• 19/11/2008 01:00

Carlos Iván Zúñiga Guardia

“No hay sermón como la propia vida”, José Martí.. El pasado 14 de noviembre tuvo lugar la desaparición física del eximio patriota y con...

“No hay sermón como la propia vida”, José Martí.

El pasado 14 de noviembre tuvo lugar la desaparición física del eximio patriota y connotado maestro, el Dr. Carlos Iván Zúñiga Guardia; sin duda una de las más dignas y representativas personalidades de la intelectualidad latinoamericana. De notable inteligencia e integridad moral, estudioso infatigable, que desde su temprana juventud reveló un liderazgo natural. Progresista y visionario, combatió con denuedo toda injusticia, los trabajadores de la zona bananera fueron los primeros testigos y beneficiarios de su profunda vocación social, que jamás abandonara.

Demócrata y civilista a ultranza, humanista por excelencia, siempre resaltó en su actuar la concepción integradora de los más preciados valores de la humanidad; a riesgo de su propia vida defendió los derechos humanos; fue educador por convicción, abnegado y ejemplar; enseñó haciendo. Su reciedumbre moral solo equiparable a la fortaleza intelectual fueron los pilares de su portentosa personalidad, que le permitieron, con holgura, irradiar sabiduría y autoridad; tenía la sencillez propia de la verdadera grandeza, siempre estuvo por encima de las intrascendencias de la frivolidad y de los atavismos culturales. Fue un maestro excepcional de la oratoria, dueño de un verbo fogoso, incisivo y siempre veraz; con un mensaje diáfano, preciso y motivador, capaz de contagiar su entusiasmo al más escéptico o imperturbable de los auditorios; pero por sobre todas las cosas, su palabra siempre edificante, jamás orientada a la crítica mordaz o a la diatriba, y mucho menos a la procacidad; lo suyo fue la excelencia, virtuosismo que le permitiera llegar, sin intermediarios, a la mente y al espíritu de quienes, a través de distintas vías tuvimos el grato privilegio de recibir las enseñanzas que siempre esparciera con singular generosidad. Fue, como pocos, un ferviente e incondicional servidor de la patria, la pureza de su espíritu nacionalista y su genuina vocación democrática marcaron los linderos de su actividad pública, que no pudo ser más transparente ni menos identificada con los intereses de la mayoría; como político se distinguió por la claridad e integralidad de su concepción del Estado nacional; jamás habría podido intentar siquiera hacer concesiones sobre la base de comprometer sus sólidos principios éticos. Como genuino prócer, también fue un soñador, solo que con los pies bien puestos en el escenario de la realidad universal, de su absoluta comprensión.

La patria está de duelo, por fortuna nos deja un vasto y meritorio legado de conciencia, de entrega apasionada y de lucha tenaz por construir una sociedad más justa, más humana, pero sobre todo centrada en los valores trascendentales, legado que constituye un patrón de imprescindible referencia ética e histórica, porque el mejoramiento integral de la sociedad, una patria renovada jamás podrá edificarse sobre la base de la demagogia ni de la retórica estéril, con promesas vacías ni mucho menos institucionalizando la corrupción. Berthold Brecht dijo: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”. Carlos Iván Zúñiga fue de estos últimos; su ejemplo es fuente renovadora que habrá de fortalecer el espíritu de un pueblo que no debe cejar en su empeño por hacer del nuestro un mundo mejor... ¿usted qué opina?

-El autor es médico y analista político.lesant@gmail.com

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