Ernesto Bazán: 'No creo que salgamos de la lista gris sin un registro de beneficiario final'

Actualizado
  • 30/12/2021 00:00
Creado
  • 30/12/2021 00:00
El consultor y conferencista expone su visión sobre el desenvolvimiento de la economía, el endeudamiento, la salida de las listas grises y el grado de inversión de Panamá
Ernesto Bazán ha sido asesor de importante bancos latinoamericanos. Está familiarizado con buenas prácticas en gestión de riesgos.

Ernesto Bazán es un economista y conferencista de nacionalidad peruana, con residencia permanente en Panamá, que ha trabajado para importantes bancos latinoamericanos. Su experiencia incluye haber sido gerente país para la calificadora de riesgo filial de Moody's en Panamá.

En “jueves de entrevista” de La Estrella de Panamá, Bazán expone sus criterios sobre la salida de Panamá de las listas grises, el grado de inversión y el endeudamiento. Además, expone sus previsiones del crecimiento económico y de la inflación para 2022.

¿Cuál es la perspectiva de crecimiento económico para el país en 2022?

En 2020 hubo una caída fuerte en el producto interno bruto de Panamá (PIB), de 17,9%. Este año (2021) hay un rebote, una recuperación que estimo que va a estar entre 10% y 12%. Pero 2022 va ser un año muy retador porque las consecuencias de la pandemia todavía se mantienen. Yo sería conservador y pensaría en un crecimiento del 3%, o cercano a ese rango, considerando que hubo un efecto rebote. Los escenarios pueden tener un alto grado de desviación debido a la aparición de nuevas variantes, a la efectividad de las vacunas y a muchos temas sanitarios que son el origen del problema económico. Y estas consecuencias económicas, que son grandes lamentablemente, van a continuar más aún cuando hemos caído en un escenario de alto desempleo en Panamá, en donde llegamos a batir récords con cifras probablemente superiores al 20%.

¿Cuánto estima será la inflación para el próximo año?

Es un tema bien interesante porque nosotros no estamos acostumbrados a una inflación de doble dígito, ni siquiera de un solo dígito alto. Estamos acostumbrados a niveles de inflación del 2%, o menos. Sin embargo, lo que ha pasado en el mundo como consecuencia de las restricciones de la pandemia y porque hubo una crisis en la cadena de suministro que afectó considerablemente el precio del flete y provocó el alza de muchos productos. Lo que ha pasado también es que los insumos principales para la energía se han incrementado con respecto al valor previo a la pandemia. Obviamente, si sube el petróleo, suben los derivados del petróleo: el gas natural, el carbón. Entonces, el precio de la energía también sube. Y si sube la energía y suben los fletes, no es muy difícil imaginar que suben los precios finales. Y como esta inflación se dio principalmente en Estados Unidos (que el mes pasado alcanzó un 6,2%, que es la tasa más alta en los últimos 38 años), y siendo la economía más importante en el mundo y por tener mucha influencia en Panamá, deberíamos esperar que la inflación del país tenga un comportamiento similar.

Este año probablemente estemos cerrando con una inflación de entre 3% y 3,5%. El próximo podríamos tener una inflación más alta, cercana al 5% y quien sabe un poco más.

¿Cuál es su estimación del desempleo juvenil?

Seguimos enfrentando un desempleo bastante retador, sobre todo en el área juvenil, que podría alcanzar un 40% o 50%. Eso podría estimarse en 200 mil personas, que son jóvenes egresados de carreras que no pueden ver iniciada su actividad laboral porque no están teniendo las condiciones para que exista un mayor número de contrataciones en el mercado panameño.

¿Cuál es su criterio sobre un aumento del salario mínimo en medio de la pandemia y de la crisis económica?

El salario mínimo tiene un grave error de estructura y es que es según actividades y según ciudades. Así no funciona el salario mínimo. Tiene que ser único. Hay muchos salarios mínimos, por eso hay un problema de estructura, porque obviamente se generan distorsiones. Cuando hay varios salarios mínimos (de $300, $400 o $500 por mes) se generan distorsiones. En el caso panameño, tenemos una mesa de discusión del salario mínimo desde donde se intenta resolver el tema a través de un mecanismo tradicional, que conocemos como tira y afloja. En esa mesa de la comisión, hay personas que argumentan que hay salarios mínimos que debían ser altos y otros que argumentan que no tendrían que ser tan altos. En ese contexto es difícil llegar a una solución. Pero ningún acuerdo de la comisión puede ir en contra de lo que dicen las leyes de economía. Una de esas leyes es la de oferta y demanda, que nos dice que los precios caen cuando hay menor demanda. El salario es un precio y hay que verlo así. Es un poco impopular decir esto, pero los salarios, como la mayoría de los precios, después de una crisis deberían tender a caer. Por ejemplo, los precios de los inmuebles han caído, los de los automóviles también han caído. Muchos precios han caído de manera generalizada, y el salario es un precio. Entonces, desde el punto de vista económico, al haber una menor demanda, el precio debe disminuir. Un salario mínimo que está por encima del precio de equilibrio se convierte en un impedimento para la generación de empleo.

Quiere decir que el salario no debe subir.

El salario mínimo en la circunstancia de la pandemia no debería subir, en mi opinión debería homologarse en las diferentes categorías.

¿Deben incluirse dentro del mecanismo de comercio del país las criptomonedas y prepararse una base legal para la implementación del sistema?

Las criptomonedas son el futuro. De hecho, no creo que sean el futuro sino el presente. Pero son el futuro en el sentido de que en Latinoamérica no hay mucha regulación. El Salvador es probablemente el que está dando los primeros pasos con relación a la regulación. Es un país que está aprovechando muchísimas oportunidades, muchas empresas que hacen el negocio de cambio, que es convertir las criptomonedas en dinero (dólares).

¿Qué oportunidades tiene el país con las criptomenedas?

A mí me parece que Panamá tiene una gran oportunidad, por su centro bancario, de ser centro financiero de criptomonedas. Creo que eso es algo que tiene que aprovecharse, pero tiene que hacerse ya. Lo ha hecho Suiza, que reguló las criptomonedas. Yo fui a Suiza hace dos meses y cuando paseaba por las calles, los avisos decían que abriera su cuenta en criptomonedas. Es un mercado regulado. Entonces, el que golpea primero lo hace dos veces. El primero en establecer una regulación, el primero en poner las reglas es el que más ventajas va a aprovechar. Aquí hay una fuente incalculable de poder generar mayor valor a la industria financiera y a la economía panameña en términos de inversión y capital. Las criptomonedas son un activo. Tal vez por el momento no son medio de pago, aunque hay muchos comercios a nivel internacional que aceptan criptomonedas. Pero todavía no son medio de pago generalizado, sin embargo, sí es un activo, es algo por lo que la gente paga y tiene un valor. Los activos cuando entran en un mercado regulado generan una serie de oportunidades que el país puede aprovechar y convertirse probablemente en el líder de un sistema financiero inclusivo, que incluye a estos nuevos mecanismos que tarde o temprano van a ser medios de pago. Va a llegar el momento en que las criptomonedas van a ser un medio de pago convencional. Entonces, si eso va a ocurrir tarde o temprano, es mejor que nosotros como país nos pongamos las pilas y regulemos. Yo no veo muchas intenciones de regular eso en Panamá.

¿Qué debe hacer el país para salir de las listas grises?

Siento, sinceramente, que no se ha tomado en serio la inclusión de Panamá en las listas grises. Por lo menos eso es lo que parece. El Grupo de Acción Financiera (Gafi) sugirió un registro de beneficiarios finales, y no hemos avanzado en eso. Probablemente en el mes de febrero vamos a caer en lista negra, porque no tenemos un registro de beneficiarios finales. Y se le echa la culpa a la pandemia. Vivimos de excusa en excusa, de argumento en argumento, de porqué no hemos hecho las cosas que tenemos que hacer. Se sacó una ley de beneficiarios finales, pero es como si no se hubiese sacado.

Creo que tenemos un gran reto. No creo que salgamos de la lista gris si no tenemos un registro de beneficiario final. Hay que tomarse las cosas en serio, darnos cuenta de que el mundo cambió, ya no es el mismo; tenemos que hacer algunos esfuerzos para acondicionar nuestro modelo de negocios a las circunstancias internacionales. Y otra cosa que no se ha hecho y por la que veo muy difícil que nos quiten de cualquier lista mientras no se haya hecho ese trabajo, es que tengamos una ley de extinción de dominio, que en Panamá no hay.

Explíqueme la importancia de la ley de extinción de dominio.

Esta ley permitiría la confiscación rápida y efectiva del dinero proveniente de actividades ilícitas. En estas circunstancias las cosas se van agravando y es muy probable que nos pongan en listas negras.

¿Cuál es el impacto de caer en una lista negra?

En la siguiente evaluación probablemente nos degraden y nos pasen a una lista negra. Cuando un país está en lista negra, el comercio internacional y las oportunidades de negocios se reducen considerablemente.

Endeudamiento y grado de inversión

El año 2020 cerramos con un déficit fiscal del 10% del PIB. Y este vamos a cerrar en un 7,5%. Es grave porque tenemos una Ley de Responsabilidad Social y Fiscal que establece que tenemos que cuidar nuestro presupuesto y gastar solo hasta donde nos permiten los ingresos y procurar el superávit fiscal. Y si eventualmente, por alguna situación, caemos en déficit fiscal debe ser por 2%. Esa es una ley que todos los años se cambia para que no sea de 2% para que sea un porcentaje más alto. La ley está escrita, pero no está funcionando; prácticamente está de adorno. Vivimos en permanente déficit. Y ese déficit se cubre con deuda. Actualmente, Panamá tiene un ratio de deuda / PIB del 70%. Con el crecimiento de la economía este ratio debería bajar a un 65%. Igual es un número alto para la calificación de riesgo del país. Y Panamá tiene una calificadora que es Fitch and Ratings que le dio perspectiva negativa y puede perder el grado de inversión si no maneja adecuadamente su sostenibilidad fiscal.

El gasto es excesivo en planillas, subsidios, pero no en inversión. Lo que necesita el país es inversión en infraestructura. Tenemos una preocupación que es el alto déficit. Y a eso tenemos que sumarle que la calidad del gasto no es buena. Si perdemos el grado de inversión producto del endeudamiento excesivo y una política que no es responsable, esto implica mayores intereses a nuestro país. Ese gasto lo pagamos todos a través de mayores impuestos.

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