• 10/12/2008 01:00

Juegos Electorales II

El principio de la seguridad nacional es la base de la existencia soberana e independiente de una nación. En consecuencia, es un tema qu...

El principio de la seguridad nacional es la base de la existencia soberana e independiente de una nación. En consecuencia, es un tema que siempre debe ser atendido como algo por encima del interés personal o de grupo y por el contrario debe verse al margen de las pasiones que en un momento dado asuman sectores sociales políticos o económicos en procura de acceder al control del poder.

No estoy de acuerdo ni con la composición, ni con la naturaleza, ni las intenciones de los equipos que de manera publicitaria se crearon para revisar el paquete de leyes de seguridad presentado por el Ejecutivo o para crear la píldora milagrosa que resuelva el tema de la delincuencia local.

El tema de la seguridad no puede estar en juego dentro de las tácticas mediáticas de la publicidad electoral. Es algo muy serio para manipularlo, como si se tratara de un juego de casino. Ni puede permitirse que los grandes medios de información lo utilicen para inventar organizaciones de una supuesta sociedad civil, faltas de cualquiera representatividad y más bien atrapadas en viejos traumas de un pasado que solo yace en sus enfermizas mentes.

Duele a su vez ver que quienes formularon ese paquete de leyes, que responde a la elaboración de una nueva doctrina de seguridad, doctrina que fue conversada con todos los partidos políticos y los gremios empresariales locales, guarden ahora un cobarde silencio, regalándole a la irresponsabilidad electorera el fruto de un largo esfuerzo que incluye el diálogo internacional con todas las fuerzas que luchan, muchas veces en desventaja, en contra del crimen organizado.

No entiendo a la clase dirigente de este país. A menos que se encuentre involucrada, penetrada o sometida y resignada por la presión y amenazas de la delincuencia internacional y sus tentáculos locales. No están apreciando lo que sucede en nuestras fronteras; en Colombia, con una guerra civil de más de cuarenta años; en una Centroamérica, con países como Guatemala, bajo control del crimen organizado; y un México cuyos Estados del norte se hayan sometidos a una cruenta lucha armada, que ha destruido sus instituciones y polarizado a su sociedad.

Panamá forma parte de este escenario. Somos país de tránsito y ahora depósito para el trasiego de drogas, para el blanqueo de capitales dentro del sistema financiero, las inversiones y la compra de todo nuestro patrimonio nacional, para el mercadeo de armas, trata de blanca y la migración ilegal.

¿Por qué nadie discute sobre esos temas y simplemente nos dedicamos a formular tesis sobre los delincuentes que asaltan a billeteras en las calles o roban autos en los Mall o la violencia doméstica o la lucha entre pandillas o los crímenes pasionales? Todos temas policíacos sin solución alguna. ¿Por qué? ¿No querían una policía de pito y tolete, sin doctrina, sin principios, sin orgullo institucional, sin privilegios; por el contrario, humillada, subordinada, maltratada, sometida, etc? Ahí está el resultado.

Ya no hay plazos ni tiempos. El nuevo gobierno está obligado a encarar el tema y encontrarle solución y no precisamente por la vía que han escogido ahora, inventando comisiones con piezas grises que respondieron al mando político y no profesional.

-El autor es analista político.rvasquezch@cwpanama.net

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