Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 03/09/2020 00:00
Kyungsun Kim, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), percibe que la pobreza aumentara entre niños y adolescentes a causa de la propagación del virus que produce la covid-19. Los niños que eran pobres lo serán aún más porque sus familias han perdido total o parcialmente sus ingresos y están experimentando carencias en la alimentación, agregó la representante de Unicef. Los niños y adolescentes son la generación que llevará adelante el país, por lo que es importante prestar especial atención a las circunstancias que experimentan en el contexto de la pandemia y crear políticas públicas que permitan revertir el impacto negativo de la pandemia en su entorno familiar. En medio de la pandemia, el grupo poblacional ha perdido importantes recursos para desarrollarse adecuadamente. El cierre de las escuelas ha representado para muchos la pérdida del único alimento que recibían diariamente.

Nos tiene que preocupar la situación de los niños y adolescentes, y no solo porque representan un tercio de la población panameña, sino porque es la generación que llevaría adelante este país. Antes de la pandemia había muchos retos. Así lo reveló un informe sobre la pobreza multidimensional. Más de 400 mil niños estaban viviendo en pobreza. Estimamos que ese número se va a incrementar. En efecto, una encuesta publicada en junio revela que más del 77% de las familias reporta que ha sufrido pérdidas parciales totales o parciales de sus ingresos. Otro 47% de los hogares encuestados declara tener menos alimentos de lo habitual. Creo que es una buena referencia para poder monitorear la situación del grupo poblacional.
Hay otra encuesta que hemos elaborado con los adolescentes que revela sus preocupaciones, pero también sus esperanzas. En ella se refleja que la resiliencia de los adolescentes es formidable y nos llama a hacer más por ellos. En un comunicado publicamos las palabras de una niña de 16 años que decía: “en medio de la situación difícil, no se olviden de sus sueños y metas porque nos dan un impulso para no rendirnos y alcanzar lo que queremos, sin importar las circunstancias”. Tenemos la responsabilidad de asegurarnos que los adolescentes se mantengan activos y motivados, que no se continúe con las vulneraciones de derechos. Estamos hablando de derecho a salud, pero también a educación.
La encuesta nos indica que las familias con ingresos mínimos mensuales son los que reportan más afectaciones por la pandemia. En alimentación, esas familias reportan que hay menos alimentos de lo habitual. El rango de ingresos de estas familias es de menos de mil dólares por mes.
Sí, ¡así es!
Esto es algo de lo que no teníamos precedentes. Ha habido cierres eventuales por ciertas crisis. Pero esta es una situación que nunca hemos enfrentado. Y, no solamente en Panamá, sino en todo el mundo desde la Segunda Guerra Mundial. Y muchos de nosotros no vivimos el conflicto bélico. Además, ahora hay múltiples retos y distintos a la crisis mundial anterior. Los efectos adversos son múltiples y tienen que ver con la seguridad, el bienestar y el aprendizaje de los niños. Las escuelas no solo tienen que ver con la educación, sino que también ofrecen un sentido de normalidad. Cuando existe una situación de emergencia y tenemos un trabajo, una rutina, nos sentimos mejor, somos más resilientes al enfrentar la crisis. Ahora se está careciendo de ese sentido de normalidad que los centros educativos brindan. Las escuelas son primero que todo aprendizaje y sentido de normalidad. Pero también tiene una parte social porque permiten la interacción con los amigos y maestros, que es algo incomparable. Esa socialización está relacionada con habilidades de vida. También te ofrece elementos de protección, porque si los niños pasan mucho tiempo fuera de las escuelas, sin una supervisión de un adulto, son más vulnerables, especialmente en las comunidades con violencia y pobreza. Adicionalmente, los centros educativos ofrecen alimentos. Muchos niños, en zonas rurales y comarcas, la única comida que se comen es la de la escuela. Eso también se ha perdido.
Creo que primero que todo tenemos que reconocer que ha sido impresionante cómo se ha adaptado el gobierno y la sociedad a los retos de la pandemia. Lo que iba a tomar mucho tiempo se logró en cuestión de meses; por ejemplo, la educación a distancia. Nuestro llamado ha sido a que esto pueda ser una oportunidad para cerrar brechas, porque la crisis demandará cambios estructurales. La educación a distancia ha sido ese cambio estructural. El país tiene que dar más prioridad a ese tema. Es probable que veamos un poco menos desigualdad en aprendizaje o un incremento de esa brecha. En la educación a distancia se requiere mucha combinación, no es solo dar dispositivos e internet. Se tiene que combinar con supervisión de adultos, sobre todo de docentes, que son capacitados para hacer ese trabajo, que es diferente a lo tradicional. Es un reto tremendo, pero hay que reconocer que se ha actuado con mucha rapidez; ha sido impresionante. Ahora el reto es la calidad de aprendizaje y combinarlo con medidas sanitarias.
Tener una ley que se refiera a la gobernanza de los servicios de la primera infancia siempre será un tema importante. Esa discusión debe ser algo a lo que el país debe prestar atención, porque podría convertirse en la única oportunidad para cerrar la brecha socioeconómica, reducir la desigualdad y la pobreza. Existe suficiente evidencia científica que indica que desde el embarazo hasta los tres años se debe ofrecer una buena nutrición, acceso a vacunas, protección, amor y estimulación para el desarrollo adecuado del cerebro. Todos estos elementos tienen que ser un servicio básico porque son derechos de los niños. Se tiene que tener acceso a esos servicios. El gobierno tiene que proveer los servicios desde el contexto de los derechos de los niños. Pero si ese servicio no se coordina adecuadamente, será un desperdicio de esfuerzos. Se debe asegurar que haya una gobernanza muy organizada y descentralizada para ese servicio básico, para cumplir con los derechos de los niños, que es fundamental. La ley no va solucionar todo, pero es un paso más que el país tiene que dar.