Literatura Carnavalesca: de la Pollera

Actualizado
  • 18/07/2021 00:00
Creado
  • 18/07/2021 00:00
Nota del editor: En su edición de 27 de enero de 1946 – hace 75 años – La Estrella de Panamá publicó una interesante nota del doctor Aurelio A. Dutari, quien apoyándose en un escrito del filólogo sacerdote español, Pedro Fabo, aborda la definición y utilización del nombre del que es hoy, nuestro traje nacional: La Pollera. La lectura se hace interesante al establecer que muchas de sus explicaciones y predicciones a 75 años, están bastamente cumplidas. Valga decir sobre el autor del artículo que fue un eminente médico, diputado a la Asamblea Nacional de 1918 y considerado fundador de la Medicina Forense en Panamá. Sus méritos fueron reconocidos por la Ley No. 22 de 2 de febrero de 1955
Literatura Carnavalesca: de la Pollera
La Pollera

Ahora quiero haceros saborear el lenguaje de los sabios escritores. El baile del tamborito es típico y propísimo de Panamá, si bien úsanse otros parecidos en las Antillas y Suramérica. Para dicho baile la mujer se atavía (¿por qué no existe en el diccionario el verbo trajearse, en el sentido de vestirse?), con el traje llamado pollera, que consiste en una falda externa, amplia por todo extremo y larga hasta el tobillo, circundada de arandelas, volantes y cintas de color, descubiertos los brazos hasta el codo, escotado el vestido en redondo, de forma que apenas se sostiene en los hombros. La cabeza de la polla (tercera acepción del diccionario), está tocada de florecicas de varios colores y de tembleques enredados en la cabellera; cuélgase la polla al cuello cadena, y aún cadenas de oro viejo que caen hasta el seno; cintura, ceñida; pies, sin medias y con zapatilla, por calzado. Tal es la polla y la pollera. El sentido figurado de polla por mozuela es viejo y muy conocido; pero el de pollera resulta un panameñismo digno de estudio.

En la edición penúltima del diccionario vulgar de la Real Academia se dice que pollera es un vestido interior en relación con el brial y el guardapiés, pero, al definir esas prendas, se dice que son traje exterior. Hay, pues, confusión de términos y de significado. Mas registrando la edición última de nuestro léxico, encuentro las siguientes acepciones: “5ta. Falda que las mujeres se ponían sobre el guardainfante y encima del cual se asentaba la basquiña o la saya. 6to. Falda externa del vestido femenino.”. De donde se sigue que en España se conoce el voquible pollera. Y tanto se conoce, que el diligente Terreros distingue: “Pollera llamaban antiguamente a una especie de brial. En América llaman pollera hoy al brial, y en Andalucía a la basquiña”. Sí que es cierto. Hay que ver lo salerosas que van, pinto el caso, las mocitas de Albaycín, en Granada, luciendo tales o muy semejantes vestidos. Y añade Terreros que pollera es “vestido de la cintura abajo y con muchos pliegues y vuelo que usan las mujeres sobre el guardapiés o brial”, y que brial es “una especie de vestido que usan las mujeres debajo de la basquilla”. La pollera americana es, por lo tanto, un vestido de Andalucía con el nombre y todo.

Señala el diccionario que es argentinismo; empero en la próxima edición debe añadirse que es provincialismo también del Perú, Ecuador y Panamá, y tengo cédulas con que autorizar esta observación.

En la República panameña todas las polleras son blancas, pero con adornos de color, del cual toman el calificativo pollera verde, colorada, amarilla, azul, etcétera. ¿En España sucedería lo mismo, o sería toda la falda de un solo color? Pedro de la Rosa, cómico, hizo un contrato en Valencia en 1650 para asuntos de su oficio y enumera los vestidos que tenía, entre los cuales figuran basquiña, penachos, chipó de terciopelo, enaguas, ropilla zaragüelles vaquero, cotilla, pollera de raso, pollera de tabí y también pollera de espolé blanca. Bolet, de la R. A. E. Junio de 1926. Y veo en Lope de Vega, Bizarrías de Belisa, acto I, escena 7ma., estos versos:

Con la flor de lises de oro

Ponte la verde pollera.

Creo que deben entenderse, como llevo advertido, estas distinciones de color; y así dice Gaspar Octavio Hernández:

Morenita, morenita,

de pollera colorá,

cuando sales, huele a host

y a jazmín el arrabal.

El jazmín por lo blanco del vestido, y lo colorado por lo ídem de los atavíos.

Demetrio Korsi en su lindo Tamborito no aclara este punto del color, pero hace mención de los encajes:

Y al son de los rugidos (¿rugidos?) de los tambores, giras en los encajes de las polleras.

Y no debe confundirse pollera con polla, por cuanto Enrique Ruiz Vernacci, aludiendo a una copla en Acuarelas interioranas, dice: la canta una bellísima empollerada.

Por lo visto, pronto correrá muy válido el verbo empollarse, como panameñismo.

¿Y de dónde proviene pollera? Vuelvo a abrir la última edición del diccionario y leo: “Pollera… 3ra. Especie de cesto de mimbres o red, angosto de arriba y ancho de abajo que sirve para criar pollos y tenerlos guardados.

4ta. Artificio en forma de campana, hecho de miembres, que se pone a los niños para que aprendan a andar sin caerse”. De estos artefactos hubo traslación figurativa de un significado a otro.

¿Qué si es retrechera esta indumentaria? Mucho que sí. Y debe conservarse como nacional y con ella celebrarse las fechas clásicas de la Patria y armar mítines femeninos o de protesta o de regocijo y adhesión, como aquel famoso de los abanicos y de las mantillas en España.

Polla. Pollera. Empollerarse. Firma: Palabrero, Reverendo padre Fabo.

Traslado a los académicos, pero para nosotros los legos baste el saber que: una pollera de talco en sombra es indescriptible, y que a doña Carmen L. de Herrera, esposa de mi amigo el ilustre doctor Miguel Herrera, patólogo y colega del Necrocomio del Hospital Santo Tomás, “La Pilarica” o Virgen del Pilar de Zaragoza, le queda chiquita.

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