La fuerza de la conciencia

Actualizado
  • 11/03/2023 00:00
Creado
  • 11/03/2023 00:00
Cuando la conciencia determina la conducta del ser humano y este se pone públicamente en sintonía con la expectativa social y llega a definirse por la fuerza de sus principios, entonces estamos en presencia de un monumento humano que ha logrado coronar con los laureles del civismo a su juez interior
La fuerza de la conciencia

La conciencia puede ser definida como un juez interior, personal, que examina la trayectoria de una vida. Se trata de un juez que dicta sentencias, y cuando esta es absolutoria la tranquilidad se apodera del espíritu. Pero cuando la sentencia es condenatoria, el reproche íntimo sigue al protagonista de un acto indebido como la sombra al cuerpo, como un aguijón impertinente que taladra de seguido o a intervalos la memoria, perturbando el sosiego.

El conflicto íntimo solo se resuelve con una confesión que debe ser judicial, porque la que busca el perdón exclusivo del sacerdote tiene efectos religiosos y no llega al conocimiento de las víctimas o de sus familiares.

Cuando la conciencia determina la conducta del ser humano y este se pone públicamente en sintonía con la expectativa social y llega a definirse por la fuerza de sus principios, entonces estamos en presencia de un monumento humano que ha logrado coronar con los laureles del civismo a su juez interior.

Esta última descripción corresponde al comportamiento de Julio Cobos, presidente del senado argentino, al votar a favor de las fuerzas agropecuarias en pugna con la presidenta Cristina Fernández.

En los últimos meses surgió un grave conflicto entre las fuerzas agropecuarias y la presidente argentina. El desacuerdo era creciente y grandes manifestaciones apoyaron a las partes. La solución de la controversia se podía encontrar en una ley que determinara la viabilidad de las medidas fiscales del gobierno. La Cámara de Diputados aprobó la ley del Ejecutivo, pero la ley también tenía que ser aprobada por el senado. En el sistema argentino el vicepresidente de la República es igualmente el presidente del senado.

La ley llegó al senado y a la hora de su aprobación o rechazo surgió un empate. El presidente del senado tiene el voto del desempate. Este fue el momento supremo del presidente del senado y vicepresidente de la República, el momento de la conciencia. ¿Sabe usted cuál es ese momento? Es el momento de la dignidad, de la autoestima, de los principios que indican que nada existe por encima de un estado de conciencia.

El presidente del senado votó contra la ley, votó políticamente contra su gobierno porque, repito, atendió la fuerza de su conciencia.

¡Cuán diferente a la conducta de Cobos es el comportamiento tradicional de los diputados panameños, cuyas mayorías, generalmente, en filas domesticadas, votan no a golpe de conciencia sino a ritmo de consignas palaciegas!

En la Bolivia de Paz Estenssoro, de Siles Zuazo y de tantos estadistas democráticos tuvo como protagonismo la conciencia de un hombre. En los meses anteriores al triunfo electoral de Evo Morales, Bolivia vivía entre la protesta y la anarquía. Entonces Bolivia tenía al demócrata Carlos Mesa como presidente del país. Los esfuerzos de Mesa por mantener un estado de derecho eran fatigosos y ejemplares. La rebeldía social de su pueblo cansado de explotaciones históricas era imparable hasta por la vía de la represión tradicional.

El presidente Mesa fue colocado por las circunstancias ante alternativas duras, una tenebrosa. La tenebrosa era lograr la paz a punta de bayonetas y así se lo pedían fuerzas militares y económicas. Pero una noche, en medio de la crisis, el presidente Mesa le dijo a la nación que él había sido designado presidente para llevar felicidad al pueblo y que la perturbación social podía llevarlo a masacrar al pueblo. Entonces atendió la voz de su conciencia y ante la impotencia para lograr soluciones pacíficas dijo que prefería renunciar al alto cargo antes que derramar la sangre del pueblo boliviano. Y presentó su renuncia dada la fuerza de su conciencia.

Es maravilloso el poder de la conciencia, de la buena conciencia. En el caso del vicepresidente argentino su conciencia era nutrida por un espíritu limpio y libre. En el caso del presidente boliviano, la fuerza de su conciencia hizo posible que se enseñara al mundo que la ambición del poder no puede ser superior al valor de la vida de un pueblo. He aquí la conciencia en defensa o protección de un nuevo concepto de moral política.

Existe un caso risueño de la conciencia frustrando la tentación. En la película Don Quijote, rodada por Cantinflas, Don Quijote (Cantinflas) enfermó. Ya instalado en su cuarto de hospital la enfermera se le acerca y melosamente le dice: “al fin solos, Don Quijote”. Este contestó: “pero yo no puedo traicionar a mi Dulcinea del Toboso”. La enfermera con renovado ímpetu le responde: “pero ella no se dará cuenta” y Don Quijote, triunfal, le expresó “pero yo sí”. He aquí la conciencia pulverizando la tentación. He aquí la lección para quienes en la soledad de sus funciones se apoderan de las arcas públicas o privadas, contando con que nadie se dará cuenta de su conducta delictiva. La conciencia siempre vigila la buena conducta de los seres humanos.

Todo lo indicado revela la grandeza de la fuerza de la conciencia. Es el triunfo del insobornable juez interior que nos acompaña hasta el ultimo momento de nuestros días.

La versión original del artículo se publicó el 2 de agosto de 2008.

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