Baico: Coiba por dentro

Actualizado
  • 24/11/2019 00:00
Creado
  • 24/11/2019 00:00
El libro escrito por el conocido guardaparques “Mali Mali” contribuye a la narrativa entorno a la isla de Coiba y su dualidad: infierno carcelario y paraíso natural
Baico: Coiba por dentro

A sus 56 años, Narciso Bastidas alcanzó la meta que se propuso hace más de una década. Esta semana, finalmente, presentó su libro “Baico, Coiba por Dentro”, curiosamente, en uno de los salones del Conjunto Monumental Las Bóvedas.

Sentado en una mesa VIP en compañía del ministro de Turismo Iván Eskildsen, el guardaparques nativo de Guna Yala firmó un contrato con la librería El Hombre de La Mancha -que venderá la obra- frente a un grupo de invitados; periodistas, en su mayor parte.

Tras años de trabajo, de dar vueltas a las ideas y superar los inconvenientes de la máquina de escribir y las computadoras, la obra vio la luz gracias a un encuentro fortuito entre los dos protagonistas del evento.

El guardaparques recibía al ministro durante una visita de reconocimiento en la isla de Coiba, y en medio de la conversación, le comentó que estaba escribiendo un libro.

- ¿De qué trata?

- Sobre mi vida… estuve preso aquí durante 11 años.

Baico: Coiba por dentro

Eskildsen se interesó de inmediato y, luego de estudiar el contenido, le dio su aprobación al proyecto. La Autoridad de Turismo apoyaría la publicación que hoy sale a la luz, una bella edición de papel reciclado, forrada en cuero e ilustrado con fotografías de color sepia.

En carácter autobiográfico, la obra narra las duras vivencias que experimentó Bastidas en la Cárcel Modelo y el centro penitenciario de Coiba y cómo, después de una condena de 17 años, logró sobrepasar el estigma de expresidiario para convertirse en un dedicado guardaparques en la isla de Coiba.

La historia contada en Baico, Coiba por Dentro, es la de un joven humilde, apenas salido de la adolescencia, que se traslada a la ciudad en busca de oportunidades, para encontrar la tragedia.

Bastidas fue condenado por un crimen que asegura no cometió. Vivió el infierno en La Modelo, de El Chorrillo, y fue trasladado a Coiba seis años después, tras ser capturado en un intento de fuga.

A la larga, este traslado, en lugar de ser un castigo, resultaría una bendición.

Amor a primera vista
Baico: Coiba por dentro

Se trató de un amor a primera vista. Baico:Coiba por Dentro cuenta el encuentro de Bastidas con el paisaje de la isla penitenciaria que por los 11 años siguientes sería su hogar: “ la inmensa llanura, potreros, arrozales, platanales, yucales… playas de arenas blancas y aguas cristalinas rebosantes de vida, llenas de cocoteros y rodeadas de arrecifes, donde se escucha el canto de los pájaros y el rumor del oleaje marino, y se disfruta del sol que cada mañana se muestra en su majestuosidad”.

La obra abunda sobre el estilo de vida de los presos, obligados a producir sus propios alimentos. A Bastidas le correspondió abrir trochas, limpiar el campo, sembrar la tierra, cuidar el ganado, manejar el bote para distribuir las cosechas y productos en los 23 campamentos de la isla.

Pero también explica cómo, pasado el encanto inicial, ni el paisaje ni las distracciones compensaban la dureza de la vida en este centro penitenciario, donde se enviaba a los más peligrosos criminales del país y donde los carceleros no eran mejores que los privados de libertad.

Bastidas cuenta cómo sobrevivió a castigos y las condiciones que en 1998 dieron paso a la “Gran Masacre”, un enfrentamiento entre dos bandas de prisioneros, Los Hijos de Dios y Los Perros de San Joaquín, que terminó con varias decapitaciones y actos de barbarie de inusual sadismo.

El autor también explica cómo su vida empezó a dar un giro cuando la isla fue convertida en un Parque Nacional, por un decreto Ejecutivo emitido por el presidente Guillermo Endara en 1991. Con esta denominación, el penal se abrió a expediciones científicas que contrataban a los presos como ayudantes. En 1993, Mali Mali encontró trabajo con una misión de la Agencia de Cooperación Española, que lo incorporó como ayudante.

Bajo el amparo de los científicos de esta expedición, aprendió a explorar las profundidades marinas, a catalogar y conocer especies. Esto, junto con su experiencia en la topografía de la isla, sus corrientes marinas y su geografía, le dieron el perfecto perfil de guardaparques.

En 1998, cuando fue liberado, se radicó brevemente en la ciudad de Panamá, pero poco después regresó a la isla.

Historia de gran interés

Para muchos, la historia de Bastidas resulta de enorme interés en la actualidad.

“Es un logro para Narciso haber triunfado en lo que pocos otros expresidiarios consiguen, que es reinsertarse efectivamente en la sociedad”, señala Alejandro Balaguer, de la Fundación Albatros Media, quien conoció a Mali Mali, como lo bautizaron en la isla sus compañeros, debido a su extrema delgadez. El encuentro se produjo hace una década, cuando Balaguer impulsó una campaña mediática a favor de esta reserva natural.

Balaguer trabaja actualmente en un documental sobre la vida del guardaparques. Su visión es mostrar cómo el amor por la naturaleza puede redimir al ser humano.

Pasado y futuro de Coiba

Curiosamente, existe un cierto paralelismo entre la vida de Narciso y la isla de Coiba: su pasado indígena, la experiencia carcelaria y la vocación ecológica.

La isla albergó un vibrante poblado indígena hasta los 1516 dc, cuando por órdenes de Pedrarias Dávila, llegó la expedición de Bartolomé Hurtado. En las crónicas de la época se habla de este grupo indígena, conectado con los gnobe, que vestía chalecos de algodón y lanzas con dientes de tiburón.

Durante la conquista, la población indígena disminuyó de forma acelerada y desapareció. Reportes periodísticos señalan que en 1892 el Congreso colombiano emitió una ley para convertir la isla en un leprosario que debía albergar a los 30 mil enfermos de toda la república. Los panameños realizaron el 17 de noviembre de ese año una gran manifestación en el parque de Santa Ana.

Centro penal en un paraíso

La isla fue convertida en un centro penal por Belisario Porras en el año 1919, condición que duraría unos 90 años hasta 2009, cuando fue cerrado.

En su etapa final llegó a tener mil presos, considerados los más peligrosos del país, divididos en 23 campamentos (cada uno con 40 o 50 presos), custodiadas por tres o cuatro unidades de la Policía Nacional.

Su pasado como presidio tuvo un lado afortunado: la naturaleza permaneció intacta. Hoy la isla de Coiba conserva un 80% de su flora originaria y 15 ríos navegables. Además, es habitada por 760 especies de peces, 33 clases de tiburones, 20 de ballenas y delfines, además de monos aulladores, guacamayas, ñeques, cocodrilos y águilas.

Esta riqueza biológica, unida a su belleza natural, han convertido a la isla de 194 millas cuadradas en uno de los puntos de mayor interés turístico en Panamá. En el año 2005, fue declarado “Patrimonio Mundial de la Humanidad”.

La isla, que ofrece excelentes condiciones para la práctica de actividades como buceo y estudio y observación de especies, podría convertirse también en un sitio para un nuevo tipo de turismo que está tomando auge: el turismo carcelario, una idea a la que ha apuntado la actual administración de Turismo.

En las últimas décadas, muchas de las antiguas cárceles de los cinco continentes han ido transformándose en museos. La isla de Alcatraz, por ejemplo, en San Francisco, California, atrae a 1.5 millones de visitantes anuales, lo que la hace una de las principales atracciones turísticas del continente.

“(El turismo carcelario) es una oportunidad para reflexionar sobre realidades históricas y sociales con el fin de que las experiencias negativas no se repitan”, sostuvo Eskildsen durante la conferencia de presentación del libro Baico: Coiba por Dentro.

De allí el apoyo de la Autoridad de Turismo al libro de Narciso Bastidas, alias Mali Mali, un interés por impulsar una narrativa entorno a la isla que, siendo en paraíso, fue convertida en un infierno.

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