• 14/01/2009 01:00

Odisea en el Tránsito

Ignorando el inconveniente que es el ser multado, según la interpretación de los agentes (‘ponemultas’) del Tránsito, sin tener derecho ...

Ignorando el inconveniente que es el ser multado, según la interpretación de los agentes (‘ponemultas’) del Tránsito, sin tener derecho a réplica, pues la palabra de uno contra el ‘ponemultas’ nunca procede — claro, si eres hijo de una diputada, es otra cosa —, el tema que quiero tratar es sobre la odisea que resulta ir a pagar una boleta de tránsito.

La idea original es que uno va a la ventanilla de pago y cancela el importe de la boleta, pero lastimosamente la realidad no es así. En días pasados fui a la sucursal del Tránsito en Albrook (pues la de vía España la cerraron) a cumplir con el pago y así no caer en mora. ¿Cuál fue la sorpresa?, en el área totalmente abarrotada de usuarios y con una calor infernal, se podía calcular que había alrededor de nueve funcionarios, sin contar con los agentes (‘ponemultas’), que se encontraban presentes. De los nueve funcionarios solo dos estaban laborando. Uno capturando las boletas y otro cobrando la multa. Lo molestoso de esto es que había más de tres computadoras y el resto del personal (en ocio), estaba conversando, en vez de apoyar o realizar su trabajo, para así agilizar y evacuar las solicitudes de los usuarios.

Lo vergonzoso es que quien debía hacer la captura de la información, era la misma persona encargada de prender el aire, recibir las boletas, etc., y los demás, conversando. Pero.. lo malo no termina allí, pues el trato — la displicencia y falta de tacto para con el usuario — dejó mucho que desear. Se dio el caso en que una joven se acercó molesta, al ver que personas que habían llegado después de ella habían sido atendidas antes, este funcionario solo le dijo que debía esperar y su excusa fue que otros tenían más tiempo que ella esperando.

Falta adecentar la institución, pues dicho funcionario era joven, por lo que no se puede achacar a los más veteranos actitudes groseras y displicentes. Esperemos que sea tema de reflexión y no caiga en oídos sordos, pues siendo yo igualmente funcionario público, deseo eliminar el paradigma que nos envuelve.

-El autor es economista y abogado.edersalll@univision.com

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