• 07/11/2008 01:00

Desfiles a paso de ganso

Celebramos en estos días las fiestas patrias, en las que miles de estudiantes lucen sus mejores galas para rendirle tributo a la Nación....

Celebramos en estos días las fiestas patrias, en las que miles de estudiantes lucen sus mejores galas para rendirle tributo a la Nación. Es un sentimiento contagioso que sacude las entrañas de todos, incluyendo niños, ancianos, hombres y mujeres, todo ese mosaico de razas que se da en este istmo en que se unen dos océanos.

Tanta lucidez le dan los estudiantes a los desfiles patrios con esas indumentarias y disciplina, que su costumbre se ha venido generalizando y arraigando, al punto que el más humilde colegio, sin importar en qué parte del país esté ubicado, se preocupa por presentar un cuerpo con esas características, como una forma de rendirle respeto a la patria: ¡desfilar a paso de ganso y con patrióticos saludos castrenses!

Los que desfilan, así como quienes vemos los desfiles, ya sea personalmente, por televisión o escuchamos la radio, hemos aceptado como parte de nuestra tradición que los estudiantes luzcan con donaire y orgullo esos vistosos uniformes, la mayoría de ellos de corte  militar, en los que abundan charreteras, sables, fusiles, además de las barras y estrellas que exaltan rangos y grados muy propios de los hombres profesionales de uniforme. Obviamente, a nadie se le ocurre llamarles militaristas a los estudiantes o a sus padres, por el mero hecho de desfilar en la forma que lo hacen.

Las galas que lucen los estudiantes tienen costos elevados, que aumentan con cada uno de los ingredientes que añaden para hacerlos más vistosos y son los mismos padres quienes con gusto afrontan dichos gastos, para que sus hijos saluden los símbolos patrios.

Esa iniciativa que todos aplaudimos y que los estudiantes viven con la más profunda de las satisfacciones, choca con la actitud de algunos panameños que no pierden oportunidad para exteriorizar su critica a los hombres de la Fuerza Pública, quienes portando sus uniformes, custodian la seguridad de los asociados y participan en esos mismos desfiles patrios.

Así mismo, hay algunas personas, pocas por fortuna, que dicen hablar por todos los panameños, que odian el uniforme, aunque este sea el de los niños lobatos o exploradores. Un conspicuo ciudadano así lo declaró recientemente a un grupo de derechos humanos estadounidense.

La Fuerza Pública, como cuerpo armado y uniformado, para cumplir su rol de seguridad debe contar con el apoyo del pueblo. Los hombres de uniforme que la integran, tan humanos como los demás, tienen la delicada misión de custodiar la vida, honra y bienes ajenos, en ocasiones sin poder percatarse de cuál es el estado de sus familias y haberes, porque muchas veces se les dificulta, en razón del cumplimiento de su deber.

Así las cosas, los uniformados de oficio y los estudiantes que así lucen cada año durante las fiestas patrias, están llamados a respetarse y hacer respetar los símbolos patrios y a amar y defender a la Patria. En ese gran marco ciudadano, todos debemos hacer lo que esté a nuestro alcance para elevarla con nuestras acciones, sin menoscabar la misión de seguridad que tienen reservado nuestros institutos armados.

Sólo así, sin diatribas, sin demeritar el trabajo ajeno, vistiendo siempre sus mejores galas, no sólo en lo externo, sino en nuestro interior, la Nación panameña podrá avanzar hacia nuestro destino democrático.

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