El hombre hecho justicia

Actualizado
  • 22/09/2018 02:01
Creado
  • 22/09/2018 02:01
Discurso a los estudiantes pronunciado por Carlos Iván Zúñiga Guardia ‘El patriota' al inicio del año electivo 1967, en la facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Panamá

En nombre del personal docente y administrativo de esta facultad abrimos las puertas de este Templo de Temis para llevar a cabo el más fecundo de los diálogos: el diálogo de la enseñanza, el diálogo de la creación.

Llegar a la Universidad, por primera vez, significa el cumplimiento de la más candorosa de todas las experiencias estudiantiles. Se llega provisto de esperanzas, de incertidumbre, y de una ansiedad cultivada por muchos años. La juventud llega a la Universidad con un espíritu puro: no lo ha vejado ni la amargura ni el desencanto; ni tampoco lo ha marchitado el egoísmo en ninguna de sus formas.

La misión de la Universidad, por ello, es extraordinariamente delicada. Su presencia en el alma del estudiante novel ofrece reacciones muy diversas. En las primeras semanas de contacto con la cultura superior, las prácticas universitarias pueden mitigar las alegrías, las esperanzas y los sueños del estudiante. Un mundo incomprensible, enteramente nuevo, y tal vez distinto a como la imaginaba puede romper la vocación más firme.

Las incomodidades físicas, la ausencia de un ambiente para la meditación, la costumbre arraigada en muchos de no diferenciar el aula de la calle, constituyen en el estudiante que se inicia factores negativos que desatan la unidad de pensamiento entre lo que se quería y lo que realmente es. En ese preciso instante, o sea en el que actualmente vive cada uno de ustedes, la Universidad comienza su gran tarea ¡El qué hacer para que la esperanza no se convierta en incertidumbre! ¡El qué hacer para que el nuevo universitario dé de sí todo aquello que no comporte una desilusión!

La Universidad es una comunidad permanente de maestros y alumnos. La comunidad implica un frecuente intercambio de ideas y de confidencia. La universidad de ayer no miraba tanto la tranquila personalidad del estudiante. El estudiante de ayer, fruto de la selección y de la oportunidad económica, no era un personero angustioso de su sociedad. En el estudiante de hoy, en cada uno de ustedes, hay una cuota de perfección en bien de la sociedad(...).

Defino la misión del profesor como la de aquél que extiende su mano para procurar un servicio. Extiende su pensamiento, extiende su palabra orientadora, extiende su ejemplo personal, el de su práctica, el de su ejercicio diario y ciudadano (...).

En esa búsqueda de la verdad, ustedes, jóvenes estudiantes, han abrazado la carrera del Derecho. Desean llegar a la sociedad con una de las profesiones más honrosas del género humano. ¡Desean ser abogados! Pronto, culminarán vuestros estudios, porque el tiempo tiene un constante transcurrir: leve, insensible, fugaz. Y luego, a los tribunales, a las ágoras, al frío gabinete, al aula, en fin, a la sociedad.

(...)Dos motivos mueven siempre las vocaciones. Uno limpio, desprovisto de intenciones subalternas. Se busca una profesión para intervenir en la vida con un instrumento de creación.

Otro, deformado por un medio ambiente que ha perdido todo contenido ético y que ve la profesión sólo en función de utilitarismo. Ser abogado para servir o ser abogado para lucrar. He allí el desiderátum que mueve la vocación por la abogacía. Ser abogado, ¿para qué? Para servir, para poner la inteligencia al servicio de las causas francas, justas y auténticas. Y poner la inteligencia bajo la férula del rigor moral, porque como decía Bolívar, la inteligencia sin probidad es un azote (...).

El mundo de mañana pertenecerá a los sectores que con mayor perspicacia puedan interpretar el mensaje reivindicador de la Universidad en todos los órdenes del saber. Los que han controlado la sociedad a espaldas de los postulados Universitarios, están frente a un dilema o extinguen a la Universidad o se hacen universitarios. El mundo del futuro es el mundo de la Universidad porque solo a través de ella, que es decir, a través de la ciencia y la verdad, podrá el Zeus perpetuo arrebatar los fuegos para redimir a los pueblos.

Jóvenes estudiantes: en la dura misión que hoy comienzan, es indispensable tener conocimiento de los problemas del mundo, de la sociedad y del hombre contemporáneos. En la vida universitaria, de contenido puramente interno, luchemos: por el diálogo de la fecundidad; y en esa misma vida universitaria, de contenido externo, el abogado del futuro no puede ni debe defraudar las esperanzas de una comunidad, la panameña, que, a pesar de todos los esfuerzos en contrario, sigue amando intensamente a su Universidad y si tan solo fuera por la retribución a ese amor, sean abogados honestos para que sean justos o justos y honestos para que puedan ser abogados.

FICHA

Un vencedor en el campo de los ideales de libertad:

Nombre completo: Carlos Iván Zúñiga Guardia.

Nacimiento: 1 de enero de 1926 Penonomé, Coclé.

Fallecimiento: 14 de noviembre de 2008, Ciudad de Panamá.

Ocupación: Abogado, periodista, docente y político

Creencias religiosas: Católico

Viuda: Sydia Candanedo de Zúñiga

Resumen de su carrera: En 1947 inició su vida política como un líder estudiantil que rechazó el Acuerdo de bases Filós-Hines. Ocupó los cargos de ministro, diputado, presidente del Partido Acción Popular en 1981 y dirigente de la Cruzada Civilista Nacional. Fue reconocido por sus múltiples defensas penales y por su excelente oratoria. De 1991 a 1994 fue rector de la Universidad de Panamá. Ha recibido la Orden de Manuel Amador Guerrero, la Justo Arosemena y la Orden del Sol de Perú.

Panamá vive en una etapa de transformación. Sin ser vidente, su futuro inmediato lo presumo oscuro para nuestra disciplina y para todo lo que garantice la libertad del hombre. De allí, que nuestra misión como profesores no se puede detener en la cátedra. Si la Universidad es una expresión palpitante, viva, de la sociedad panameña, la crisis de esta sociedad se nos manifiesta integral en la Universidad y nos llega por las arterias de los estudiantes como ríos en sacudidas. Es doble nuestra misión. Somos ciudadanos de una sociedad en crisis y profesores de una Universidad en crisis.

Los profesores que han consagrado su vida a una docencia sin virilidad civil, no entienden ni a la sociedad en crisis ni al estudiante en el fuego de su ira. Como ciudadanos son faunos serviles con flautas infecundas o venales trompeteros del status quo que se escandalizan por vuestras inquietudes, pero apagan sus trompetas ante las inmoralidades del medio social(...).

En esta trascendente y superior vida universitaria el estudiante, como ser social, debe buscar con pausa, pero con firmeza el norte de su filosofía. No basta saturarse del casuismo de las normas ni de las doctrinas jurídicas. Urge encontrar los instrumentos ideológicos que les permitan trabajar con seguridad en el campo social.

En esto la Universidad y los docentes en particular no han cumplido función alguna. Se ha confundido el debate de las ideas políticas con la subalterna gestión de la politiquería. Esta es la proscrita de las aulas. Pero esta es la que impera en nuestras aulas.

La ausencia de una pedagogía de todas las ideas se ha hecho siempre notoria, de allí que no cause sorpresa observar a tantos egresados deambular en las actividades sociales sin un centro de gravedad ideológico. Al carecer de fundamentos teóricos, resultan agitadores convencionales, frenéticos, jacobinos en el aula, pero luego, en el duro bregar de la sociedad resultan muchos los más finos lebreles del oportunismo y de la rabulería política.

Este mal, aparentemente crónico, también reclama la asistencia de la Universidad. Que esta sea un tolerante laboratorio de todos los pensamientos y que las convicciones ideológicas se fragüen tras una gimnasia doctrinal permanente. Saber propiciar y conducir estos objetivos es tarea del docente, es tarea común de la familia universitaria. Solo así, el universitario de hoy y el profesional de mañana llevarán al campo de la política una antorcha creadora y no una tea corruptora. Y serán antorchas porque la Universidad ha llevado a la conciencia del estudiante que un cerebro definido y un corazón equilibrado está por encima de otros órganos como los ventrales que son los que privan en las bestias o en los hombres con sentimiento y apetitos primarios.

La razón de ser de la Universidad es precisamente desterrar del hombre que tenga de primario y darle un mensaje de luz para su tránsito social.

¡Debemos hacerlo hoy y siempre!

Al iniciar sus jornadas universitarias es útil recordar que la única lanza en ristre positiva es la portadora de un vigoroso mensaje de cultura.

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