¿Por qué mataron a Remón?

Actualizado
  • 01/01/2022 00:00
Creado
  • 01/01/2022 00:00
En ocasión del 68 aniversario de la muerte del presidente Remón, nos acercamos a César Díaz Brandao, autor del último libro de investigación sobre el tema
¿Por qué mataron a Remón?

Hace un año vio la luz en Panamá ¿Quien mató a Remón?, el último de la media docena de libros sobre el asesinato del presidente José Antonio Remón, el 2 de enero de 1955.

A diferencia de las propuestas anteriores, que analizaban la autoría intelectual del crimen y ponían especial interés el proceso judicial contra el vicepresidente José Ramón Guizado, en esta oportunidad el autor colocaba en el centro de su atención a la autoría material, sustentando la tesis de una conspiración planificada y ejecutada por el abogado Rubén Miró, con la aprobación de Guizado y la participación de altos oficiales de la Guardia Nacional.

Al conmemorarse el 68 aniversario de este magnicidio que todavía flota en el imaginario panameño como un misterio digno de Agatha Christi, conversamos con el autor de ¿Quién mató a Remón?, César Díaz Brandao.

Las respuestas del autor han sido ligeramente editadas con el propósito de adaptarnos al espacio disponible en este diario.

César Díaz Brandao
Hace un año, cuando leí '¿Quién mató a Remón?', resultado de su investigación sobre el magnicidio del presidente, me pareció que era un libro polémico que sería acogido con gran interés. ¿Qué puede contar hoy sobre su acogida?

Se vendieron 500 ejemplares en seis meses, lo que me parece satisfactorio. Hicimos una exitosa presentación del libro en la Biblioteca Nacional, que contó con un público de calidad. Posteriormente, me invitaron a presentarlo ante el Club Rotario y ante estudiantes de la carrera de Derecho en la Universidad de Panamá, a quienes insté a seguir profundizando este tema que creó controversias procesales, algunas todavía por resolver.

Tengo que reconocer que mi mejor público ha sido el de los abogados: abogado es mi editor y prologuista Miguel Antonio Bernal. Abogado es Juan Pablo Fábrega, quien me invitó a presentarlo ante el Club Rotarios; y abogado y catedrático de derecho penal es Luis Carlos Cabezas, quien me invitó a presentarlo ante sus estudiantes. Igualmente, supe de prestigiosos bufetes que adquirieron un ejemplar para cada socio.

Los comentarios favorables de muchos letrados me llenaron de satisfacción en la certeza de haber transitado por el camino correcto.

Fuera de eso, debo confesar que siendo el asesinato de un presidente constitucional (José Remón) y el juzgamiento, condena y encarcelamiento de su sucesor inmediato (José Ramón Guizado) uno de los eventos más extraordinarios de nuestra historia republicana, resulta sorprendente que mi libro no haya motivado a los historiadores a comentar o debatir mis hipótesis.

¿Dice usted que ningún historiador ha debatido su tesis de que la autoría material fue responsabilidad del abogado Rubén Miró?

Salvo un pariente del expresidente Guizado, con quien tuve el honor de debatir (La Prensa, Opinión, ver publicaciones del 31 de mayo de 2022 y del 12 de junio de 2022), nadie ha confrontado mis conclusiones que, valga reafirmarlo, van a contrapelo de toda la historiografía publicada en 67 años.

Los cronistas que cada año publican sobre el magnicidio han preferido guardar silencio ante una investigación que los confronta. Quien calla, otorga.

Mi ensayo es el primero que utiliza las evidencias procesales que formaron parte del sumario de los juicios Guizado-Miró y debo decir que me sorprende que estas sigan siendo convenientemente ignoradas en favor de otra historia paralela y fantástica con el propósito de desvincular a Rubén Miró Guardia de toda complicidad en el magnicidio, lo mismo que todos aquellos acusados por él como cómplices intelectuales. Por estas razones, el país ha vivido sobre el brumoso terreno de asesinos a sueldo de organizaciones extranjeras interesadas en ultimar a Remón sin que a la fecha se haya aportado, más allá de los artículos internacionales de una prensa sensacionalista, el menor sustento documental y procesal, en la ilusoria espera, de que los estamentos de inteligencia de los Estados Unidos algún día las aportarán.

Como resultado, el asesinato de Remón ha quedado en un limbo de más de medio siglo que mi libro intenta dilucidar con suficiente rotundidad.

Pero, ¿cuántos verdaderos conocedores sobre el tema del asesinato de Remón ha conocido en su largo camino de investigación sobre este crimen?

Debo confesar que ninguno, en especial de la autoría material. Los verdaderos conocedores del tema han fallecido, en particular Frederick Alfonso Hyams, quien fuera dueño de un conocido taller en la Avenida Frangipani. El destacado jurista Materno Vásquez decía de él que su sola declaración hubiera bastado para que un Tribunal de Jueces de Derecho condenara a Miró.

En su opinión, ¿cómo cambió el asesinato de Remón la historia de país?

En Panamá fue un hecho inusitado que se utilizara la violencia como medio para remover a un presidente, pero no provocó lo que en Colombia el asesinato del candidato Jorge Eliécer Gaitán (1948), donde la protesta tuvo carácter nacional y produjo, además de heridos, la destrucción de manzanas enteras de la ciudad de Bogotá, obligando a la concertación de un pacto entre las fuerzas políticas liberales y conservadoras. Nada de eso se produjo en Panamá, lo que demostró que ni Remón y menos Guizado gozaban de real respaldo popular.

Una vez el orden constitucional fue restablecido, la Asamblea Nacional ratificó el Tratado Remón- Eisenhower (firmado el 25 de enero de 1955) y el país político volvió a sus propios juegos, dejando atrás un pasado que, a 68 años del magnicidio, el país real no ha asumido plenamente.

Rubén Miró, a quien usted apunta como autor del crimen, parece un personaje complejo e interesante. ¿Podría hablarnos de él y sus motivaciones?

No tengo edad para haber conocido a Rubén Miró ni a sus contemporáneos. Su recorrido a lo largo de estos eventos, sus autoconfesiones, circunloquios, alegatos y falsedades ciertamente lo revelan, efectivamente, como un personaje de gran complejidad, digno del análisis de la psicohistoria.

Uno de mis lectores y conocedor del tema echó en falta una biografía más completa del personaje, aunque reconoció que lo retrato bien en sus complejidades.

Las motivaciones para asesinar a Remón me parecen bien definidas, un arreglo político. Como lo señala Diógenes de la Rosa, sin ese móvil evidente, el asesinato hubiese sido un “brinco” al vacío de catastróficas consecuencias para su ejecutor.

Las abrumadoras pruebas incriminatorias en su contra no dejaban duda, por lo que el fallo absolutorio deja perplejo al lector. Los abogados de la defensa lograron el plan que se habían propuesto: usar ese foro para lograr la absolución de todos los implicados.

Porque si Miró era inocente, también lo sería Guizado, St. Malo y todos los que fueron llamados a juicio. No puede haber crimen intelectual si el acusado del crimen material no es responsable. Al fallo absolutorio contribuyó la simpatía general de que Miró gozaba y el convencimiento que se estaba frente a un crimen urdido en la tinieblas de la política y motivado por la ambición de poder de la clase dominante.

En el libro menciona a algunos oficiales de la Guardia Nacional como posibles cómplices, pero no se elabora más sobre el tema. ¿Por qué?

De los altos oficiales de la Guardia Nacional mencionados como cómplices en el asesinato, uno de ellos estuvo presente en el Hipódromo Juan Franco la noche del magnicidio, según se desprende de archivos estadunidenses desclasificados. Estaba ahí, no para asesinar por su cuenta a Remón, sino para proteger la huida de Miró en caso de que algo saliese mal.

El otro alto oficial, socio y compadre de Miró, confiesa en su indagatoria del 14 de enero de 1955 —en la que por primera vez acusa a Guizado y a Saint Malo de complicidad— que él iba a ser el beneficiario del complot, pues sería ascendido a Comandante Jefe de la Guardia Nacional si Miró llegaba a ocupar el Ministerio de Gobierno —como supuestamente había sido acordado entre las partes—.

Ambos militares deben haber fallecido, pero, en su momento, ningún investigador se hubiese puesto en el riesgo de investigarlos.

Se quedó algo por fuera del libro que le hubiera gustado añadir?

En realidad no. Siento que logré, en base a buenos archivos, secuenciar paso a paso las etapas procesales de la investigación desde los primeros peritajes de campo en Juan Franco, pasando por la balística, las autopsias, las indagatorias y careos hasta llegar a la formulación de una hipótesis o teoría del crimen. Como escribió mi prologuista “al igual que al pelar una cebolla, el investigador va quitando, capa a capa, todos esos argumentos abiertos y los va desarmando, analizando y descartando, especialmente los especulativos e inventados por políticos, abogados autores intelectuales, y materiales, periodistas, peritos miembros de la Guardia Nacional, que buscaban esconder hechos o apuntar el dedo acusador hacia otros actores, a fin de salvar su pellejo o esconder sus torcidas intenciones.”

Es satisfactorio publicar un libro polémico como este? ¿Lo volvería a hacer?

Por supuesto que sí. Me siento satisfecho de haberle contribuido al país desvelándole este evento de su historia distorsionado por la especulación y que el 2 enero de 2023 cumplirá 68 años de haberse producido.

Puede que mi versión no sea aceptada por todos los lectores, menos aún por muchos de los descendientes de quienes tomaron parte activa en este caso.

Lo más satisfactorio hubiese sido debatirlo en varios foros, lo que no se dio. En su momento, Juan Materno Vásquez escribió: “A Remón, legalmente nadie lo mató”. Razón mayor para haber ingresado en un laberinto judicial que no es de mi competencia profesional y haber salido con conclusiones satisfactorias.

A quienes no lo consideren así, los invito a tomar la pluma y escribir sus conclusiones.

¿Algún nuevo proyecto en el horizonte?

Lamento que en lo inmediato no. No creo se vuelvan a repetir las singulares circunstancias que provocaron esta investigación que nada me destinaba a emprender. No fue fácil publicar este libro. Pero dado el primer paso, algo saldrá más adelante.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus