Rehacer un horizonte constructivo en común

Actualizado
  • 24/06/2020 00:00
Creado
  • 24/06/2020 00:00
No es el momento de buscar ventajas políticas, sino de trabajar juntos para enfrentar exitosamente la pandemia. Es hora de manifestar interés, de unir, en lugar de dividir y degradar el debate público manipulando la necesidad de la población

Sin duda que 2020 pasará a la historia como el año en que el mundo hizo frente a la peor pandemia en un siglo. Todos los habitantes del planeta con independencia de su procedencia, nacionalidad, credo, raza, estatus socioeconómico y situación legal, vieron sus vidas afectadas por una realidad que se convirtió en pesadilla.

Los expertos insisten en que el planeta aún se halla al principio de la propagación de la covid-19. Comparado con el béisbol, podría decirse que el partido se encuentra en la segunda entrada. Salir de esta pandemia es como bajar una pendiente muy resbaladiza.

A todos los países les asiste el temor de levantar las medidas restrictivas debido a los rebrotes que están produciéndose en distintos puntos del planeta. Brasil, Corea del Sur, Chile, China, India, Irán, Israel, México, Portugal, Nueva Zelandia y Ucrania han dicho adiós a los días sin detectar contagios. En este momento lo importante es el comportamiento personal y social para que el virus se contenga o siga propagándose.

En retrospectiva, todos los gobiernos fueron desbordados por los acontecimientos. La emergencia sanitaria ha exigido que los sistemas de salud pública libren una batalla para la cual ningún país ni gobierno estaba preparado. Hubo confusión y falta de medios de todo tipo. Además, falló la alerta temprana por el sesgo deliberado de las primeras informaciones y el ocultamiento de la realidad por parte del régimen comunista de China.

Los científicos han descubierto que el coronavirus de esta pandemia se comporta como el manual de montaje de una fotocopiadora modelo SARS-CoV-2. Por seis meses, el virus se ha estado reproduciendo entre los seres humanos, infectando a 10 millones y causando la muerte de medio millón de personas. De allí la urgencia por contener al coronavirus y volver a algún grado de normalidad. La realidad es que sin vacuna ni inmunidad grupal la nueva normalidad es casi una utopía.

En el terreno local, hay que reconocer que la sociedad en su conjunto ha tenido un comportamiento excepcional y ha dado muestra de responsabilidad, sentido solidario y capacidad de sacrificio.

Panamá ha sido golpeado con fuerza y ha resistido la más grave crisis sanitaria en casi 120 años de historia. La responsabilidad compartida es volver a levantar el país desde la unidad. El esfuerzo común para superar dificultades pasa por la reconstrucción de una unidad en torno a objetivos posibles y bien estudiados. No actuar divididos, sino con unidad de propósitos.

El problema es que la pandemia no ha librado al ser humano de sus peores instintos. Además la humanidad se ha angustiado todavía más ante un contacto tan cercano e intenso con la enfermedad y la muerte.

En la historia hay registros de naciones que perdieron el tren del desarrollo por culpa de catástrofes incontrolables y fatídicas. Ese no es el caso de Panamá. El presidente Nito Cortizo está creando las condiciones para avanzar como nación. Su mensaje es un llamado consistente a no tener miedo de avanzar unidos para volver a levantar el país desde la unidad.

Pero como la panameña es una sociedad ligera para la crítica y la descalificación, sectores vociferantes de la sociedad civil, con las redes sociales como aliados y en complicidad con medios de comunicación y políticos opositores, con vocación egoísta y malsana, ignoran las luces y promueven las sombras.

Esos sectores deberían comprender que no es el momento de buscar ventajas políticas, sino de trabajar juntos para enfrentar exitosamente la pandemia. Pero no manifiestan interés de unir, más bien de dividir, degradando el debate público y manipulando la necesidad de la población de confiar, de reconfortarse con la perspectiva de mejoras futuras. En lugar de actuar con voluntad desinteresada de arrimar el hombro, tratan de desdibujar y debilitar la imagen de Nito.

La oposición política, sus aliados de la sociedad civil y la ciudadanía en general están en pleno derecho de reclamar al gobierno sobre su gestión de pandemia. En ese rumbo las críticas y las diferencias deben encauzarse por vías constructivas, de lo contrario resultan dañinas para la convivencia social porque se convierten en generadores de confrontación, discordia y división. Hay diferencias legítimas en la convivencia social, pero deben abordarse dentro de los espacios democráticos y dejando de lado la promoción del irrespeto, el insulto y la agitación permanente.

Lo útil es unir fuerzas y objetivos. Lo eficaz en estas horas críticas para el colectivo nacional es cooperar. La retórica incendiaria, los llamados subversivos de las redes sociales no ayudan a la superación de la crisis. Panamá solo saldrá a flote si es capaz de rehacer un horizonte constructivo en común.

La recuperación de la economía demanda el concurso de todos para que la estabilización sea lo más rápido posible. El país no puede gastar tiempo en crear diferencias y divisiones, que son dañinas. Hay que unir fuerzas y propósitos. Lo eficaz, lo que tiene sentido en estas horas críticas, es cooperar.

Ante las diferencias entre distintos sectores políticos y sociales, debe prevalecer lo que une, la voluntad de convivir. Avanzar unidos es el horizonte de los cuatro años de gobierno que Nito tiene por delante. Un país puede tener muchas razones para sentirse orgulloso, pero no hay que olvidar –como dijo el insigne argentino Manuel Belgrano– que “la unión es la joya más preciosa que tienen las naciones”.

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