Sarasqueta: el político antisistema

Actualizado
  • 16/05/2017 18:41
Creado
  • 16/05/2017 18:41
Aserrín, en vez de cerebro, posee la mayoría de los diputados

El mundo ya ha saboreado una multiplicidad de eventos no ortodoxos. Por citar solo dos ejemplos recientes: los ingleses y su brexit para abandonar la Unión Europea; y la victoria de Donald Trump por la presidencia de EE.UU. Son hechos que vislumbran cambios jamás imaginados. Proporciones guardadas, en Panamá ya se asoma un personaje antisistema, un individuo con características peculiares cuyo mensaje, sui géneris y rebelde, empieza a reconfigurar la geografía política de este istmo con forma de S acostada.

Rodrigo Sarasqueta, precandidato presidencial por el partido Cambio Democrático (CD), recientemente estremeció, cual réplicas tectónicas, los mismos cimientos de esta organización que se presenta como la verdadera y única oposición política al gobierno que preside Juan Carlos Varela. En efecto, Sarasqueta remitió una nota a los tres magistrados del Tribunal Electoral para conocer si el exmandatario Ricardo Martinelli, en autoexilio en Miami (Florida), puede ser su compañero de fórmula, en calidad de vicepresidente, para los comicios de mayo de 2019. Esta jugada de Sarasqueta se convirtió, en un tris, en tema viral en las redes sociales.

Contrario a lo que se esperaba, la principal reacción negativa provino de los otros precandidatos por CD (Rómulo Roux y José Raúl Mulino, principalmente), quienes se quejaron ante el propio Martinelli por la “acción sucia y deshonesta” protagonizada por Sarasqueta.

Martinelli, también sorprendido y ante los citados reclamos, no tuvo más remedio que, por intermedio de un vocero, solicitar a Sarasqueta que retirara la petición. No obstante, Sarasqueta, abogado especialista en Derecho Constitucional, mantiene su requerimiento ante el Tribunal Electoral porque está seguro de que no existe ningún obstáculo legal que impida a Martinelli correr por la vicepresidencia de la república.

“Están desesperados porque les robé el mandado”, asegura Sarasqueta con lenguaje folclórico para demostrar que sus copartidarios y rivales, todos con mayor edad que él, no tienen capacidad para crear e innovar. “Roux y Mulino aman el estatus quo; son más de lo mismo”, precisa.

La Asamblea Nacional, ese órgano del Estado que está integrado por 71 diputados, es blanco predilecto de Sarasqueta, quien no se cansa de etiquetar al Palacio Justo Arosemena como un “vulgar casino”, dado que sus integrantes entran con los bolsillos rotos y disfrutan, después de cinco años, de cuentas bancarias con más de siete cifras, carros lujosos, yates, mansiones y negocios con el gobierno.

A Sarasqueta no le gusta jurar ante Dios, “a muchos les encanta blasfemar”, comenta, pero está dispuesto a firmar un acta notarial en donde conste que, de ocupar la principal silla del Palacio de las Garzas, los legisladores no dispondrán de un solo centavo para partidas circuitales. “Los diputados solamente recibirán sus salarios. Al que no le guste esta decisión, mejor que no se postule y no invierta plata en campaña porque, de seguro, ese dinero no será recuperado”, destaca.

Es más, Sarasqueta piensa que, en un país tan pequeño como Panamá, es un pecado que haya tantos miembros en la Asamblea Nacional. “Con la mitad, unos 36 legisladores, es más que suficiente”, manifiesta, no sin antes indicar que los diputados deben ser escogidos por provincia para extirpar el clientelismo vulgar y el populismo exagerado que hoy patrocina, de manera campante, el sistema de circuitos electorales. “Ya es tiempo de elevar el nivel del Órgano Legislativo. Ya es tiempo de que panameños pensantes, y no gente contaminada, sean quienes ocupen las curules”.

Sarasqueta cavila un momento y lanza la siguiente frase lapidaria: “De los 71 diputados actuales solamente conocemos la voz de 10 u 11. El resto o es mudo o posee aserrín en vez de cerebro”.

Otro hecho legislativo que avergüenza a Sarasqueta es el fenómeno de las ratificaciones de las autoridades. Califica de una especie de Sodoma y Gomorra los actos de los funcionarios cuando acuden al Palacio Justo Arosemena para ser confirmados en sus cargos, como son los casos de directores de entidades autónomas, magistrados de la Corte Suprema de Justicia, procuradores, contralor y miembros de juntas directivas, entre otros. “Esos diputados son pedigüeños y sanguijuelas. A todo designado lo empiezan a desangrar y desplumar con peticiones para puestos y contratos para familiares y amigos de los diputados, so pena de que rechazarán o archivarán o retrasarán la nominación”, argumenta. “Estoy dispuesto a eliminar estas nefastas e innecesarias ratificaciones”.

Sarasqueta, quien fungió como secretario ejecutivo de Seguridad durante la administración de Martinelli (2009-2014), reconoce que muchos de sus planteamientos requieren de cambios trascendentales en la actual Constitución Política. Por ello, pide que le traigan el monolito más grande que se consiga en el territorio nacional para grabar allí que, antes de un año, luego de iniciar su periodo presidencial, someterá al pueblo panameño una nueva Carta Magna para que sea aprobada mediante un referendo nacional.

Según Sarasqueta, todos los anteriores mandatarios de la actual era democrática (Guillermo Endara, Ernesto Pérez Balladares, Mireya Moscoso, Martín Torrijos y hasta su mismo mecenas Martinelli) se quejaron, una y otra vez, de la constitución militarista que rige al país, pero no se atrevieron a ejecutar tal reforma histórica. Para el actual jefe del Ejecutivo, Juan Carlos Varela, Sarasqueta guarda una mención especial: “Es un mitómano profesional. Se atrevió a incluir en su programa de gobierno, entregado a todos los ciudadanos, que la Constituyente sería una de sus 10 tareas prioritarias. ¿Qué ocurrió? Le encantó la camisa que provee el Estatuto Fundamental y ya todos sabemos el resultado”.

El precandidato presidencial de CD, quien acaba de cruzar la barrera de los 40 años de edad, reconoce que el sistema político panameño está “agotado, en franco camino hacia su autodestrucción. Una nueva constitución no es la única herramienta para sanear a Panamá, pero es el primer paso en firme en ese sentido”.

Otra medida revolucionaria que Sarasqueta ha planteado públicamente es la ejecución del llamado “plan país”, cuyo eje fundamental es la integración del rector de la Universidad de Panamá (UP) como miembro del Consejo de Gabinete para que participe con voz, pero sin voto (similar a la figura de ministro consejero). Sarasqueta ya se reunió con el actual líder de la UP, Eduardo Flores Castro, para exponer esta iniciativa. “En este país la UP es el ente más catalizador para el desarrollo de nuestra república. Nunca debemos tomar decisiones en la Presidencia sin escuchar la voz del rector de la casa de Méndez Pereira”.

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