Vertederos y manejo de los desechos: un problema de gestión urbana en Panamá

Actualizado
  • 29/01/2022 00:00
Creado
  • 29/01/2022 00:00
El inadecuado manejo de los desechos es una situación que, de acuerdo con el sociólogo Stanley Heckadon, nos aqueja desde tiempos coloniales, cuando “Panamá tenía una merecida fama de insalubre pues carecía de agua potable, alcantarillado y no tenía sistema de recolección de basura”
Declarado desastre ambiental, el relleno sanitario de cerro Patacón funciona desde 1985 en este sitio, luego que se decidió la clausura del basurero de Panamá Viejo en 1984. En la actualidad se encuentra rodeado por la expansión urbana, que incluye no solo asentamientos informales, sino también urbanizaciones para clases bajas y medias.

Que la recolección y disposición final de la basura es un problema en las urbes panameñas, hace tiempo dejó de ser noticia. El inadecuado manejo de los desechos es una situación que, de acuerdo con el sociólogo Stanley Heckadon, nos aqueja desde tiempos coloniales, cuando “Panamá tenía una merecida fama de insalubre pues carecía de agua potable, alcantarillado y no tenía sistema de recolección de basura. Los desechos se tiraban a las calles donde los revolvían grandes bandadas de gallotes y perros. Expuesta al calor y la lluvia, la basura rápidamente se convertía en una nauseabunda masa putrefacta, criadero de nubes de moscas y foco de contaminación que provocaba constantes epidemias entre la población”.

Heckadon reseña en su artículo, “La urbanización y la basura en la ciudad de Panamá” (1985), las diferentes alternativas que fueron implementadas para resolver el problema de qué hacer con los desechos que producía la vida urbana.

De acuerdo con este artículo, “serían los norteamericanos quienes iniciaron, en 1905, el primer servicio regular de recolección de basura. Entre 1907 y 1913, el Gobierno de Panamá realizó el aseo. La basura se recogía en carretas y luego se quemaba en las playas cercanas. Para 1913 debido al deficiente trabajo de los panameños, las autoridades norteamericanas solicitaron y asumieron las tareas de recolección y el barrido de las calles. En 1914 la oficina de la salubridad zoneíta recogía la basura y disponía de ella en un sitio al aire libre donde se quemaba”.

El basurero de Panamá Viejo, utilizado de 1941 a 1984, ubicado en el margen este de la desembocadura del río Abajo, próximo al sitio del mismo nombre, representaba un problema de salud pública cuando se decidió su cierre. En esta imagen de 1980 se observa cómo la expansión de la ciudad lo había alcanzado para esas fechas.

Entre 1918 y 1920 se experimentó con incineradores instalados cerca del cerro Ancón. Durante las décadas de 1920 y 1930 se volvió a enterrar la basura. Primero en el sitio donde hoy están los barrios de El Marañón y La Exposición. Luego se rellenaron ambas orillas del río Curundú, pero los volúmenes de líquidos contaminados que se escapaban hacia el río causaron tal pestilencia, que se suspendieron las actividades y se transfirieron al sector de Peña Prieta en Bella Vista, donde operó por tres años.

Finalmente, en 1941 comenzó a depositarse en los manglares de Panamá Viejo, donde funcionó hasta 1985. Este crematorio, de 44 hectáreas, estaba situado en terreno pantanoso antes cubierto de manglares. El crematorio fue abandonado en 1984, y a partir de 1985 se empezó a utilizar el vertedero de cerro Patacón, donde hasta hoy se depositan los desechos de la ciudad de Panamá.

Implicaciones del mal manejo de los desechos para la salud y el desarrollo urbano

Las preocupaciones sobre la gestión de los desechos van más allá de los temas de salud pública, y se relacionan en la actualidad con los patrones de consumo, el crecimiento de la población y la expansión urbana. Heckadon enfatizaba en su escrito la relación entre estos elementos y las preocupaciones que le generaban el crecimiento descontrolado de la población, junto con una deficiente gestión de los desechos urbana, en la sostenibilidad de la ciudad de Panamá.

Según el sociólogo Stanley Heckadon, para 1982 se estimaba que se recogía alrededor del 54%, la otra parte quedaba en las calles y en basureros brujos, arrojados clandestinamente a ríos y lotes baldíos de la ciudad. En la fotografía se observa la mala disposición de la basura en el área de la Ciudad de los Pobres.

Uno de los aspectos de mayor preocupación sobre el manejo de los desechos corresponde a los sitios de disposición final. Muchos de nosotros no aceptaríamos vivir cerca de un vertedero de basura. Pero más de 200 mil panameños residen actualmente a menos de 3 kilómetros de uno de estos sitios. Las tres provincias que concentran la mayor cantidad de población en áreas cercanas a vertederos corresponden a Herrera (54,134 personas), Panamá (44,063 personas) y Chiriquí (43,818).

Seguramente tampoco seríamos muchos los que aceptaríamos un trabajo que implicara la recolección de basura. Sin embargo, de acuerdo con los datos del Censo de Población y Vivienda 2010, en Panamá unas 5,208 personas se dedican a actividades de recolección, tratamiento, procesamiento y eliminación de desechos peligrosos.

En Panamá hay al menos, unos 62 sitios de disposición de basura, que comprenden unas 383 has de superficie, siendo los de mayor tamaño, el de cerro Patacón en el corregimiento de Ancón, distrito de Panamá, el de Monte Esperanza (40 has), en Barrio Sur, distrito de Colón y el de David (18 has), en el corregimiento y distrito del mismo nombre, en la provincia de Chiriquí.

Los vertederos se definen, de acuerdo con el Ministerio de Salud (Minsa), como “sitio sin preparación previa ni control adecuado, para proteger la salud de las personas y ambiente, donde se depositan los residuos”.

Según datos de 2016, publicados por la Autoridad de Aseo Urbano y Domiciliario (AAUD), en al menos el 51% de estos sitios de disposición final de los desechos se hace la quema a cielo abierto; en el 96% no se cuenta con alguna forma de impermeabilización, y al menos en 13% existe un impacto confirmado sobre cursos de agua, incluyendo fuentes de agua de áreas pobladas.

En estos vertederos se han encontrado sustancias tóxicas al ser humano, como el benzeno, que produce anemia, leucopenia y trombositopenia, además de ser agente cancerígeno y el tolueno, que produce manifestaciones crónicas como, pérdida de la memoria, pérdida de la coordinación y trastorno de la personalidad. Adicionalmente, se ha detectado la presencia sustancias organoclorados, metales pesados, concentraciones de plaguicidas organofosforados, con niveles por encima de las normas locales y de Estados Unidos.

Los impactos sobre la salud, documentados en países europeos, debido a residir en áreas cercanas o laborar en vertederos, rellenos sanitarios e incineradores, incluyen, diferentes tipos de cáncer, -estómago, colorectal, hígado, laringe y pulmón, sarcoma de tejido blando, riñón y vejiga, linfoma Non Hodgkin, cáncer infantil-, malformaciones congénitas, bajo peso al nacer, múltiples nacimientos, anormalidades en el nacimiento de niños según su sexo, enfermedades de la piel y gastrointestinales.

Son los residentes rurales de las proximidades de los vertederos y los trabajadores encargados de su recolección, manipulación o manejo los que reciben la mayor parte de las externalidades negativas de todo el proceso de descarte de los desechos que se generan en las ciudades.

Problemas como el del manejo de los desechos urbanos, la falta de un sistema de nomenclatura o de instrumentos de ordenamiento territorial en Panamá, dan cuenta de la urgencia de exigir a los representantes y alcaldes propuestas de administración en la que el proyecto estrella deje ser la construcción de infraestructura, y se enfoque en la gestión urbana como el principal reto a resolver para poder bridar dignidad y calidad de vida a los habitantes de la ciudad.

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