• 07/11/2008 01:00

Obama, implicaciones de su victoria

Barack Obama ganó despertando el entusiasmo de millones. La base electoral que sustenta su triunfo está constituida por los sectores más...

Barack Obama ganó despertando el entusiasmo de millones. La base electoral que sustenta su triunfo está constituida por los sectores más explotados y discriminados de EE.UU.: las “minorías”, los afrodescendientes, los inmigrantes hispanos y los blancos pobres.

Como todo fenómeno político y social, la victoria de Obama tiene dos caras: una, las expectativas que despertó en los oprimidos, que lo han convertido en su instrumento “para el cambio”; otra, la esencia conservadora del “establishment” y de su partido. Enfatizar sólo la primera, y olvidar la segunda, nos conduciría a crearnos falsas ilusiones sobre lo que sucederá con la política norteamericana a partir de ahora.

Hacer lo contrario, olvidar el factor de las masas, su acción (el voto a Obama) y sus expectativas, conduce a un error sectario que desprecia el nivel de conciencia con sus avances y limitaciones.

Obama es el triunfador porque hay una crisis económica y política del imperialismo norteamericano. Crisis que la clase dominante no puede controlar. Es una crisis, porque las masas norteamericanas están en un proceso de ruptura y descreimiento con los políticos de Washington y sus partidos.

¿Qué expresa el voto de más de 60 millones de norteamericanos y el júbilo en todo el mundo? Son las profundas aspiraciones revolucionarias al cambio, al “otro mundo posible” de los oprimidos.

Primero, la victoria de Obama es sentida como una victoria democrática contra el racismo. Es inevitable la comparación con el triunfo de Mandela. Esto no cambia la esencia capitalista del sistema norteamericano, pero es un triunfo democrático. Segundo, quienes le votaron exigen un cambio en política económica: fin de los beneficios para los monopolios, ayudas a los pobres, a quienes están en riesgo de perder sus casas, empleos y defensa de la industria, seguro médico universal, jubilaciones.

Tercero, aspiran a un cambio en la política exterior, empezando con el fin de la guerra de Irak y el unilateralismo de Bush, por el respeto a las instituciones internacionales, fin del “libre comercio”. ¿Cuántos cubanos en Florida votaron esperando el fin del bloqueo a la isla?

Cuarto, los inmigrantes y sus familias (que dependen de remesas) aspiran a que se cumpla el compromiso de no expulsar.

Obama acabará decepcionando. Sus compromisos con la burguesía de EE.UU. marcan un límite real. Seguro veremos cambio de matices: un multilateralismo en política exterior (que la crisis impuso a Bush, de ahí la Cumbre Económica este mes), una retirada ostensible, pero no total de Irak, ciertas políticas sociales internas.

La victoria electoral que se adjudica el pueblo de EE.UU. a través de Obama, combinada con la segura inconsecuencia del futuro presidente en cumplir esas aspiraciones, sientan las bases para saltos adelante en la conciencia de millones de oprimidos.

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