Ser virus o ser vacuna

Actualizado
  • 23/09/2020 00:00
Creado
  • 23/09/2020 00:00
Elegir ser vacuna está relacionado con la unidad nacional frente a una batalla sanitaria que todavía persiste y se prolongará en los meses por venir. Se asocia con tomar consciencia de que está en juego el futuro de Panamá

Por unos momentos la humanidad posó su mirada fuera del planeta Tierra. Una de las noticias más relevantes del fin de semana en The New York Times fue el descubrimiento de señales de posible vida en la atmósfera tóxica del planeta Venus. En medio de otra densa atmósfera, en este caso política, el rotativo también incluyó el fin de semana, en su sección editorial, un análisis sobre el deterioro de la democracia en Estados Unidos en el contexto de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.

La vacuna contra el nuevo coronavirus se ha convertido en la esperanza frente a la muerte.

“La noticia llegada de Venus fue como un soplo de aire fresco”, dijo The New York Times. No faltó quien, sin detenerse a saber más, quiso ver en el hallazgo una alternativa distinta frente al desolador panorama en la Tierra.

Venus, llamado así por la diosa romana de la belleza, arde a temperaturas de cientos de grados y está cubierto de nubes que contienen gotas de ácido sulfúrico corrosivo. Los astrónomos informaron la semana pasada que con telescopios poderosos detectaron fosfina –un gas que solo existe donde hay vida– en la espesa atmósfera de Venus.

El hallazgo de esa sustancia química en las nubes venusinas podría cambiar la visión que los científicos tienen de un planeta que durante mucho tiempo se pasó por alto en la búsqueda de vida extraterrestre.

Si ese descubrimiento se confirma, con más observaciones telescópicas y futuras misiones espaciales, los científicos podrían desviar la mirada hacia uno de los objetos más brillantes del cielo nocturno.

Por otro lado, en el editorial “Trump, Biden y un mundo peor”, el rotativo estadounidense analizó la campaña presidencial de Estados Unidos. Llegó a una conclusión que no puede ocultarse: ninguno de los dos candidatos puede cambiar el hecho de la fragilidad de la democracia en Estados Unidos.

La crisis de credibilidad de la democracia, es un mal que afecta a todo el mundo. Es un virus que no mata por los pulmones. Empobrece la vida pública. Y algunos de esos síntomas están reproduciéndose en la campaña política que, según The New York Times, el presidente Trump ha convertido en “un lodazal de insultos, mentiras y amoralidad”.

En América Latina, los supuestos progresismos de la última década, han deteriorado el ambiente cívico con clientelismo y fracturas sociales. El nuevo coronavirus no es el mayor de los males de la región, pero su pervivencia es un condimento adicional a la desarticulación del tejido social, el empobrecimiento material y cultural de los ciudadanos.

Vienen tiempos aciagos

“En la elección entre Trump y Biden se exhibe la democracia empobrecida que vivimos. Lo peor contra lo que hay, justo cuando se juegan en simultáneo el futuro de Estados Unidos y alguna esperanza para el mundo”, subrayó el diario estadounidense.

Salud de la nación

En el caso de Panamá, la pandemia no solo ha atacado la salud de sus ciudadanos, también la salud de la nación. Lograr que el país se sobreponga a la crisis sanitaria es, en este momento, la principal meta del presidente Nito Cortizo. Pero no es la única. Existe consciencia de que la salud de la República está en juego.

El impacto del nuevo coronavirus alcanza todos los órdenes y afecta los ámbitos sicológico y anímico, con sus secuelas de miedo e incertidumbre, y un sentimiento de orfandad y desprotección. Todo eso incide en la confianza en las autoridades y la salud de las instituciones.

La Organización de Estados Americanos distribuyó, hace unos meses entre sus miembros, una guía de buenas prácticas de la democracia en medio de la pandemia. Planteó la necesidad de trabajar tanto por el fortalecimiento institucional como para la necesaria aplicación de los controles democráticos, garantizar la libertad de expresión, el diálogo, el consenso, la cooperación, el desarrollo económico, el empleo, la transparencia y el acceso a la información.

Una declaración conjunta de expresidentes y organizaciones latinoamericanas, emitida la semana pasada, volvió sobre esa situación delicada. El pronunciamiento 'Cuidemos la democracia para que no sea víctima de la pandemia', hizo un llamado a velar por el presente y el futuro de la democracia. “Existen riesgos latentes que, si no pensamos y actuamos con celeridad, pueden producir un grave deterioro democrático”, dijo el documento.

Frente al nuevo coronavirus, el ser humano está más consciente de la fragilidad de la vida. La muerte –como la definía Shakespeare– es inevitable por “los miles de padecimientos de que son herederos nuestros cuerpos”.

Esa mayor conciencia del carácter perecedero de la humanidad, debe asociarse con la salud de Panamá. Ante cada panameño se presenta la disyuntiva de ser virus o vacuna.

Vacunas de unidad

Esa alternativa debe alcanzar la comprensión y la consciencia ciudadana. El virus juega su papel que es contagiar. Elegir ser virus, es sacar el virus a pasear y no cumplir con las medidas de prevención. Es propagar irresponsablemente el SARS-CoV-2 entre familiares, amigos y compañeros de trabajo.

Es contagiar, al mismo tiempo, el entorno y cerrar los espacios de diálogo, desconocer la capacidad del debate y emplear la descalificación como método. El efecto contagio debería, por el contrario, transformar la praxis política con las mejores prácticas –privadas y públicas– que permita adoptar un modelo de renovadas formas de convivencia social.

Elegir ser vacuna no está relacionado solo con adoptar la trilogía de mascarilla, distancia física y lavarse las manos, sino protegerse entre todos.

La vacuna contra el nuevo coronavirus se ha convertido en la esperanza frente a la muerte. De la media docena de proyectos avanzados en su tercera fase clínica, no se sabe su capacidad de inmunidad ni el tiempo que asegurarán protección.

Lo que se conoce es que el maravilloso cuerpo humano tiene un sistema inmunológico con distintos niveles de defensas, compuesto por anticuerpos, células asesinas, barreras, y hasta unas especies de armas químicas para combatir el nuevo coronavirus. Además de neutralizar la covid-19, la nueva vacuna deberá reforzar ese sistema de defensa inmunológico.

Elegir ser vacuna también está relacionado con la unidad nacional frente a una batalla sanitaria que todavía persiste y que permanecerá en los meses por venir. Se asocia con tomar consciencia de que está en juego el futuro de Panamá.

Este es el momento de trabajar por construir la unidad nacional, que se forje en torno a propuestas concretas. Y decidir edificarla en un ambiente de concordia política. Si la sociedad desea unidad nacional y solo contempla división e intransigencia, no se le puede pedir entusiasmo y confianza a los ciudadanos.

En Panamá sobran críticas y faltan acuerdos. No puede permitirse, en estos momentos de la vida nacional, que el efecto colateral de la covid-19 sea la pérdida de la convivencia social, una de las grandes conquistas democráticas de los panameños.

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