CELAC: un grupo que avivó la impronta del libertador

Actualizado
  • 29/01/2012 01:00
Creado
  • 29/01/2012 01:00
Los procesos de integración regionales, a pesar de ser tan antiguos como las civilizaciones, estructuran alianzas alrededor de los espac...

Los procesos de integración regionales, a pesar de ser tan antiguos como las civilizaciones, estructuran alianzas alrededor de los espacios territoriales para garantizar la supervivencia y liderazgos de los respectivos grupos humanos. Estos procesos civilizatorios surgen con mayor acentuación durante el siglo XX. Ellos son, ciertamente, un elemento consustancial a las políticas mercantilistas del inicio del siglo XVI y se constituyen como herramientas para acelerar el proceso de formación de los Estados nacionales y el consiguiente proceso de industrialización.

LOS FUNDAMENTOS

En la actualidad las diversas experiencias integracionistas han superado los enfoques economicistas y dado paso al estudio multifacético del fenómeno. De esta suerte, la región latinoamericana, incluida Centroamérica y el Caribe, también han cimentado sus historias a través de la integración como mecanismo de una unidad que, resguardando sus especificidades y diversidades, garantice una mejor inserción en los escenarios dinámicos del comercio internacional.

No obstante ello, existen diferentes criterios de parte de ciertos académicos y analistas internacionales, quienes consideran que la sobreoferta de iniciativas integracionistas no favorece la unidad; al contrario, tienden a la fragmentación y —en algunos casos— a la ideologización de tales propuestas.

VALOR HISTÓRICO DE LA REGIÓN

Pero, la cuestión de la integración es una impronta ligada a la historia de los países del Nuevo Mundo, desde el momento mismo de las jornadas independentistas frente a los colonialismos español y angloamericano, respectivamente. El liderazgo de Libertador Simón Bolívar y de los demás próceres que nos dieron patria y libertad, ha sido un factor determinante en lo pertinente a la integración, liga, unión y confederación de los países que conforman esta zona geográfica. De esta suerte, el tema se ha constituido en un elemento cultural aglutinador y permanente como escudo protector ante el recurrente avance, de tiempo en tiempo, de intereses distintos y foráneos a la región identificada y unida por un pasado y presente colectivo y de convivencia común.

EL NACIMIENTO DE LA CELAC

En estos asuntos, voces disonantes y distantes han resurgido precisamente a raíz del nacimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños –CELAC—, durante la celebración de la III Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo – CALC y la XXII Cumbre del Grupo de Río, celebrada en la ciudad de Caracas, República Bolivariana de Venezuela, los días 2 y 3 de diciembre de 2011.

Su objetivo, tal como se advierte en la Declaración de Caracas y en el Plan de Acción derivado de la Cumbre constitutiva de CELAC, es fomentar la integración regional, así como impulsar la agenda latinoamericana y caribeña en foros globales y fortalecer la cooperación. En ningún lado aparece como finalidad la sustitución de la Organización de los Estados Americanos –OEA—, como se ha querido apuntalar en desmedro de esta iniciativa integracionista.

Lo que sí es cierto es que en esta oportunidad se recuperó el sueño bolivariano de anteponerse al monroísmo; es decir, las deliberaciones y la agenda latinoamericana y caribeña tenían que ser discutidas entre los miembros de esta comunidad, por lo cual no se invitó a Estados Unidos de América, Canadá, España y Portugal, aun cuando con estos dos últimos países se comparten objetivos y agendas comunes en la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.

CRITERIOS DIVERGENTES

Algunas de las voces disonantes provienen de la misma región. Tal es el caso del Profesor Emérito de la Universidad de Brasilia, Amado Cervo, para quien la creación de CELAC no constituye algo histórico, sino coyuntural. Advierte asimismo que no es sinónimo de mayor integración; aunque podría facilitar un poco los intercambios y las disposiciones diplomáticas. En estas críticas esboza criterios geopolíticos cuando se refiere a las intenciones de México, queriendo acercarse a Suramérica y Brasil de vincularse un poco más con Centroamérica y el Caribe, ambas estrategias como contención a la influencia cada vez mayor de Venezuela sobre tales regiones.

Para Michael Shifter, del Instituto para el Diálogo Interamericano, con CELAC ‘hay una sensación de fatiga de cumbres en la región’. Igualmente, señala que CELAC no es una preocupación para Estados Unidos de América, no es percibido como un problema ni mucho menos como una amenaza, en tanto casi un tercio de los países que lo integran tiene Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos.

Para Costa Rica, CELAC es un mecanismo de diálogo y concertación ágil y fluido, no una organización por los costos y duplicidad con otros organismos existentes.

CELAC Y LA NUEVA ERA DE LA INTEGRACIÓN

A pesar de todas estas posiciones, también ideológicas, CELAC es un hecho sin precedentes en las relaciones hemisféricas. Constituye un hecho de trascendencia en Nuestra América, para sus relaciones internacionales. Es una reivindicación del pensamiento bolivariano, consecuente con la Asamblea Americana de Panamá de 1826, que en la visión de Don Diógenes de la Rosa resume la unidad continental y su necesidad que pervive porque persisten las condiciones de donde surgió América latina y el Caribe.

En este accionar CELAC confiere e inaugura una nueva ética en las relaciones internacionales. Es una nueva visión del sistema mundo que recupera el diálogo y la concertación; construye consensos para enfrentar, en la unidad y diversidad plural, los desafíos que la crisis económica y financiera presentan para la región latinoamericana y caribeña. El propio Presidente colombiano, Juan Manuel Santos, un político conservador, ha dicho en relación a CELAC que entre más nos integremos, más estaremos preparados para afrontar ese huracán que vive la economía mundial y la inestabilidad del resto del planeta.

Esta visión se acerca más a la magnitud de los objetivos de CELAC que propone una mayor integración económica, social, cultural y política con inclusión social; cuidando la naturaleza y garantizando la participación ciudadana en la toma de decisiones respecto de los modelos de desarrollo adoptados por cada uno de sus Miembros. Se trata pues de una visión novedosa en sus proyecciones, pero que en lo medular rescata los fundamentos de una unidad dada históricamente, por razones de los verdaderos paradigmas Sur-Sur refractarias a las relaciones de poder y dominación en la política internacional. CELAC recupera los objetivos del Congreso de Panamá y ha echado a andar la dinámica mancomunada del siglo latinoamericano y caribeño.

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