• 16/03/2009 01:00

Secuelas de un gran fraude

Nos encontramos en una crisis económica global de terribles consecuencias. Estados Unidos, responsable de esta verdadera catástrofe, luc...

Nos encontramos en una crisis económica global de terribles consecuencias. Estados Unidos, responsable de esta verdadera catástrofe, lucha por salir adelante con diversas medidas financieras, que no lucen claras ni garantizan la salida del atolladero.

El desastre obedece principalmente al fraude hipotecario. Reflejo de una intrincada gama de factores — causa y efecto — que van desde la arrogante codicia del gran capital, estafas de pirámides, maniobras financieras de bolsas de valores y bancos, que por decir lo menos, fueron engañosas y al margen de cualquier rigor decente de hacer negocios.

Hay que señalar que esta dinámica vergonzante estuvo protegida todo el tiempo por la tolerancia gubernamental del anterior gobierno norteamericano, que se negó sistemáticamente a regular con normas estrictas al sector financiero.

Donde todo parece divino es en nuestro país. Las voces autorizadas han calificando al mercado financiero de responsable por partida doble. Afirman que tienen más liquidez de la que la ley les obliga y que el sector se encuentra absolutamente saneado, es decir, estamos a salvo, según ellos, del efecto dominó que sí ha afectado a otros Estados. Pese a ello, creo que todas estas explicaciones son con el propósito de generar tranquilidad, pues a nadie le conviene una campaña de pánico, en eso estamos de acuerdo.

Pero seamos francos, Panamá es un país con instituciones globalizadas, y el mercado financiero nuestro es parte de aquél. Resulta imposible entonces suponer que un daño que involucra tantos millones de dólares y a las principales empresas y bancos de Estados Unidos y del planeta no nos afecte para nada.

Además tenemos otro elemento que afectará al sistema financiero panameño. Es la estafa de pirámide recientemente descubierta, por 50 mil millones de dólares, y esto no es un secreto, las 163 páginas hechas públicas por el Tribunal de Bancarrota de New York, señalan las empresas, bancos y millonarios que fueron estafados por el señor Madoff, entre los que se encuentran capitales panameños de inversión, representados por sociedades, fundaciones e ilustres personajes locales, esto sin contar los defraudados por el señores Murcia y Stanford, que no conocemos aún, gracias al celoso cuidado de las autoridades panameñas.

Por lo pronto, el deterioro actual del desempeño de la economía es evidente, preocupa el bajo pronóstico de crecimiento para este año. El índice general de precios al consumidor sigue alto. Las ventas de casas y apartamentos van en picada, ya ha caído en un 30% aproximadamente en los últimos meses, entre otros rubros de la economía nacional que muestran declives significativos. Se avizoran sensibles reducciones de personal en el sector privado. Los bancos han adoptado medidas más severas para otorgar nuevos créditos y hasta lo han restringido. Dudo que sea pura casualidad, más bien son secuelas del gran fraude.

Sin embargo, es cierto que el sistema financiero panameño está celosamente regulado y vigilado, que puede clasificarse de bueno; pero difícilmente vamos a poder evadir los embates de la crisis si no se toman medidas adicionales. Sería imperdonable que las autoridades nacionales que manejan el tema se hagan las que no entienden, no oyen, no ven y no hablan, como aquella triste imagen de los cuatro chimpancés.

-El autor es diplomático.gtatisg@gmail.com

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