• 27/07/2020 07:00

Nostalgia de David

Estar frente, a pocos pasos (uno y medio o dos metros), del enemigo invisible me produce una vulnerabilidad insostenible, mortificante y delirante

Es un sentimiento profundo de desesperanza. Un desasosiego producido por ignorar lo que me depara el futuro inmediato. Es una emoción que amilana los sentidos, que abruma el raciocinio. Es morir antes de perder el palpitar. Es indescriptible como se anhela nada y darlo todo, a cambio de la supresión de la sensación de la presencia del virus furtivo, amenazador y burlón. Es una breve y lastimera expresión de la nostalgia causada por la "peste".

Estar frente, a pocos pasos (uno y medio o dos metros), del enemigo invisible me produce una vulnerabilidad insostenible, mortificante, delirante. ¿Cómo ocupar el tiempo durante el "encierro" casi eterno? Es más dañino ¿creo? que cualquiera precariedad. El terror se apodera de mi alma y lacera mis huesos. ¿Huir? ¿Dónde? Sí, el "endemoniado bicho" se pasea amenazante en todo el Planeta.

He estado en situaciones de inminente peligro. En refriegas callejeras y en escenarios de guerra; pero en ninguna de esas circunstancias he sentido la orfandad de ánimo como la que experimento -frente a frente- todos los días de Dios, durante largos y tediosos cuatro meses, asechado y atemorizado por el microscópico enemigo. ¡Santo! Resulta inverosímil tal vaguedad de sentimientos. Más o menos, conozco sus armas, pero sin lugar a dudas, ignoro por completo en que momento me va a agredir. Incluso alevosamente me aventaja, porque ya me tiene temeroso, tembloroso, casi que vencido...

Es más, me lleva la cuenta diaria de los que ha herido en las barricadas del hambre y de los que ha enviado al Hades, desde los nosocomios de la muerte, donde han sido llevados mis "hermanos" a pasar "con dignidad sus últimos días". Sinceramente, dudo que es más horroroso, sentir el atisbo burlón o el "momento de la verdad"; ojalá no llegue, porque estoy desarmado y desalmado, paralizado, inmovilizado; para librar una lucha desigual, ante tan minúsculo, pero a la vez, hasta ahora, invencible rival. ¡Así de sencilla es la cosa!

El autor es abogado y analista político. 

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