecht hablan de los sobreprecios y sobornos pagados a funcionarios. Dice que Martinelli siempre estaba en la jugada, pero desde afuera. Igual pasaba con el PAN.

El aeropuerto de Tocumen fue un lugar clave para sus metas. Allí estaba de gerente Juan Carlos Pino, un amigo y ex colaborador de Varela, que se quedó en el cargo pese a la ruptura de la alianza con los panameñistas. Por allí entraban, según reportes de la ex embajadora de Estados Unidos en Panamá, Bárbara Stephenson, revelados por Wikileaks, 30 millones de dólares en efectivo al mes.

Mientras ocupó la Presidencia de Panamá, Martinelli mostró interés en la minería. A través de Financial Pacific en Panamá y una cuenta identificada con su propio nombre, el entonces mandatario compró acciones mineras días antes de aprobar la extracción de oro en Petaquilla Golds (subsidiaria de Petaquilla Minerals). Según una investigación de la Superintendencia del Mercado de Valores, el expresidente usó información que era confidencial para sacar provecho económico.

Muchos de los contratistas estatales también fungieron como trampolín para otros negocios. El expresidente recibía ‘cada dos o tres meses' dinero proveniente de Cobranzas del Istmo, S.A. Así lo declaró bajo juramento el empresario Cristobal Salerno. ‘Cada entrega era de $400 y $600 mil. Hice, si mal no recuerdo, de tres a cuatro entregas entre 2013 y 2014', dijo el empresario.

Este contratista estatal – Cobranzas del Istmo – ayudó a capitalizar un consorcio de generación eléctrica en el que figuraba como accionista el exmandatario, según investigaciones judiciales.

Martinelli también entró en la industria de los juegos de azar. La familia Martinelli tenía el 55% de la empresa que ganó la concesión para operar el bingo televisado, Buko Millonario, que recibió ganancias por $12.5 millones. El bingo comenzó en octubre de 2013 y se mantuvo hasta agosto de 2014, cuando fue suspendido el lucrativo negocio. Así, Martinelli convirtió la política en un negocio.

En fin, Martinelli siguió los pasos de Belusconi. Hizo del gobierno su gran poder, luego cayó en desgracia y terminó en la cárcel. Pero Berlusconi hoy lidera las encuestas para volver a gobernar Italia y, sólo falta que Ricardo Martinelli lo intente también.

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