La crisis de la Asamblea Nacional

Actualizado
  • 27/04/2019 02:00
Creado
  • 27/04/2019 02:00
Extracto de la primera parte de la conferencia dictada en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Panamá en 1966, publicada en su obra ‘Pensamiento y Estudios Jurídicos'

Señor Decano, señores profesores, damas y caballeros, jóvenes estudiantes:

No por falta de ética quiero aclarar que no vengo a hablar en nombre de la Asamblea. Vengo simplemente a exponer algunos puntos de vista sobre la crisis de la Asamblea Nacional, no sólo en Panamá sino en toda América. Una de las preocupaciones fundamentales en los días actuales radica en lo que podría calificarse como la falta de cumplimiento por parte del Órgano Legislativo de dos de sus funciones básicas, o sea la de legislar y la de fiscalizar. Y esa crítica, en cierto modo, como lo decía muy acertadamente el profesor Cesar A. Quintero, conlleva todo un escrutinio sobre la eficacia del sistema democrático.

No en vano se ha dicho que la crisis de la democracia tiene que repercutir necesariamente en la crisis del parlamento, y que, en consecuencia, una manera de resolver en parte la crisis de la democracia se encuentra, asimismo, resolviendo algunas crisis del parlamento.

Si la democracia descansa en un sistema de leyes y si la Asamblea es creadora de esas leyes, naturalmente hay una íntima relación entre la eficacia de la democracia y la función de la Asamblea. Sin embargo, es un hecho evidente que la crisis de las Asambleas en América constituye una consecuencia de la crisis del sistema y que por más que haga cualquier tipo de malabarismo teórico, mientras no se supere la crisis de sistema, la crisis en la Asamblea tiene que ser su expresión natural.

Para poder hablar d del Órgano Legislativo, decía un profesor chileno, es imprescindible examinar lo que integra una comunidad. Él decía: ‘es artificial y difícil separar el medio de los métodos parlamentarios del de los regímenes políticos en el ámbito en los cuales son aplicados. El número de partidos, su naturaleza, su disciplina, sus tradiciones cívicas, sus relaciones recíprocas, la autoridad y el prestigio del Poder Ejecutivo, todos los factores del régimen político, ejercen una influencia directa y profunda sobre los métodos de trabajo del parlamento'.

Si no entramos en el análisis de todas estas condiciones, de todos estos requisitos, nosotros jamás podríamos comprender la crisis del sistema legislativo en Panamá así como la crisis del sistema representativo en toda la América.

Cuando llegué a la Asamblea Nacional como diputado, pude observar en la práctica el porqué las Asambleas no son realmente representativas de la voluntad popular sino que en la práctica resultan instrumentos de intereses políticos que no residen propiamente en la Asamblea. Es decir, únicamente estando allí dentro, viendo cómo se realizan los actos internos, se llega a constatar de qué modo hay tanto de formalismo en nuestra democracia representativa, y por qué la Asamblea Nacional no cumple su misión básica.

Todos criticamos a la Asamblea. Se piensa que tal vez una de las razones por las cuales la Asamblea no es popular es porque no está a la altura de las exigencias colectivas. Es del caso, entonces, examinar cuales son las causas por las cuales el Órgano Legislativo no está a la altura de su misión o no responde a las exigencias actuales de nuestras comunidades.

En primer lugar, es de nuestro siglo observar la extraordinaria expansión de las funciones del Estado. Ya no se trata de un Estado del decimonono, ni siquiera del Estado de principio de siglo, imbuído de una manera casi total en las tesis del liberalismo, sobre todo de aquel liberalismo gendarme que creaba el Estado gendarme con un mínimo de intervención en los problemas sociales. Sus órganos, como el Legislativo, no tenían ninguna necesidad de entrar en el análisis de los grandes conflictos sociales.

Después de la Primera Guerra Mundial y ya en los albores de la Segunda, los pueblos comienzan a transformarse en forma tal que obligan al Estado para no perecer en la anarquía y cumplir con eficacia las funciones del Estado Moderno, a dejar atrás la concepción del Estado Policía, para adoptar las formas del Estado Intervencionista.

Y es allí, en virtud de los imperativos de las comunidades, de las sociedades, de los pueblos, y en un alarde de adaptación es como el Estado fue liquidando viejas concepciones y cómo la Constitución rígidamente liberal, como la de 1904, en nuestro caso panameño, es reemplazada por una Constitución como la de 1946. Encontramos que el Órgano Ejecutivo inicia una modernización de sus métodos, mientras que el Órgano Legislativo se mantiene con sus métodos anticuados, como los indicados en la Constitución de 1904, e incluso se mantiene el mismo procedimiento, la misma técnica legislativa de las Asambleas del siglo pasado.

‘TODOS CRITICAMOS A LA ASAMBLEA. SE PIENSA QUE TAL VEZ UNA DE LAS RAZONES POR LAS CUALES LA ASAMBLEA NO ES POPULAR ES PORQUE NO ESTÁ A LA ALTURA DE LAS EXIGENCIAS COLECTIVAS...'

Mientras que el Órgano Ejecutivo va adoptando una mayor responsabilidad para el buen ejercicio de sus atribuciones y se va asesorando de manera mucho más científica, más racional y busca equipos de gente versada para resolver los problemas más angustiosos de la sociedad contemporánea, las Asambleas, por el contrario se van quedando atrás y funcionan con los mismos sistemas de comisiones, sin ningún criterio racional, sin información científica, con los mismos equipos burocráticos internos de hace veinte, treinta o cuarenta años, sin ningún tipo de asesoramiento, de donde se desprende que la función legislativa descansa exclusivamente en la mucha o la poca preocupación de los diputados, en particular Si el Órgano Ejecutivo descansara exclusivamente en la mucha o en la poca versación de sus presidentes y de sus ministros, nuestro país estaría mucho más atrasado de lo que se encuentra.

Esa nueva realidad recogida en la Constitución de 1946, de carácter intervencionista, que obliga a que las Asambleas no sean simples cenáculos de retórica, como las del siglo pasado o las de principio de siglo, que disolvían su tiempo en simples arengas sobre los principios emanados de la Revolución Francesa, como los derecho individuales o los problemas religiosos. Esa nueva realidad repito, obliga a la Asamblea a tomar nuevas actitudes ante el presente y el desarrollo de la sociedad.

Se da la paradoja de que la Constitución intervencionista de 1946 no es desarrollada por su Órgano Legislativo, porque el Órgano Legislativo se integra políticamente por personeros carentes de formación ideológica, o porque el Órgano Legislativo es la expresión de un sistema socioeconómico que rechaza el intervencionismo de Estado y prefiere el desprestigio del sistema representativo ungido en las Asambleas(…).

La complejidad de los problemas actuales, la complejidad de la sociedad en la cual estamos viviendo, en donde cada día se suscitan más situaciones de contradicción interna, en donde los pueblos cada día toman más conciencia de sus necesidades, porque lo interesante no es que existan necesidades sino que los pueblos tomen conciencia da que ellas existen y cuando ocurre esta situación, cuando vemos el crecimiento demográfico de las poblaciones, cuando vemos el no crecimiento industrial de las comunidades, cuando vemos una serie de contradicciones entre el desarrollo social, entonces allí entra en crisis la Asamblea, porque no tienen en sus manos, ni los programas , ni la mística, ni la conciencia, ni los instrumentos para resolvernos adecuadamente.

Se ha llegado a la situación en la cual cada vez que se plantean problemas económicos, por ejemplo, en la Asamblea, que son problemas que en un 80 o 90% mueven la inquietud y la esperanza de los pueblos, cada vez que hay un problema económico, el papel de las Asambleas es totalmente nulo. Esto demuestra la ausencia de versación y de interés. Si se plantea el desarrollo de los principios constitucionales sobre el trabajo, la Asamblea Nacional frena las soluciones. Si se plantean soluciones a los problemas sociales, como los de la vivienda, hay igual freno. Si se discuten nuevas normas tributarias, la Asamblea Nacional se convierte en una caja de resonancia de las presiones de los intereses creados(….). Estos hechos explican en parte la crisis del sistema representativo en Panamá.

FICHA

Un vencedor en el campo de los ideales de libertad:

Nombre completo: Carlos Iván Zúñiga Guardia.

Nacimiento: 1 de enero de 1926 Penonomé, Coclé.

Fallecimiento: 14 de noviembre de 2008, Ciudad de Panamá.

Ocupación: Abogado, periodista, docente y político

Creencias religiosas: Católico

Viuda: Sydia Candanedo de Zúñiga

Resumen de su carrera: En 1947 inició su vida política como un líder estudiantil que rechazó el Acuerdo de bases Filós-Hines. Ocupó los cargos de ministro, diputado, presidente del Partido Acción Popular en 1981 y dirigente de la Cruzada Civilista Nacional. Fue reconocido por sus múltiples defensas penales y por su excelente oratoria. De 1991 a 1994 fue rector de la Universidad de Panamá. Ha recibido la Orden de Manuel Amador Guerrero, la Justo Arosemena y la Orden del Sol de Perú.

Es un hecho tan claro que la característica de hoy es que el Órgano Ejecutivo se vigoriza en casi todos los países de América. Cuando yo hablo de los problemas de la crisis de la Asamblea, insisto en estimarlos como crisis de las Asambleas de América entera y no solamente en Panamá tal vez en el mundo. La vigorización del Órgano Ejecutivo, el deseo sostenido que tiene el Órgano Ejecutivo de tener la prioridad en la colegislación, la realidad existente de que casi del 80 o 90% de las leyes son leyes orgánicas que se deben a iniciativa del Ejecutivo; la, incluso, dependencia política; pero ya no digamos encubierta sino expresa de los diputados a los lineamientos legislativos que establece el Ejecutivo, son causas por las cuales se considera que la Asamblea se encuentra en crisis.

Esta apreciación sobre la crisis de la Asamblea Nacional se debe a su naturaleza de organismo público, y se debe a que el cúmulo de atribuciones constitucionales que posee la señala como el organismo panacea en la solución de todos los problemas. Es el pararrayo del sistema representativo porque es su esencia.

Asimismo, otra de las causas por las cuales las Asambleas se encuentran en crisis las encontramos en las sistemáticas coacciones de los llamados grupos de presión (...). Los grupos de presión, que se manifiestan no solo tal vez con el soborno, sino básicamente se manifiestan con una actitud de convencimiento para que la decisión del diputado no sea el fruto de su libre consecuencia sobre el problema sino de una serie de compromisos de carácter político económico o de otro índole(...).

Asimismo, la crisis de la Asamblea la encontramos en el extraordinario abuso que se viene haciendo en la delegación de funciones al Órgano ejecutivo. La delegación de funciones, que en un principio se hacía para cosas muy urgentes, muy definidas, muy precisas, ahora esta delegación de funciones son solo se hace para que el Ejecutivo pueda cumplir su función durante la etapa de receso, sino para que el Ejecutivo, en efecto no sea ya solo un colegislador, sino un legislador auténtico.

Estas situaciones han creado innegablemente la crisis en la Asamblea Nacional(…). Es el vicio de nuestro sistema; es el vicio de estas Asambleas que están integradas con un criterio político; son Asambleas que constituyen el fruto no de un análisis previo en los respectivos partidos de las capacidades de quienes deben ir a la Asamblea a legislar, sino de su fuerza económica o de su fuerza como cacique, o como dirigente en una comunidad interiorana, o de la capital; es decir, el candidato no responde a un rigor de selección, y este rigor no se logra por la ausencia de auténticos partidos políticos.

Si el criterio existente en los partidos fuese el de escoger candidatos que pudieran en un momento dado cumplir una función legislativa a tono con sus capacidades y con las exigencias sociales, entonces la función de las Asambleas Nacionales tendría mayor eficacia. Si pretendiéramos examinar más a fondo la causa de la crisis de la Asamblea, en la inexistencia de auténticos partidos encontraríamos lacerantes respuestas. Partidos personalistas, sociedades económicas para jugar a la política, con diputados que necesariamente llevan al desprestigio a tan importante institución de la democracia.

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