A 60 años de la revolución de Santa Clara

Actualizado
  • 11/08/2019 02:00
Creado
  • 11/08/2019 02:00
Fue un drama político criollo que capturó la atención del mundo, más que nada por sus estrellas de reparto: la bailarina Margot Fonteyn, John Wayne, Aristóteles Onassis

El domingo 19 de abril de 1959, el personal del Palacio de las Garzas se afanaba alistando todos los detalles para el banquete de estado que tendría lugar esa noche.  Flores. Champán. Canapés. Cristalería. Platería. Todo tenía que estar perfecto, pues el huésped de honor era una de las figuras más prestigiosas de la escena social del mundo, una de esas personalidades que rara vez visitaba Panamá, acostumbrado solo a lo mejor.

El banquete empezaría tarde, a las 11 p.m., anunciaba la prensa, pues el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, había llegado a tierras panameñas apenas a las seis de la tarde de ese mismo día, a bordo del yate real Britannia, en la última etapa de un viaje de 100 días  por tierras exóticas (ver segunda temporada de The Crown). Pasaría solo unas horas en el país, justo para cumplir con su compromiso en la Embajada del Reino Unido y en la Presidencia de la República. En Londres, su esposa, la Reina Isabel II, lo esperaba ansiosamente.

El aparente éxito de la velada quedaría plasmado en la portada de La Estrella de Panamá, que al día siguiente preservaba para la historia la visita del joven y apuesto príncipe, padre de dos niños (el tercero nacería exactamente nueve meses después).

Bajo el título ‘Llegó el Duque de Edimburgo', una de las fotografías de la primera plana mostraba al marido de la reina rodeado de un grupo de señoras sonrientes, al parecer cautivadas por su presencia. En otra, aparece conversando, champán en mano, con ministros del gabinete de Ernesto de la Guardia, un selecto grupo de hombres a los que superaba notablemente en altura, pero no en educación formal. Ellos eran Fernando Eleta, ministro de Hacienda y Tesoro; Miguel Moreno, ministro de Relaciones Exteriores; Alberto Boyd, ministro de Agricultura y Comercio; y Roberto López Fábrega, ministro de Obras Públicas.

cable de ap publicado en un diario localEl presidente de la República, la primera dama y el príncipe Felipe

En un extremo del grupo se ubicaba el presidente de la República, sonriente, disfrutando de la noche: un raro momento de relax en medio de una tormenta de trágicos sucesos que parecía arrastrar a su gobierno a una posición cada vez más complicada.

DOMINGO 19 DE ABRIL, EN LA TARDE

En realidad, el presidente De la Guardia tenía razones para preocuparse. El domingo en la tarde, mientras el duque arribaba al Muelle 1 del Club de Yates de Balboa, la agencia France Press lanzaba desde Cuba un cable noticioso con una amenaza para su gobierno.

En entrevista exclusiva con la agencia, el siempre incendiario Rubén Miró (recién liberado de los cargos por el asesinato  del expresidente José Remón Cantera y ahora refugiado en Cuba), anunciaba que grupos armados procedentes de diversos países del continente se preparaban para invadir a Panamá en los próximos días, en una revolución al estilo cubano.

La invasión tendría lugar, decía Miró, antes del 22 de mayo, fecha en que se conmemoraba ‘el primer aniversario del asesinato de un número de estudiantes panameños por órdenes del coronel Bolívar Vallarino y el presidente de la República'.

‘Para esa fecha (22 de febrero)', anunciaba Miró a través de la agencia francesa, ‘ya se les habrá hecho justicia a esos nobles muchachos que llenos de ideales ofrendaron sus vidas por un Panamá mejor. Para entonces habremos expulsado del poder al grupo que hoy en día gobierna y que representa el imperio del crimen organizado, la corrupción y la vergüenza'.

DOMINGO 19 DE ABRIL, EN LA NOCHE

Esa misma noche, poco antes de que el presidente De la Guardia diera la bienvenida al duque de Edimburgo en su residencia, recibía una llamada urgente del coronel Bolívar Vallarino, comandante de la Guardia Nacional.

En un allanamiento en la casa del abogado Aníbal Illueca, en el exclusivo barrio de Coco del Mar, sus hombres se habían incautado de un cargamento de armas que parecía destinado a apoyar el golpe anunciado por Miró.

Escondidos en un entarimado especialmente diseñado para este propósito, los guardias encontraron quince fusiles semi automáticos y seis de pistolas de diferentes calibres, 100 tiros de carabina, 1,935 tiros de fusil calibre 3030 y 150 tiros para fusil calibre 45.

Pero Aníbal Illueca y Rubén Miró eran apenas figuras secundarias de este entramado revolucionario que el comandante Bolívar Vallarino venía siguiendo secretamente desde principios de año.

panamá américaáNota publicada por el Panamá America en marzo de 1959

"EL CABECILLA"

Hacía meses, el cuerpo policial había identificado al supuesto cabecilla. Este no era un izquierdista barbudo o un pobretón sin nada que perder, sino de una figura de los más selectos círculos de la sociedad panameña. No era casualidad que fuera uno de los invitados  al banquete en el Palacio de las Garzas en honor al príncipe, a quien había tratado personalmente en la corte de su majestad.

No llegó a la fiesta, por supuesto. A esas alturas no se le esperaba, pues pendía una orden de arresto en su contra y era considerado ‘prófugo de la justicia'.

El líder del movimiento era Roberto ‘Tito' Arias, hijo del expresidente Harmodio Arias, y un exitoso abogado internacional por derecho propio, esposo de la primera bailarina del mundo, Margot Fonteyne, y amigo personal de John Wayne, Errol Flynn y Aristóteles Onassis.

LUNES 20 DE ABRIL

Dame Margot Fonteyn, distinguida por la reina Isabel por sus aportes a la cultura, era hasta los sucesos de ese fin de semana, una de las invitadas más esperadas al banquete.

Esa noche estaba en el golfo de Panamá . Llegaría a la ciudad al día siguiente, a las cinco de la mañana, en el buque Nola.

Pero, no más poner pie en tierra,  le advirtieron que el jefe de la policía secreta Héctor Valdés la buscaba para interrogarla.

La disciplinada Margot Fonteyne, con una reputación internacional que preservar, prefirió, a diferencia de su esposo, afrontar a las autoridades y se puso en contacto con Valdés, quien enseguida la condujo a la Cárcel Modelo.

La prima ballerina assoluta del Royal Ballet no hablaba español, por lo que tuvo esperar, como cualquier hija de vecina, durante varias horas entre los desabridos y deprimentes salones de la Cárcel Modelo hasta que se consiguiera un intérprete.

Fue ya avanzada la tarde cuando empezó el interrogatorio, que duraría unas tres horas más, en un proceso extenuante. El fiscal formulaba la pregunta. El intérprete la traducía al inglés.  Fonteyn respondía. El intérprete traducía la respuesta al español para que la mecanógrafa la recogiera. Se leía lo escrito al intérprete para que este lo tradujera y ella hiciera correcciones.

Según trascendiera a la opinión pública, Fonteyn se portó en todo momento de forma correcta. Parecía tranquila y segura de sí misma. Su única preocupación era no parecer descortés hacia el fiscal.

Solo las manos y sus cejas revelaban su nerviosismo. Apretaba las primeras fuertemente y arqueaba las segundas cuando le hacían una pregunta comprometedora.

Su testimonio era uno. No sabía nada de armas ni de ningún plan para invadir ningún país. No sabía nada de política. Su esposo era un hombre pacífico. Sus métodos eran pacíficos. No tenía idea cómo había sido implicado en ese asunto tan sórdido.

Mientras ella terminaba su declaración, la esperaban ansiosos  en la recepción de las oficinas de la cárcel el embajador británico Sir Leslie Henderson y los familiares de su esposo. A las nueve de la noche, cuando terminó el interrogatorio, solo le permitieron encontrarse con el embajador.

Henderson comunicó que él mismo llevaría a Fonteyne a pasar la noche en la embajada, pero  las autoridades lo pusieron en su lugar: Dame Margot Fonteyn pasaría la noche en la Cárcel Modelo.

MARTES 21 DE ABRIL

La  Fonteyn solo estuvo en la cárcel unas horas, pero la noticia se convertiría en un escándalo internacional. El Panamá América , en su edición del 22 de abril de 1959, reportaba que, a las 3:30 de la mañana del lunes, fue liberada y llevada apresuradamente al aeropuerto de Tocumen, donde tomó un avión rumbo a Miami.

Según la prensa de esta ciudad, a su llegada, la señora Fonteyn sonreía alegremente, pero se rehusó a responder preguntas sobre su arresto en Panamá.

‘Lo siento. No voy a decir nada', dijo.

El Panamá América , propiedad de la familia de Roberto Arias parecía minimizar el daño a la bailarina y señalaba que dejaba el país por decisión propia, a la vez que incluía una noticia adicional: "los precios de los boletos para sus presentaciones internacionales iban en aumento'.

Durante los días siguientes, sin conocer los detalles del asunto, los medios noticiosos ingleses desataron su furia contra Panamá.  En la Cámara de los Comunes, del Parlamento Británico, el ministro de Relaciones Exteriores John Prófumo, fue interrogado al respecto.

Notable fue un artículo del diario The Observer , en el que el autor, un tal J. Halcro Ferguson, acusaba a los panameños de ‘complejo de inferioridad'.

‘La breve detención de Dame Margot Fonteyn en Panamá, le ha dado a este país inventado en 1903 la publicidad que rara vez recibe... Esta república de opereta cómica tiene una población menor a los 800 mil habitantes (sic). Diez mil de estos son antillanos y 50 mil son indios que viven todavía en tribu... Desde su formación hace 56 años, el país ha sido dirigido por 29 presidentes, algunos de los cuales han sido asesinados. La política es un monopolio de una pequeña clase de descendientes de los españoles y los feudos políticos son más importantes que los principios'.

La campaña contra el país era atizada por la mamá de Margot Fonteyn, cuyas declaraciones a la prensa no escondían su indignación: ‘Lo que le han hecho a mi hija es espantoso', dijo. ‘De esto, no saldrá nada bueno para los panameños.'

(Fuentes: La Estrella de Panamá , El Panamá América , Associated Press , France Press , The Daily News ).

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