Así es la gente de La Peatonal

Actualizado
  • 10/08/2018 02:00
Creado
  • 10/08/2018 02:00
Así es el gran Coca-Cola, así es el parque de Santa Ana, así es Panamá —el de ayer, hoy y siempre—. Así es la gente que transita esta histórica calzada

La antigua avenida Central, hoy convertida en vía peatonal, enfrenta con hidalguía los retos mercantiles del nuevo siglo. Quizás hoy no tenga el esplendor de antaño, pero la vieja carpa comercial conserva aún su máximo tesoro: su gente.

Ha sido ojo de agua y escuelita de los modernos centros comerciales que hoy compiten en todo el país, generan empleo y ofrecen surtidos de bienes y servicios a clientes de toda laya.

Mejor veamos en el campo lo que pasa por esa colmena humana llamada La Peatonal.

LA PAZ DEL COMPRADOR

El punto de entrada a la gran vía es la Plaza 5 de Mayo, rodeada por la Asamblea Nacional de Diputados, la imponente estación del ferrocarril y el prestigioso hotel Internacional.

Ya en la plazoleta, un obelisco de mármol reconoce el valor de los seis bomberos caídos en el infernal incendio de El Polvorín, ocurrido el 5 de mayo de 1914, cerca de lo que es hoy el Hospital Santa Fe, en la avenida Nacional.

Ya en la garganta de la sinuosa calle te sientes libre de la pitadera, del afán del tranque, de las troneras de buses y de los altisonantes pregoneros. Caminas tranquilo, seguro de que no te va a arrastrar una motoneta de reparto o un busito bucanero.

Puedes elegir qué hacer: solo caminar, comprar sin que nadie te esté respirando detrás de la oreja, disfrutar de un refrescante ‘raspado', degustar una fruta, leer, escuchar música, tomarte selfies , pintar, como lo hacían dos niñas sobre un macetero. Y si te gustan los reality shows , monta uno de cómo conseguir por ahí un chance o billete soltero.

La Peatonal es bien querida, tiene quien le escriba, quien la camine y quien la restaure.

RENOVAR ES VIVIR

Un informe de gestión del alcalde de Panamá, José Isabel Blandón, publicado en la revista institucional Urbe , da cuenta del reacondicionamiento de plazas emblemáticas (Santa Ana, 5 de Mayo y el parque Belisario Porras) y la revitalización de La Peatonal con la remoción de concreto estampado para reemplazarlo por adoquines; acondicionamiento de las aceras, colocación de grandes jardineras para darle color y ambiente a la zona y construcción de quiscos para buhoneros.

Señala Urbe que la histórica Bajada de Salsipuedes ha sido renovada para beneficio de microempresarios que por años han vendido sus artesanías y populares indumentarias típicas. Serán 85 puestos de ventas construidos con material galvanizado, adoquinado de calles, sistema de drenajes, nivelación de pisos, luminarias, cámaras de videovigilancia y soterrado de cables.

El Parque de Santa Ana, histórica tribuna de las luchas sociales y del desafío político, también ha sido restaurado. Rufino Morales, contador público jubilado, admite que se han dado mejoras, ‘pero aún proliferan los alcohólicos que afectan la convivencia'.

El área tiene buen mantenimiento. Sin embargo, algunos parroquianos echan la basura fuera de los tinacos en una abierta demostración de que no fueron vacunados con ‘Triple C' (conciencia, cultura y consideración).

Morales pide a la Alcaldía de Panamá que envíe a policías municipales a vigilar el área y que, por favor, coloquen la bandera panameña que siempre ha ondeado en Santa Ana.

NUEVAS RUTINAS

En la entrada de un almacén, Eric Sanjur, un chepano madrugador, llama la atención -como si fuera un náufrago en isla desierta- de la clientela indecisa agitando dos coloridas camisetas, pero sin dejar de hablar. ‘Los grandes malls han afectado las ventas, pero siempre sale para los frijoles', cuenta.

HISTORIA QUE SE RENUEVA

La Peatonal es un sitio cargado de historia, que actualmente pasa por una renovación

puestos de ventas construidos con material galvanizado, adoquinado de calles, sistema de drenajes, nivelación de pisos, luminarias, cámaras de videovigilancia y soterrado de cables.

El aroma de café perfuma el ambiente interior del Café Coca-Cola desde su fundación, en 1875. Es el más antiguo de Panamá y el único en el mundo en llamarse igual que la icónica marca de refrescos.

A unos pasos, sentada sobre el cordón de la acera, Daysi, una mujer menudita, da un descanso a sus muletas y a sus piernas.

Viene de La Chorrera. Su mendicidad no le impide aceptar, con positivismo, que su vida ha mejorado. ‘Dios aprieta, pero no ahorca', afirma, con una sonrisa brillante que rivaliza con el sol de la mañana.

En tanto, Vicente Williams, un mozo grandote de calle Colón, desnuda su vocación de guía de turismo. ‘Jefe, los judíos se han ido para las afueras. Con las nuevas tecnologías, La Peatonal se ha llenado de electrónicas, tiendas de celulares, fondas y negocios de chinitos'.

Según él, ha florecido el Barrio Chino, en avenida B. Vistosos locales, variada mercadería menuda, checheritos para fiestas, joyas, insumos agropecuarios, restaurantes con tiras rojizas de puerco colgando de garfios. Y no falta la sopa de wantón llenando de humo, como un pocito de baño turco, la cara de los trasnochados.

LO QUE EL VIENTO NOS DEJÓ

En la travesía se siente la nostalgia por los viejos tiempos, por el recuerdo de almacenes elegantes. Difícil olvidar al Bazar Americano, el Corte Inglés, Sears, Garbo, Aldens, Telas Angel, La Pantera Rosa, Danté, Pico Pico; las hermosas relojerías, el enérgico llamado de Salomón Malca ofreciendo dos cortes de tela por el precio de uno; Bon Bini, los baratillos de La Parisien, el Teatro Central, entre otros icónicos locales.

Queda una zona comercial añeja, prestigiosa, segura, alegre, con inmuebles históricos como el Banco Nacional de Panamá, con su sólida y hermosa arquitectura, la Caja de Ahorros, los hoteles Ideal, Riazor y El Económico; Casa Fashka, La Aurora, almacén El Costo, El Machetazo, Farmacia Arrocha, Empeño San Ramón, El Campeón, Saks, entre otros.

En la parte superior de los almacenes, hay edificios de apartamentos en buenas condiciones. Algunos esperan por demolición, como uno que es arropado por una enorme enredadera. Quizás no sea el más bello del conjunto, pero sí el más ecológico.

La Central lucía espectacular para fiestas patrias y Carnaval. Un día casi colapsa el callejón comercial cuando el tres veces presidente Arnulfo Arias Madrid regresó del exilio, en 1977. Era una marejada humana incontenible.

Vale recordar aquel carnaval –por la década de 1970- cuando un joven delgado, de melena y patillas largas, se montó en una tarima cercana al Banco Nacional y a Danté, y con el respaldo musical de sus ‘Salvajes del Ritmo', puso a bailar hasta a los reumáticos: el mismísimo Rubén Blades.

EL CAFÉ CON NOMBRE DE SODA

Pasar por La Peatonal y no visitar al Café Coca Cola es como ir a París y no ir a la Torre Eiffel. El aroma de café perfuma el ambiente desde 1875. Es el más antiguo de Panamá y el único en el mundo en llamarse ‘Coca Cola'.

Es un local chico y acogedor. Junto al menú está la historia. En 1906, Panamá y Cuba eran los primeros países que operaban plantas embotelladoras fuera de Estados Unidos, para refrescar a los miles de trabajadores traídos para la construcción del Canal de Panamá.

En los alrededores del café convergen cinco calles y es considerado como el ‘Partenón' del Casco Antiguo de la ciudad de Panamá.

Es sitio tradicional de apasionantes tertulias políticas y la atmósfera ideal para subir y bajar presidentes. Cuando a Sixto M. G., pequeño ganadero de Panamá Oeste, se le mienta la política, deja escurrir una risita entre sus apretados dientes y suelta: ‘Compa, si la misma gente corrupta va a la reelección, el resultado es más corrupción. Hasta Pitágoras lo sabe'.

Ni el coro de risas a su espalda lo perturba. Acerca la humeante taza de café a la mesa, casa un pedazo de tasajo con un bollo, y sigue: ‘Esto no lo compone ni Dios con peones'. Y me invita un tinto.

Así es el gran Coca Cola, así es el parque de Santa Ana, así es Panamá —el de ayer, hoy y siempre— así es la gente de La Peatonal.

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