Con hambre no se puede aprender

Actualizado
  • 11/03/2019 01:01
Creado
  • 11/03/2019 01:01
Una mala alimentación conllevará a un bajo aprovechamiento del proceso enseñanza-aprendizaje. La desnutrición es un factor de exclusión en el sistema educativo

La mala alimentación durante los primeros años de la infancia, que conduce a casos extremos como la desnutrición y el sobrepeso, tiene un efecto negativo en el rendimiento escolar y el desarrollo cognitivo de los menores, según estudios científicos locales e internacionales. Así lo expresan expertos consultados por La Estrella de Panamá , quienes concluyeron que una mala alimentación se traduce en un menor aprovechamiento del proceso enseñanza-aprendizaje.

El debate sobre la educación, uno de los más complejos del país, parece seguir girando sin arribar a un punto de acuerdo con miras a una solución. Uno tras otro los actores señalan las deficiencias del sistema, pero no hay luz al final del túnel.

Aunque los estudios apuntan a que en el nivel primario existe una cobertura del 100%, otros análisis revelan que el proceso de enseñanza aprendizaje carece de calidad, sobre todo en las comarcas y áreas de extrema pobreza, donde se perciben pocos frutos de los esfuerzos para mantener a los estudiantes en las escuelas.

De acuerdo con estadísticas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el 62% de los niños y niñas indígenas registran retraso en el crecimiento físico y psíquico. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el retraso en el crecimiento prevalece en un 15.9% de los niños que asisten a primer grado en las escuelas oficiales, sobre todo, en las de las comarcas Guna Yala, Emberá Wounaan y Ngäbe Buglé.

La condición está estrechamente relacionada a la carencia de alimentos que proporcionen los nutrientes adecuados durante un tiempo prolongado. Esto aumenta el riesgo de enfermedad, incidiendo en el desarrollo físico y cognitivo de los niños y las niñas, explicó Javier Córdoba, gerente de Programas de Unicef.

Arlene Núñez, enfermera pediatra de Nutre Hogar, organización creada para prevenir y combatir la desnutrición infantil, coincide en que la falta de nutrientes y vitaminas afecta el buen desarrollo del cerebro. Según Núñez, los niños mal nutridos presentan cansancio, fatiga y sueño, factores que intervienen en el proceso enseñanza-aprendizaje. ‘Un cerebro dormido no puede recibir una buena enseñanza', advierte la enfermera.

La desnutrición durante los primeros años de vida afecta el crecimiento y desarrollo de los niños, al punto que llegan a gatear y caminar tarde y, por ende, se atrasan otros procesos, como aprender a leer y escribir.

Y lo peor: muchos de los niños que padecen de desnutrición nunca se recuperan y terminan desertando de la escuela porque no logran aprender cosas básicas, como leer o escribir, sumar y restar, concluye la enfermera. La desnutrición es consecuencia, entre otros factores, de la falta de lactancia materna exclusiva, malos hábitos de alimentación infantil e infecciones repetidas.

‘La desnutrición es un problema latente para muchas comunidades pobres e indígenas del país. Las evaluaciones dan cuenta de que la desnutrición infantil en áreas indígenas es hasta tres veces más alta que en el resto del país'.

Julio Escobar, presidente de la Junta Directiva de la Fundación para la Promoción de la Excelencia Educativa, también expresa preocupación por el tema. Apunta que existe muchísima evidencia que establece que la nutrición es imprescindible para el desarrollo adecuado del cerebro, en particular durante la etapa de 0 a 5 años. Está también convencido de que si no se logra una buena nutrición en los niños es difícil que puedan aprender, porque su cerebro no tendrá el nivel de desarrollo requerido.

Para Escobar, la desnutrición se convierte en factor de exclusión escolar, en ‘una de las peores injusticias sociales', porque se condena a un grupo a no educarse, al no contar con la alimentación adecuada.

En tanto, Mercedes Eleta de Brenes, presidenta de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa (Apede), está de acuerdo en que un niño alimentado adecuadamente goza de mayor capacidad para asimilar el proceso de enseñanza-aprendizaje, mientras que uno malnutrido está en desventaja.

Mientras tanto, Israel Ríos, de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dice que muchas veces la desnutrición pasa desapercibida hasta convertirse en crónica e irreversible, afectando no solo el aprendizaje sino restando las probabilidades de que se alcance un pleno desarrollo social y económico.

LAS CIFRAS HABLAN

Panamá es el cuarto país latino con mayor nivel de desnutrición infantil, según el Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2018, publicado por varias agencias de las Naciones Unidas, incluyendo la FAO.

Según las estadísticas, 68 mil niños menores de 5 años no comen lo suficiente o no se alimentan bien, lo que representa el 19.1% de la población infantil panameña, una cifra solo por debajo de Guatemala, Ecuador y Honduras, sin contar a Haití.

Otros datos indican que 453,837 (32.8%) de los menores de 18 años se encuentran en un estado de pobreza multidimensional. El Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) de niños, niñas y adolescentes establece que uno de cada tres niños se encuentra privado de por lo menos tres de cinco condiciones básicas para enfrentar adecuadamente la vida.

En las comarcas indígenas se presentan los mayores porcentajes de niños en estado de pobreza multidimensional. En la comarca Guna Yala, 99.3%, comarca Ngäbe Buglé, 95.4% y comarca Emberá, 81.0%, según el IPM.

De acuerdo con las mediciones, 16.1% de niñas, niños y adolescentes pobres multidimensionales en el país están carentes de educación y formación temprana; un 15.6% de niñas, niños y adolescentes pobres multidimensionales carece de una alimentación variada.

LA OTRA CARA

En el otro extremo existe un problema, igualmente relacionado con la malnutrición y que también incide en el proceso enseñanza-aprendizaje: el sobrepeso.

La obesidad infantil, que mantiene una tendencia al alza, está asociada a enfermedades no trasmisibles, muerte prematura y discapacidad en la edad adulta, según establece la OPS.

El sistema de monitoreo nutricional del Ministerio de Salud de 2017 muestra que el exceso de peso en menores de 5 años de edad aumentó en 1.1% entre el 2014 y 2017. El gerente de programas de Unicef indicó que muchas veces se consumen grandes cantidades de alimentos altos en calorías, pero bajos en nutrientes fundamentales: bebidas azucaradas, alimentos fritos y ricos en almidón. En estos casos, es imperioso mejorar la calidad de la alimentación del infante y motivarlo a hacer más ejercicio y actividad física, agregó.

Ríos, por su parte, explicó que los problemas relacionados con el exceso de peso también afectan el rendimiento escolar, porque serán mayores las probabilidades de ausentismo, afecciones psicosociales, aislamiento y de bulling , afectando negativamente el proceso de enseñanza-aprendizaje.

La Ley 75 de 15 de noviembre de 2017 promueve la alimentación adecuada y un estilo de vida saludable en los centros educativos. Anualmente, el Ministerio de Educación invierte $19.5 millones en el programa de nutrición escolar, según datos del informe del contralor para la vigencia 2017.

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