• 29/11/2008 01:00

Sin concesiones al enemigo

Como lo que está en juego es el poder, el PRD tenía que decidir sin demasiados escrúpulos, aunque esta no era su única ni última salida....

Como lo que está en juego es el poder, el PRD tenía que decidir sin demasiados escrúpulos, aunque esta no era su única ni última salida. La reunificación ya se venía dando, pues pasadas las primarias, toma tiempo y algunos exorcismos. Al final cierran filas de modo impresionante y los que hemos vivido en las entrañas del animal, sabemos que esta ni siquiera fue la más feroz de las internas.

Pero lo que sí significaba esta interna, era la posibilidad de arrancarle la conducción del colectivo al poder neoliberal. Muchos no lo interpretaron así. Y la contienda se volvió una lucha de personalidad, cuando el miedo a perder las elecciones superó al miedo de perder al partido torrijista. Indicativo de poca autoconciencia de sus posibilidades de convertirse en un partido sólido, definido, creíble y sostenible.

Claro que si el ala derecha ganaba, el statu quo se agudizaba en esa dirección. Y si ganaba el ala digamos más popular, era de saberse que aquellos no serían tan tolerantes. Me viene a la mente Chuchú Martínez, quien refiriéndose a cómo se dejó engañar por la personalidad de Edén Pastora, escribe una frase que me encanta: “Cuán poco vale la pasión cuando es estúpida”.

Pasadas las primarias, se notaron las fisuras de la representación simbólica de Herrera en la opinión pública; las vagas señales de Torrijos; la inoperancia ejecutiva de la nueva estructura de campaña y la ausencia de catalizadores para convocar las bases de apoyo del adversario derrotado, prestadas muchas de éstas. Entonces Navarro los cercó de afuera hacia adentro, porque él tampoco ha de ignorar que desde adentro ni sus propios seguidores pondrían en riesgo la victoria electoral, su leit motiv. Su táctica fue hostigar en la prensa con lo de la violencia y el mal gobierno de la seguridad, la potencial derrota del partido y una supuesta oferta de Martinelli.

El resultado de la encuesta ya era inminente. Imagino que el equipo de campaña discutió, calculó y se tragó la bilis para decidir pragmáticamente que el mensaje de unidad hacia fuera sería contundente, y hacia adentro, la fuerza de tareas perdería la torpeza que ha llevado hasta el momento. La estrategia de concertación tiene sus tiempos y a Navarro le dejaron hacer mucho daño antes de anunciar una alianza que ni el electorado ni el público se tragan. Alianza electoral que da demasiada concesión al enemigo, dado que a diferencia de otros enfrentamientos endógenos, Navarro transgredió un principio supremo del partido: tirar a matar desde afuera, no a la candidata, sino a las posibilidades del colectivo, demostrando cuán dispuesto está a hacerle daño al PRD.

La carrera avanza y ningún candidato ha ofrecido más que la mitología de su personalidad. La indiferencia ciudadana juega a favor de la indefinición programática. Por ello no veo problema en lo que debería serlo: la formulación del plan de gobierno con visiones políticas contradictorias traslapadas en una y otra dirección. Nunca imaginé que este escenario sería menos prometedor que el de 2004. Ya nadie cree en nadie. Aunque para quienes se conforman con elecciones limpias y alianzas electoreras, vamos bien. Porque en los juegos, la gente aclama a los equipos que demuestran su pasión por ganar y algo que sí han mostrado los principales candidatos de la contienda es su pasión por el poder. Ahora la parálisis no es permitida. Cada cual tiene su rol.

Yo intentaré jugar el mío: penetrar las entrañas del programa de gobierno del único partido declarado socialdemócrata en este país, porque lo que está en juego es la vida de mucha gente que no goza de la libertad de decidir su propio destino.

*Coordinadora / Fundación Friedrich Ebert.l.gonzalez@fesamericacentral.org

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