• 03/04/2009 02:00

Empleo, consumo y banca

La crisis económica que nos asedia desde finales del año pasado, parece haber empezado a tocar más que la percepción, el bolsillo de alg...

La crisis económica que nos asedia desde finales del año pasado, parece haber empezado a tocar más que la percepción, el bolsillo de algunos sectores de nuestra población que hace sólo unos meses veían el tema como un asunto foráneo, sin vinculaciones de ninguna índole a la realidad nacional.

La caída de las reexportaciones tanto de mercaderías procedentes de la Zona Libre de Colón, como de rubros no tradicionales, la disminución en los tránsitos por Canal a consecuencia del vertiginoso desplome del comercio mundial, aunado al aumento de las condiciones para accesar al crédito de inversión, y la todavía incipiente, pero ya perceptible merma en el consumo; son algunos de los efectos que en nuestro país están llevando a las empresas a frenar sus planes de expansión, dejando en pausa la generación de nuevos puestos de empleos —en el mejor de los casos— porque en otros, la alternativa a ensayar se ha concentrado en el recorte de las jornadas de trabajo y la disminución de su fuerza laboral.

Un hecho que sin lugar a dudas, durante los próximos meses aumentará los índices de empleo informal y reducirá el ingreso personal, trayendo como consecuencia un desempeño negativo en el comportamiento de la demanda de bienes y servicios.

Si a eso agregamos la reciente corrección efectuada sobre el crecimiento que experimentará este año el PIB, apenas de un 3.2%, tenemos razones más que suficientes para preocuparnos e implementar medidas enérgicas que —en mi opinión— deben concentrase sobre tres ejes específicos: empleo, consumo y banca.

La primera es fundamental, pese a que las tres están intrínsecamente vinculadas, la prioridad del Estado en estos momentos debe girar en torno a garantizar la subsistencia de la micro y pequeña empresa, con el objeto de preservar los puestos de trabajo de casi un tercio de la población económicamente activa que pone su mano de obra a disposición de este sector; para eso es prudente orquestar un programa de ayuda financiera que contemple desde el incremento de incentivos hasta la concesión de créditos blandos, tomando en cuenta que una de las principales limitantes de este grupo siempre ha sido la liquidez y el acceso a financiamiento.

En cuanto al sector consumo se refiere, es prudente que el Estado haga uso de los abundantes recursos financieros —atesorados durante los años de bonanza previa—, aumentando masivamente la inversión pública con el propósito de mantener el dinamismo de la economía a través del empleo y el consumo.

En lo que respecta a la banca, es imprescindible que el gobierno modele, culmine e implemente el esquema para que esos mil millones de dólares que forman parte del Programa de Estímulo Financiero ingresen y permitan oxigenar la inversión y otras actividades productivas que han encontrado freno en las restricciones e inusuales controles asumidos por el sector crediticio a consecuencia de la turbulencia global.

El resto de las medidas a ensayar deberán adoptarse sobre la marcha, tomando en cuenta la trayectoria de esta nefasta espiral y las respuestas de los mercados ante los correctivos implementados, mientras tanto positivismo y confianza son dos valiosos aliados que deben permanecer de la mano en esta coyuntura sin precedentes.

-El autor es financista y docente.alfasa13@cwpanama.net

Lo Nuevo
comments powered by Disqus