‘Que viva la Revolución': el alzamiento de Cerro Tute

Actualizado
  • 27/09/2019 17:24
Creado
  • 27/09/2019 17:24
La revolución cubana en 1959, le daría un impulso a un grupo de rebeldes de fraguar una revolución con una guerrilla, movimiento que tendría sus inicios en la provincia de Veraguas

Cerro Tute. Pocos conocían ese topónimo. Los más expertos aseguraban que no existía, porque no era Tute, sino Tuto: ‘Ruégole consultar un mapa geográfico de Panamá y hacer la rectificación correspondiente', indicaba una carta firmada por ‘Soldado Colonense' y publicada en primera plana del diario La Hora en abril de 1959.

Si en algún momento se llamó Tuto no lo sería más, porque, en adelante, Cerro Tute se convertiría en parte de la historia del país, en el lugar donde empuñaron las armas un grupo de jóvenes adolescentes y a donde sus madres lloraron al reconocer sus cadáveres descomponiéndose bajo el sol; el lugar donde fue herido el capitán Omar Torrijos Herrera y mostró sus colores el teniente Bolívar Martínez.

Con 1,450 metros sobre el nivel del mar, Tute es el pico más alto del distrito de Santa Fe, parte de la Cordillera Central, que desciende desde el macizo de Los Andes. Su silueta puede observarse desde este poblado montañoso de la provincia de Veraguas, a menos de 10 millas de distancia del Mar Caribe.

Con sus riscos abruptos, cerrados bosques, terrenos resbaladizos y leyendas de indios esquivos que espantaban a los forasteros con sus flechas envenenadas, parecía el sitio ideal para una guerrilla ‘a la panameña'.

En teoría, los combatientes se podían esconder fácilmente en sus bosques y vericuetos, para ganar acceso a los pueblos de Cañazas, Santiago o Aguadulce; lo necesario para dar un golpe rápido y retirarse, la misma táctica que había seguido El Cholo guerrillero Victoriano Lorenzo en los primeros días del siglo XX ( La Hora , 7 de abril de 1959).

El momento cero

Tute pasó a ser parte del imaginario de la nación panameña a partir de la madrugada del sábado 4 de abril de 1959, cuando, en la oscuridad de la noche, el sonido de croar de las ranas y las aves nocturnas del paisaje agreste de San Francisco de la Montaña fuera irrumpido por una caravana de tres automóviles Chevrolet procedentes de la ciudad de Panamá.

Los autos se detuvieron cerca de la principal tienda de provisiones de San Francisco, propiedad del diputado Saturnino ‘Nino' Arrocha y de ellos se bajaron unos 15 hombres. Algunos vestían camisetas azules y portaban en la muñeca un brazalete grabado con las siglas MAR, del Movimiento de Acción Revolucionaria.

Mientras que los jóvenes, varios de ellos adolescentes y ninguno mayor de 25 años, estiraban las piernas, el conductor de uno de los vehículos, que parecía el líder por su edad y por su forma de dirigirse a los otros, abrió la cajuela y sacó dos subametralladoras Thompson y varias pistolas y las entregó a sus compañeros.

En el baúl quedaban más armas. Rifles, escopetas calibre .12 y R16 y rifles .22 y M1 con miras telescópicas.

Así equipados, y de acuerdo con el reporte que daría el propietario, forzaron la puerta del establecimiento comercial y tomaron 3,500 proyectiles calibre .22 y varios centenares de cartuchos. Abordaron nuevamente los vehículos para tomar la carretera hacia Santa Fe. Al pasar frente a una de las casas del pueblo, la única que a esa hora daba señales de vida, se detuvieron brevemente, lo suficiente para que sus ocupantes pudieran disparar al aire mientras gritaban: ‘Viva la Revolución'.

Al enterarse del robo a su tienda, Arrocha intentó comunicarse con la estación de Policía de Santiago de Veraguas, pero las líneas telefónicas de Santa Fe, San Francisco y Cañazas estaban cortadas. El diputado y conocido cacique del pueblo envió entonces a dos de sus peones a caballo a recorrer la distancia de 16 millas para hacer la denuncia en la capital de la provincia.

Encuentro con el primo Castrellón

Alrededor de las dos de la madrugada, el grupo hacía una nueva parada en la casa de una conocida familia de Santa Fe. Pedro Ramiro Castrellón se despertó al escuchar unos fuertes golpes en los aleros del zinc del techo ( El Día , jueves 9 de abril). Abrió la puerta y lo sorprendió un potente flash sobre los ojos. Cuando los abrió, segundos después, pudo observar a varios hombres rodeándolo.

Al frente de ellos estaba su primo Rodrigo Pinzón. Entre los demás, estaban Jaime Padilla Béliz, Alvaro Menéndez Franco, Alberto Millar y otros miembros del MAR. Con especial interés notó la presencia alta y delgada del arquitecto Samuel Gutiérrez, claramente el líder del grupo, quien con nerviosismo le apuntaba con su ametralladora ( El Día ).

‘Ha empezado la revolución. Necesitamos tu ayuda. Danos agua', le dijo el primo.

Castrellón hizo lo que le pedían. Condujo a los rebeldes por la quebrada de Las Trancas en dirección de una finca de su familia en Los Altos del Burro, donde se dispusieron a pernoctar.

En el camino, los jóvenes le comentaron que se sentían ‘desesperados por tanta infamia, por tanta represión, por tanto derroche, alentado y puesto en práctica por el Gobierno de la Coalición Patriótica y por la fuerza de la Guardia Nacional'.

El grupo estaba decidido a emular las luchas de Fidel Castro en Cuba. Para ello contaban con apoyo. En cualquier momento se uniría a la expedición una nueva columna a cargo de Polidoro, hermano de Rodrigo, uno de los más valientes rebeldes de la juventud panameña, también primo de Castrellón y protagonista de las jornadas estudiantiles de 1958. Lo acompañarían Augusto Fábrega, de 18 años; Rogelio Girón, de 22 y otros adolescentes veragüenses.

La insurrección que planeaban estaba asociada de alguna forma a Roberto ‘Tito' Arias, un rico abogado y político, a través de Enrique Morales y Floyd Britton (ambos miembros del MAR). Casualmente, Arias y Morales habían estado en La Habana a principios de año, pidiendo armas y combatientes para ‘liberar' a Panamá.

Estaban seguros de recibir el respaldo del campesinado de todo el país y de otros grupos de la población panameña. Casualmente, un grupo armado se alzaría los días próximos en tierras chiricanas, comentaron.

Bajo las primeras luces de la mañana del sábado, Ramiro fue visto por la policía caminando solo hacia el poblado. Al ser detenérsele, dijo haber sido raptado y amenazado por los jóvenes revolucionarios y obligado a servirles de guía. ‘Cuando se durmieron, me escapé', adujo durante el interrogatorio, antes de pasar a los guardias todo lo que había oído y visto.

La noticia

La noticia del asalto a la tienda de Arrocha pasó rápidamente de Santiago al resto del país. Esa mañana, en el cuartel de la Guardia Nacional, el comandante Bolívar Vallarino daba órdenes para la partida de un pelotón de 40 unidades hacia la zona.

Esa misma noche, en la ciudad, otros jóvenes identificados como miembros del MAR hacían circular hojas sueltas con un llamado al pueblo a rebelarse contra el gobierno. ‘Nuestra agrupación se ha alzado en armas como único camino posible que conduzca al derrocamiento de la casta oligárquica apoyada por el partido totalitario Coalición Patriótica Nacional', decía la volante.

Pasadas las doce de la noche, un carro negro no identificado se detenía en las inmediaciones del Aeropuerto de Paitilla y sus ocupantes hacían unos veinte disparos al aire antes de darse en fuga, perseguidos por un carro patrulla de la Guardia Nacional.

Tiempos difíciles

Desde el año 1956, coincidiendo con la elección de Ernesto de la Guardia como presidente de la República, el país atravesaba una etapa de inestabilidad.

La nacionalización del Canal de Suez por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser ese año, había desmitificado el poder de las naciones ricas del mundo, impactando de manera especial a los panameños. Si desde los primeros días de la república los istmeños reclamaron mayores beneficios del Canal, después de los hechos de Suez algunos sectores exigían que Panamá hiciera lo mismo que Egipto.

Pasada la represión del régimen remonista, que desarticuló las asociaciones estudiantiles y persiguió a los sindicalistas,  la población se sentía envalentonada para protestar por los temas canaleros y por las angustiosas condiciones que se vivían en esa época de ‘vacas flacas' de la Posguerra.

En 1957, el juicio por el asesinato de José Remón Cantera había abierto una Caja Pandora, por la cual se había colado abundante información sobre los métodos que usaban las clases gobernantes para beneficiarse de los bienes del Estado.

En 1958, las protestas estudiantiles con las consignas de ‘menos cuarteles y más escuelas' terminaron con más de 20 jóvenes muertos y una ciudadanía horrorizada.

En febrero de 1959, una multitud se tomó la Alcaldía de Panamá y exigió la renuncia de los concejales sobre quienes pendían acusaciones de peculado. Al calor de esta acción, se organizó el MAR.

A principios de ese mismo año 1959, las fuerzas revolucionarias cubanas derrocaban la dictadura de Fulgencio Batista, convirtiendo a Fidel Castro en la inspiración de la izquierda latinoamericana.

Panamá no tenía una dictadura como la de Cuba o República Dominicana, pero la población desconfiaba de la Coalición Patriótica Nacional, formada por los partidos que habían gobernado el país desde el derrocamiento de Arnulfo Arias en 1941, y relacionados con el probable fraude electoral de 1948, la desacreditada y todopoderosa Guardia Nacional y las extrañas circunstancias que rodearon el asesinato de Remón, las injustas acusaciones contra el vicepresidente Ramón Guizado y el morboso espectáculo del juicio de Rubén Miró.

A propósito del tema, decía el intelectual de izquierdas Ramón H. Jurado, hijo natural de Ricardo Miró: ‘En Panamá desde hace años estamos padeciendo una dictadura: la dictadura de un clan familiar monopolista y codicioso'.

‘Desde que el estado panameño, por la dinámica de la pasada guerra rompiera la crisálida de su estructura simplemente mercantilista y subiera a la etapa financiera, se ha formado una verdadera trama de intereses monopolísticos que viven exclusivamente del Estado como promotor y financista de sus empresas y que no permite el libre desenvolvimiento económico del país. El pequeño propietario, el profesional independiente, la pequeña industria, agricultor independiente, etc., todos viven sometidos a la voluntad de esta oligarquía capitalista', continuaba el respetado articulista.

‘El único camino para consolidar y perpetuar esta incipiente dictadura económica era la entronización de la dictadura política… Contra esta es que se viene rebelando cada día más intensamente la opinión pública y la que, sin duda alguna podría explicar el gesto audaz de la juventud en armas sobre el Cerro Tute'.

(Información tomada de los diarios La Estrella de Panamá , Panamá América , El País , La Hora y El Día , correspondientes al mes de abril de 1959. El relato continúa la próxima semana).

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