• 11/11/2020 07:19

Constituyente y neoliberalismo

El imperio de la Ley y el respeto y acatamiento de las decisiones de magistrados y jueces son algunas de aquellas verdades que fueron eficaces tanto en el pasado lejano de la antigüedad, como en las recientes democracias modernas

“Para que las viejas verdades mantengan su impronta en la mente humana deben reintroducirse en el lenguaje y conceptos de las nuevas generaciones. Las que en un tiempo fueron expresiones de máxima eficacia, con el uso se gastan gradualmente, de tal forma que cesan de arrastrar un significado definido”. F.A. HAYEK.

El imperio de la Ley y el respeto y acatamiento de las decisiones de magistrados y jueces son algunas de aquellas verdades que fueron eficaces tanto en el pasado lejano de la antigüedad, como en las recientes democracias modernas, piedra angular del Estado Democrático de Derecho que no hemos podido heredar convincentemente a las nuevas generaciones de la posmodernidad. ¿A qué se debe el extravío? ¿Cómo alinear a las nuevas crías tras los fundamentos inmarcesibles de la Ley?

El acimut se perdió cuando la sociedad y el Estado apartaron a la “Academia” y a la ‘aristocracia del talento’ de las decisiones políticas y su lugar fue ocupado por “asaltantes de camino”, ´encantadores de serpientes´, mercachifles, verdaderos politicastros y aventureros políticos cuyo único norte fue y sigue siendo el enriquecimiento personal al rescoldo o en la ubre del fisco. Cuando prevaleció la discrecionalidad de gamonales en detrimento del imperio de la Ley. Cuando la Universidad de Panamá en lugar del pensamiento orientador de otrora, mutó a una fábrica de clientelismo político. En pocas palabras, cuando transfiguramos la legitimidad de la Ley, por la discrecionalidad del gamonalismo corrupto y corruptor.

Como dixit mi amigo Julio Miller ¿Cuál es el punto? Sencillo, los principales portavoces de las ideas de “Camino de Servidumbre” y de ´Los fundamentos de la Libertad´ en Panamá, han resultado ser unos simples traficantes –papagayos- de la ideología liberal y más recientemente del neoliberalismo. Peor aún, son unos verdaderos analfabetas ideológicos. Han ocultado –por ignorancia- la esencia del liberalismo, que constituye, al decir del padre del neoliberalismo, una “antología del pensamiento liberal e individualista”, con fundamento en el imperio de la Ley. (F.A. HAYEK, Constitution of Liberty).

En los primeros dos tercios del siglo pasado el marxismo y el keynesianismo les ganaron la batalla ideológica al liberalismo clásico, empero en aquel periodo la burguesía nacional devenida en oligarquía política, trastocó los principios del “Estado de Bienestar”, del Estado de Derecho y diseñó una caricatura de democracia formal, de gobiernos oligárquicos/policíacos. Posteriormente, en la década de los setenta, el camino hacia la libertad glogal de comercio, no estuvo empedrado de democracia y racionalidad de la Ley, como lo promulgó F. A. Hayek, sino de la mano autoritaria de la “Dama de Hierro” en Gran Bretaña, del actor cómico estadounidense devenido en Presidente, Donald Reagan y en América Latina con la sangrienta dictadura del general fascistoide Augusto Pinochet Ugarte.

En nuestro país, esta corriente ideológica tampoco fue producto del ejercicio democrático, de la libertad de nuestro pueblo, ni siquiera de las fuerzas locales dominantes. Fue el resultado de la imposición de la cruenta invasión estadounidense del 20 de diciembre de 1989, que instaló en el poder a retazos de la vieja oligarquía con el guion político e ideológico definido de imponer las “reformas estructurales” del ´Consenso de Washington´, que no fue otra cosa, que la privatización de las empresas del Estado, a manos de transnacionales principalmente estadounidense e inglesas, mediante la rapiña y corrupción de la “nueva clase política”. Así llegó a las playas istmeñas, -“como luciérnagas de las noche”- el neoliberalismo. En lo absoluto, bajo el manto de la legalidad y el libre juego de la oferta y la demanda, sino montado en el corcel del autoritarismo, el cohecho y la supresión de la libertad. Es decir, en lugar de la democracia efectiva, la libertad individual y el imperio de la Ley campea en nuestro medio, por un lado, la “bancocracia”, el clientelismo y el fichaje político y; por el otro, el “capitalismo salvaje” y la exclusión.

De lo anterior, resulta una necesidad imperiosa e ineludible poner en movimiento la “reserva moral de Patria”, nuestra juventud, de modo tal que en la muchachada impregne la vieja idea de establecer un nuevo pacto social -CONSTITUYENTE- donde impere la Constitución y la Ley y no la discrecionalidad autoritaria de los corruptos.

¡Así de sencilla es la cosa!

El autor es abogado y analista político.

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