El mundo nuevo

Actualizado
  • 26/02/2023 00:00
Creado
  • 26/02/2023 00:00
Hemos entrado en una etapa insurreccional, caracterizada por detonantes a corto plazo. Transición que se caracteriza por la inestabilidad social que durará hasta finales de siglo XXI, donde la humanidad deberá asumir cambios en su racionalidad, reducir la brecha de la exclusión social y conservar los recursos naturales
El mundo nuevo
Crisis coyuntural.

A principios del siglo XX el orden social en Rusia era insoportable, escasez de alimentos, discriminación racial, figuras cada vez más impopulares del gobierno. Dicha situación dio paso a grandes protestas, mítines, marchas. De acuerdo con Bronstein (1997), este proceso terminó en 1917 con los bolcheviques en el timón. A partir de allí, comenzarían en Rusia cambios estructurales económicos, políticos, sociales y culturales. Estos acontecimientos serán trascendentales en la geopolítica y geoestrategia mundial de los años posteriores. Se funda la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922. En el 1945 termina la Segunda Guerra Mundial con la victoria de los Aliados ante las Potencias del Eje. Se firman los acuerdos de Yalta y Potsdam, la hegemonía mundial se polariza en dos Bloques, el capitalista y el comunista. Uno encabezado por Estados Unidos (EE.UU.); el otro por la URSS.

Wallerstein diría que no hubo tal polarización, la hegemonía la ejerció EE.UU. Todo el tiempo la URSS se encargaba de mantener el orden en el bloque comunista, nosotros le agregamos; frenar la expansión de intentos revolucionarios. Sin embargo, la historia oficial plantea que durante los siguientes 46 años existió una tensión permanente entre estos bloques, la Guerra Fría. En 1991 colapsa la URSS, se proclama el triunfo del liberalismo, comienza a descomponerse gradualmente el orden mundial existente.

Según Huntington, con la caída de la URSS el mundo adopta un orden multipolar. Sumado a las regiones ya hegemónicas, emergen en escena Asia Pacífico, Oriente Próximo, y Europa Oriental con sus respectivas periferias; igualmente, América Latina, Asia Central, África. Además, aparecen países considerados emergentes—el BRICS—, también con sus periferias. Esto abre las puertas para la transnacionalización de las elites.

La humanidad deberá asumir cambios en su racionalidad, reducir la brecha de la exclusión social y conservar los recursos naturales.

Las organizaciones internacionales y empresas comienzan a expandirse por el planeta. En este punto el mundo es configurado por los poderes trasnacionales y no por el Estado-nación, lo que implica un cambio cualitativo en la estructura del poder. Nos encontramos ante el fin de la modernidad. Para Wallerstein, es un sistema degradado por la entropía, que ya no puede mantener un orden determinado, característico de los sistemas. En este punto hay una convergencia entre una crisis coyuntural y una estructural. La crisis coyuntural, según Whitehead, está compuesta por dos “concrescencias”, la ideológica-política, y, la económica-financiera. La primera es el conjunto de movilizaciones sociales que reclaman su inclusión en la estructura. La segunda, el auge de los negocios especulativos. Ambas confluyen drásticamente en los años 80; se producen grandes consecuencias para el sistema años después, el crac de 2008.

Crisis estructural

La crisis coyuntural es la punta del iceberg, Modelski y Wallerstein nos ayuda a comprender la problemática. Hasta hoy han existido cuatro grandes potencias: Portugal en el siglo XVI; Países Bajos en el siglo XVII; Gran Bretaña es la única potencia que mantuvo el orden global durante dos siglos XVIII y XIX. Finalmente Estados Unidos en el siglo XX, señala Modelski. Sin embargo, Wallerstein afirma que Portugal estaba fuera de la economía-mundo; pero, es España la que tiene mayor importancia, ya que crea una nueva periferia.

Modelski está en desacuerdo, si bien es cierto la invasión hispanoamericana crea una nueva periferia, ella no tenía perspectivas mundiales, sino que se mantenía bajo los límites de su sistema. Wallerstein responde que la perspectiva mundial no es lo que importa, sino, la economía mundo. No obstante, ambos autores coinciden que Gran Bretaña y Estados Unidos han ejercido la hegemonía del mundo durante los últimos 300 años. Además, P. Kennedy, I. Wallerstein, G. Modelski, plantean, que las grandes potencias atraviesan por un periodo de auge, pero también pasan por una pérdida progresiva de su hegemonía.

EE.UU. es potencia hegemónica desde inicios del siglo XX. Después de la segunda guerra mundial, llegó a ser el país con el crecimiento económico más grande del planeta, abastecía a Europa y a diversos países del mundo. Sin embargo, hoy ha pasado de una economía industrial a una de servicios, su Producto Interno Bruto (PIB) en 1953 llegaba al 28% y actualmente ronda en el 12%. (Federal Reserve Bank of St. Louis).

En contraste, la economía asiática, encabezadas por China, desde la década del 60 tiene un crecimiento mayor al de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, aparte de su crecimiento demográfico. El PIB medio per cápita en Asia Pacífico es de 8,6%, en el Sudeste Asiático 5,6%, y en Asia del Sur 4,3%. (Researchgate). Otro dato es el que plantean informes prospectivos como el The Long View How will the global economic order change by 2050, señala que en 2050 China será la principal potencia económica.

Por último, EE.UU. está viviendo una situación económica sin precedentes; a su vez, tiene una sociedad dividida políticamente en dos, mientras tanto, en China su presidente fue relecto para un tercer mandato luego de que en 2018 se hicieron cambios constitucionales que permiten una reelección indefinida.

La transición

El período transitorio arrancó en la década del 90. A partir de allí, lo que quedó de la modernidad ha experimentado acontecimientos como el crac de 2008; las guerras en Oriente Próximo donde han participado potencias como EE.UU., Rusia, Francia, Australia, Otros acontecimientos fueron el movimiento 15-M, los Chalecos Amarillos, el Brexit. En 2019 el conflicto en Venezuela apuntalaba la tensión diplomática internacional, ese mismo año, se ejecutaría un golpe de estado en Bolivia y meses después se harían elecciones libres y los golpistas perderían.

En 2020 la pandemia daría un golpe al orden occidental decadente, a su vez, este acontecimiento ha de considerarse como el primer detonante de una etapa, protestas por el desempleo, confinamiento y la resistencia a la vacunación de masas. Los acontecimientos más sobresalientes en la región han sido las movilizaciones antirracistas y políticas en EE.UU., la huelga de los camioneros en Canadá, y el magnicidio en Haití. También se generarían protestas en Cuba, Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Costa Rica, Nicaragua y algunas escaramuzas en Panamá. El descontento acumulado llevó a un cambio de régimen en algunos países. En síntesis, la pandemia es un detonante-puente entre una etapa de relativa calma y la otra de relativa insurrección.

Mientras agoniza lo que queda del orden occidental, estalla el segundo detonante, la crisis aguda de la energía por la guerra en Ucrania, generando insurrecciones, en este lapso acontece la renuncia del presidente de Sri Lanka, y las protestas en Panamá por el aumento en los precios del combustible y alto costo de la vida. La violencia en Panamá no fue tardía, como algunos piensan, es de las primeras en su clase.

Actualmente, se registran intensas protestas en Paris, Londres, Madrid, Berlín. Por último, se espera insurrecciones y cambios de régimen causados por los diversos detonantes. Además, la llegada de otros grandes detonantes sociales relacionados a lo ideológico, económico, militar, sanitario, político, climático, recrearán escenarios caóticos. Hemos entrado en la etapa insurreccional, caracterizada por detonantes a corto plazo. Wallerstein diría, que esta transición se caracteriza por la inestabilidad social que durará hasta finales de siglo, donde la humanidad deberá asumir cambios en su racionalidad, reducir la brecha de la exclusión social y conservar los recursos naturales.

El autor es sociólogo, analista internacional

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